La una es un blanco económico que probé a instancias de uno de los distribuidores con los que trabajo, hombre que deposita una enorme fe en este vino y en su hermano tinto, fe que en el caso del tinto yo no comparto.
La bodega se llama Triay, bueno mas bien Adegas e Oimbra, con base en esta localidad de la zona de O Rosal en la provincia de Ourense.

Esta bodega elabora sus vinos bajo la Denominación de Origen Monterrei, uno tinto, Triay Mencia que ya probé hace unos meses y que no me dijo nada y este blanco, etiquetado como Godello pero que acompaña de algo (bastante) de treixadura. Y en este segundo caso debo hablar bien.
Bien porque corresponde a su intención con un vino muy aromático, sencillo que no simple, fácil de llevar y fácil de beber, con una frescura procedente de la treixadura que acompaña a la godello y que me sorprende en conjunción casi perfecta. Lo mejor que en tienda sale como a 6.90€ por lo que hablando de un vino correctisimo, terminamos llamándolo estupendo a la vista de su relación calidad-precio.

Otra cosa mucho mas seria es mi prueba de este miércoles de un clásico al que quería hechar mano desde hace tiempo. Domaine Tempier es una bodega histórica de una zona histórica. Bandol es una minúscula "Appellation" de la Provenza francesa al pie de la costa azul francesa, a escasos quilómetros de Marsella por el oeste y de Toulon por el Este. Se trata de una zona conocida por su trato a una uva que aquí hemos denostado hasta hace unos años. La Mourvédre (Monastrel en España) se vuelve en esta denominación protagonista casi por completo, solo acompañada de algo de Garnacha que equilibra y suaviza una uva de por si intensa y profunda.
Esto pasa con este clásico que algunos recordareis porque se nombra en la ultima peli de Ridley Scott "Un Buen Año" con Russell Crowe. Lo consigo después de una búsqueda minuciosa porque solo hay un importador de este vino en España (hay mas bodegas en la denominación, por supuesto, pero yo quería este). Esta en Murcia y de allí viene esta botella (Gracias Víctor)
Después de abierta mi nariz es vilmente expulsada de la copa. La fuerza es tal que se me secan las fosas nasales. No importa, demosle tiempo. Al rato la cosa ha mejorado pero sigo sin atisbar nada que no sea grosella, cereza, mucha fuerza, alcohol pero matizado y muy pero muy al fondo madera nueva. En boca es donde da mas de si. Un vino carnoso, aterciopelado, con ese dulzor difícil de describir característico de su hermana española. Un vino que bebo sin que me moleste como lo ha hecho en nariz, como si se cubriese de una película de peligro para que se le tome en serio "oye chaval no soy un vino para bromear". No, no lo es.
Yo y mi ángel acabamos la botella picando un nada de chorizo de porco celta, quesos y galletas "mariñeiras". Me ha encantado este vino, pero no es para todo el mundo. No es para quien aprecie mucho los vinos suaves del sur de Galicia, no es para quienes llegan al tinto solo por obligación carnívora y no es para quien no lo tome muy en serio.
No es un vino para bromistas. Este Bandol es una cosa muy seria. Pero sin resaca, claro.