martes, 23 de diciembre de 2014

El legado

Estas fechas me empujan a empezar todos los textos con "Me llena de orgullo y satisfacción..." (porqué será?) pero la verdad es que me llena de orgullo escribir sobre vino y hacerlo aquí.

Este blog es un espejo estadístico real de mi vida a traves del vino en todos sus estadios. Las cifras, en ocasiones, son reveladoras de una tendencia, incluso de un pasaje de la historia. La clave está en el contexto. Cuando hace ya 6 años (casi 7) nacía La Trastienda nunca lo hizo con el animo de ir mas allá de la situación que provocó su nacimiento. Una tienda, una inmersión extrema en el mundo del vino de verdad, del autentico, del que nos quita el sueño o nos da la vida (depende) y un montón de horas ante un ordenador sentado sin nada que hacer y mucho por descubrir. Ese fue el germen de este blog. En 2008, 82 post. Dudo que ninguna linea de ninguno de ellos tenga un valor mayor que el de estar escritos y conservarse porque, la verdad, yo era un ignorante. Mis años de pasión por el vino como consumidor nunca me llevaron mas allá del axioma "Rioja, bien-Valdepeñas, mal". Un ignorante absoluto.

Como consumidor solo fui capaz de rayar la superficie. Eran otros tiempos, es verdad. Ni Twitter, ni Facebook, ni visitas a bodegas, ni personas del vino. Así todo se vuelve muy difícil y complicado. 2009 implicó una reducción en los post. Empezaban los problemas, el negocio no funciona, buscas alternativas. En 2010 cerró la tienda física, se abrieron las heridas incurables y las publicaciones cayeron a 21. Ni ganas de escribir, ni tiempo ni emociones mas allá del sufrimiento, del fracaso, del auto-odio. 2011 y 2012 con 11 post cada uno son los años de la culpa, ¿porqué?, ¿que hice mal?. Las respuestas eran claras pero otra cosa es creérselas. Pero el tiempo pasa y yo mejor o, al menos, no empeoro, y decido enfrentarme a mi enemigo.

Y en este contexto en 2014 tomé varias decisiones. Una de ellas es que lo escrito en privado pase a público y se publique el que será (anuncio) el primero de una serie de libros que van a mostrar una dirección en la manera de entender el vino. Perdón, "en mi manera de entender el vino". Porque si algo tengo claro es que esto va de mi. De mi y de una visión, errada o acertada, que algunos comparten, otros envidian, algunos pocos necesitan y una multitud detesta y desprecia. Son una multitud, matizo, porque son muchos, no porque muchos sepan de que hablo. 

Y en esa linea llegamos a 2015. Creo que ha llegado el momento de, sin restañar las heridas que, como ya conozco, nunca se van a cerrar, dé un nuevo paso adelante. Ha llegado el momento de avanzar. Es hora de seguir el camino marcado. Se abre un nuevo proyecto.

Voy a iniciar algo y ese algo será mejor o peor, dará mucho o poco que hablar y será para unos pocos o para muchos (ojalá que lo segundo) pero será verdad y tendrá futuro. Vamos a poner mucha energia en ello y estoy seguro de que será complejo y llevará tiempo pero os garantizo que, aunque el enemigo, el mio, sea fuerte y grande y a veces me tenga dominado (como ahora) yo seguiré. 

Yo seguiré.

Hay una frase de la escritora y activista afroamericana Maya Angelou que me gusta y que habla del legado que dejamos como parte de lo que somos. 
Dice, "He aprendido que las personas olvidarán lo que dijiste, olvidarán lo que hiciste, pero nunca olvidarán como las hiciste sentir" 

Espero haceros sentir al vino y a sus autores como yo lo siento, que os aporte lo que a mi y que os sirva como me sirve a mi en ocasiones. Se avecinan tiempos de cambios profundos y grandes descubrimientos.




Felices fiestas a quien las tenga y prospero 2015 de vinos de verdad. 







*Fotos de lo ultimo bebido en la primera comida de empresa de RDF SL... mi/nuestra empresa.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Cómplices y silenciosos.

