miércoles, 30 de enero de 2013

Prueba de realidades que no se ven.

Me acerco por estos lares en el convencimiento de que mis largas ausencias pueden ser (con todo el derecho) interpretadas como abandonos. Y aunque no lo son lo cierto es que a veces lo parecen y por ello piden, por enésima vez, humildemente perdón.

La vida son etapas y en esta a mi me toca tener la cabeza en otra parte (en mi hijo recién nacido, en mi empleo a media jornada, en buscarme la vida el resto del tiempo para salir adelante) y el mundo del vino, en concreto, me viene grande. Me niego a mancillar unas ideas y un universos que para mi son felicidad y descubrimiento con crisis, deudas, luchas laborales o pañales sucios. Por ello mis entradas serán esporádicas pero, tenedlo por seguro, "serán". Mas o menos, pero serán.


Hoy me acerco por dos motivos. Uno es el reciente ranking de vinos. Tras la correspondiente reflexión (realizada de modo mas certero y escrupuloso por el gran Mariano en su blog) me apetece decir un par de cosas "de mi cosecha" al respecto de los 10 vinos seleccionados y sus valores.
Lo resumiré en una palabra incluso; sensatez.

Contra el criterio general en la España del pelotazo, un gran vino no tiene porque costar 50 euros (y tampoco tiene por que costar 2, verbigracia). Los grandes vinos no tiene necesidad de gastar botella con cristal de tres octavos, de vestir etiqueta de diseño ni de cerrar con un corcho de Amorin del modelo a un euro en origen. Los grandes vinos no tienen porqué ser tintos por definición, ni Riojas, gracias a Dios. Los vinos grandes, los memorables, los certeros, solo deben cumplir una regla, compleja y humilde. Esos vinos han de ser "prueba de realidades que no se ven", según el lenguaje bíblico.
Embotellar la verdad, y nada mas, como algunos también definen, muy acertadamente en mi opinión.

Vinos que han de ser puramente lo que son y nada mas. Uva, tierra, sol, lluvia, tiempo y equilibrio. Ahí queda eso. Albamar lo es, Algueira, El Carro. Todos lo son. Desde su humildad extrema, producto de una época donde "tener mas" nunca fue "ser mejor", ni tener mas boletos para perdurar en la memoria.
Vinos realistas, si lo prefieren. Vinos humanos. Vinos ciertos. Certeros. Nobles. Dispuestos.
Vinos hermanos. Sensatez.

La otra cosa que me ronda la cabeza pasa por este video (gracias Joan). Si bien no me gusta el texto si me parecen apropiados el ambiente musical y las imágenes como ejemplo representativo de una parte (menor, por desgracia) de la DO Rías Baixas. La reciente llegada a nuestro país de vinos como este albariño neozelandés  (gracias Jorge Diez) pone ya frente a su mayor miedo a la DO y a los defensores a ultranza de el cooperativismo como "único sistema viable" para el desarrollo de una zona vinícola en Galicia. Aquellos que sacrificaron la diversidad y la singularidad en aras a una carrera sin fin en pos de la cantidad y la promoción como bazas únicas para elaborar vinos en esta DO en concreto. Aquellos que consideraban que promocionar "albariño" era mejor que promocionar "territorio". Aquí tenéis paisanos. Albariño somos todos. Por suerte, Leirana, Goliardo, Albamar, Tricó, Zárate, Do Ferreiro... solo hay uno.

Que cada palo aguante de su vela...si puede.  

A modo de colofón, de mis varias noches de insomnio (ahora razonado y no sobrevenido, como antes) extraigo para ustedes, amable publico, una pieza del estilo de lo que en estos tiempos de miseria humana tan en boga (Bárcenas, ERES andaluces, desahucios, robo y estafa, etc, etc). De la recientemente llevada a la pantalla grande "Les Miserables" esta pieza titulada "I Dream a dream", con interpretación de la gran Ruthie Henshall para la representación del musical en Londres, para mi la mejor de cuantas por ahí circulan. "I Had a dream my life would be, so different from this hell i´m living". Que la disfruten.