Creo que hay algo que hago mal. Bueno, algo no, toneladas de cosas. Cienes y cienes. Montones de cosas mal hechas. Una de ellas es ir de frente.

Tengo la insana costumbre de decir lo que pienso, equivocado o no y muchas veces sin una reflexión previa adecuada. Así soy amigos, es lo que hay. Esto me ha granjeado enemigos íntimos y escasez de auténticos amigos en mi entorno inmediato. Tengo algunos en la distancia a los que quiero mucho pero no dejo de pensar que, si me conociesen de a diario, la cosa cambiaría.

Este modo de ser y actuar me ha llevado a expresarme abiertamente en materia de vino, industria, elaboración y demás, sin explicar, tal vez de modo adecuado, el motivo de mis comentarios o que me mueve a hacerlos.

Ahi va. Odio la injusticia. No la soporto. La prepotencia, el abuso y el total desprecio por el debil me pone frenético. Esto me viene de mis años mozos, de haber crecido en un entorno donde la razón o el debate razonado, mejor dicho, fueron sustituidos por la ley del mas fuerte. No soporto ver que se abusa de una posición dominante y, en mi acercamiento al mundo del vino, hace mas de 12 años, vi toneladas de esto ultimo.

Hay dos claros niveles en el sector. Económicos y sociales. Uno, el de la industria, da trabajo a millares y produce millones de euros. A cambio de ubicar esa parte del sector en entornos económicos competitivos se perdió, hace décadas, la perspectiva artística y autentica del terruño. Se perdió. No es delito, ni siquiera es malo para el negocio. Simplemente se perdió por incompatibilidad entre ambos mundos. Hacer millones de litros y hacerlos como cuando se hacen decenas de miles es imposible. Sin mas.

En este contexto, se produjo una posición dominante que desequilibró de modo definitivo al sector haciendo inviable, por ejemplo, el emprendimiento. O el éxito desde abajo. Es imposible montar un proyecto pequeño y crecer hasta la riqueza económica máxima sin abandonar el camino del vino verdadero (tome este la forma que tome).  Para seguir siendo fiel a ese modo de entender la viña y el vino se ha hecho necesario redoblar esfuerzos, hacer vinos en multitud de lugares y multiplicar marcas y elaboraciones. Eso o abandonar esta linea, comprar uva por doquier y aumentar producción. De ambos caminos tenemos multitud de ejemplos.

Así las cosas, la posición dominante está clara. Y desde ese lugar, desde ese privilegio, obtenido o no desde el esfuerzo (heredado muchas veces, otras engordado desde las subvenciones publicas) algunos hacen sangre. Algunos, los mas, aprovechan maquinarias de marketing inmensas y una importante capacidad financiera para vender humo. Y eso está mal y es injusto. Pero algo estoy haciendo mal.

Cada vez mas personas vinculadas a esas empresas, a esa maquinaria, confunden lo personal con lo comercial. Cada vez mas personas sin relación con la industria consideran equivocada la defensa cerrada del modelo de elaboración de los Estevez, Sebio, Nanclares, etc... Cada vez mas personas relacionadas con la comercialización creen en el mensaje sordo y silente de la industria, defendiendo su posición de privilegio y menos en el de los elaboradores que, desde la legitimidad del capitalismo de primero de económicas, hacen un producto cojonudo para todos menos para la propia industria.

Y esto es como poco mezquino. Triste y mezquino. Y patético. Leo cruces de comentarios entre personajes que lo son porque defienden el status quo ante la revolución pendiente y me enfado. Me da mucha pena ver a personas que respeto querer defender su "nicho de mercado" pasando por encima de la amistad o de la educación o de las mínimas normas de cortesía. Me da pena oír a un vendedor defender que se debe comprar su vino antes que otros "porque damos de comer a 600 familias", menospreciando a la "familia" que hace ese vino de baja producción y profundo respeto al campo y al consumidor al que está jodiendo con sus campañas abusonas y mentirosas.

Y me canso. No tiene mucha importancia, pero soy un gran dependiente del apoyo ajeno. Necesito saber, mediante a estímulos externos, que hago las cosas moderadamente bien. necesito sentir que quien me sigue, quien sea, está de acuerdo o no conmigo y, si no lo está, quiero saber con que parte y porqué. Y si lo está, quiero que me lo digan. La absoluta soledad en la que ciertas personas están "predicando para el desierto" de esta parte del mundo del vino es descorazonadora.

No creo que merezca especial atención todo esto, pero es crucial que entendamos que tras esto está todo lo demás. Tras la industrialización en casi todos los productos alimenticios están los grandes desastres e intoxicaciones de la historia. No existen casos de contaminaciones masivas por consumo, por ejemplo, de aceite en el siglo XVIII. No existen porque era imposible, mas allá de un problema de higiene o similar. Y limitado siempre a un entorno concreto, logicamente. La gran distribución, que está detrás de la facilitación y universalización de la comida en el mundo es también, paradójicamente, la principal responsable de las mayores contaminaciones e intoxicaciones derivadas de ella misma.

Y es crucial, decía, que entendamos que conceder, aceptar y no exigir es nuestra responsabilidad. En el vino, en la carne, en las verduras. En todo. Aceptar por comodidad, acceso o negligencia no nos convierte en inocentes. Nos convierte en irresponsables.

No se trata de recibir lisonjas. Se trata de recibir atención y cierto "feedback", en el uso anglosajón tan de moda, por parte de quien lee, de quien recibe el mensaje y lo entiende o no.

No es que no me explique. Es que no digo lo que se espera. No es que tenga inquina por tal o cual bodega, es que están haciendo daño adrede o sin saberlo. Al pequeño, al consumidor desinformado, a la lógica del mercado y a muchas cosas mas. Y merece saberse.

No se si lo que estoy haciendo mal tiene que ver con ser o no como soy, pero si eso es así tampoco hay ninguna problema en hacerse a un lado y dejar de escribir estos tremendo panegíricos. Porque si eso soluciona algo, palabra, me piro y ya está.
Lo malo es que no creo que sirva de nada. Ni se como "despertar conciencias", al menos no en este mundo de miserias y mercadeo. Pero que algo se está haciendo mal es evidente.

Veremos.




* Fotos antiguas de este blog.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Vivir el vino.

Hay un movimiento creciendo en estos últimos tiempos en el mundillo alrededor de la necesidad cierta de que el consumo de vino en España aumente. Es un hecho matemático, constatado en multitud de estudios, que el mercado Español "tapa" la perdida constante de consumidores en España por medio de la exportación cada vez mayor de vino a otros países. Pero esta circunstancia, que tiene claramente definidas sus dos vías de consumo preferente, no está dejando ver la realidad de un producto, un mercado y su necesario entendimiento por el bien del sector y su futuro.

Se puede beber vino por múltiples razones, pero hay dos que lo vuelven un consumo estimable. O bien uno padece una adicción (diagnosticada o no) o bien le apetece y lo consume.
En el primer caso hablamos de un grave problema, con ramificaciones fuera del vino y que tocan mas directamente a los destilados, si, pero yo soy gallego y hay realidades evidentes de esas que no salen en los telediarios que son palmarias. El numero de personas que compran vinos de bajísima calidad con una frecuencia asombrosa (cajas de 12 para una familia de 3 miembros...a la semana) es mencionable. No hay estadísticas de esto porque es muy difícil preguntar por algo que toca tan directamente a la vida de uno, pero es vox populi en el rural y no creo que sorprenda a nadie.

Así que el consumo masivo suele llevar aparejada la "necesidad" de beber vino y esa necesidad, para no profundizar en lo personal, puede ser de muchos tipos. Pero los "gurus" y expertos hablan de que consuma vino personas que no tienen esta necesidad, ni cultural, ni social ni personal. Y esa es harina de otro costal.

Leo asustado que para algunos vale todo. "Que lo beban con gaseosa", "el rosado entra muy bien", "las burbujas atraerán a los jóvenes"...y una larga lista de iniciativas a cada cual mas llamativa y menos atinada (siempre en mi modesta opinión de consumidor revenido). Se llama al "glamour", se citan series americanas como base fundamental de la dirección que el marketing debe tomar para "enganchar" a esa joven generación, de entre 25 y 35 años, que ni bebe vino ni lo quiere ver delante. "Usamos un lenguaje complicado, snob, que echa para atrás al publico joven". Decía Kennedy, ante las dudas de uno de sus asesores por lo enrevesado de alguna de las palabras que iba a usar este en un discurso, que temía que el mensaje no llegase al electorado, "pues que la busquen en un diccionario", replico el presidente.
No podemos pretender que para que nuevos consumidores accedan a este universo de emociones en el que nos movemos rebajemos el nivel de la dialéctica. Así se empezó en televisión, y ahora "Adan y Eva" y "Sálvame".

Si a mi me gusta la pintura, el arte y las expresiones artísticas, no puedo pretender que, para que me anime a participar en ellas, se cambie un lenguaje a mi gusto y a mi nivel. Yo creo que si uno quiere saber algo lo que tiene que hacer es preguntar. Y si no obtiene respuesta, seguir insistiendo. Convertir una cata en un botellón o un amontillado en un "vinillo dulce andaluz" no va a hacer que se beba mas vino. Va a hacer que se beba peor.

Por otra parte, si lo que quiere uno es que el mundillo deje el elitismo o esa cierta pátina de exclusividad, lo que tiene que hacer es invertir en ello. Una cosa es proponer una cata de una DO en el Hostal de los Reyes Católicos, a las siete de la tarde un jueves y otra hacerlo en el mercado de Abastos, a las doce y media y un sábado. Aseguro a quien lo haga que una publicidad bien medida y un mensaje claro harán mas fácil que personas de esa franja de edad tan ansiada y necesaria vengan a conocer de que va esto de menear la copa y oler antes de probar.

Si uno quiere dejar de ser snob y elitista lo que debe de hacer, atención, es dejar de serlo. Sin mas. Sin atajos.

Sería también importante unificar un único mensaje oficial. Decir una cosa y la contraria, decirla desde la mas alta jefatura de una DO (cualquiera) y añadir a esto mensajes del tipo triunfalista habitual no ayuda. La generación deseada es una de las mas preparadas (aunque la tele se empeñe en idiotizarlos). Es, ademas, una de las que mayor numero de fuentes de información tiene...y las están usando.
Uno no puede pretender que un tipo/a de unos treinta tacos lea por la mañana en prensa que los vinos de Ribeiro en 2013 son los "mas mejores", según la DO, al mediodía vea que cuestan 2,30 euros o menos en el super y por la noche se encuentre en twitter a un enólogo diciendo que, en su modesta opinión y en la de otros muchos como el (elaboradores a pie de viñedo) no la ha habido peor en mucho tiempo y se hará lo que se pueda. Esa persona, desde la mas absoluta perplejidad, pedirá cerveza.

Es hora de que pasen cosas. Cada cierto tiempo se vuelve necesario que se produzcan cambios. Ha pasado, desde la génesis del capitalismo, en todas las sociedades que han abrazado el libre comercio. El mercado se autogestiona, con vaivenes y contradicciones. Lo hace, y los actores tienen dos posibilidades, agarrase a los restos del barco, negarse a la evidencia e insistir en el error o adaptarse, cambiar y sobrevivir.

Lograr que esa generación entienda el mercado de las emociones que implica vivir el vino no se hace ni a base de traicionarse a uno mismo, ni a base de insistir en formulas caducas. Se hace haciéndolo. Se hace adaptándose. Se hace respetando las raíces de uno y de su producto, adaptando el mensaje a los códigos del receptor, si, pero desde la altura precisa y no reduciendo hasta el absurdo. Se hace siendo noble, no mintiendo y aceptando que le hablamos a una generación que cree y acepta al antihéroe como parte de la idiosincrasia de nuestro tiempo. Fallamos, si, y eso es una forma de evolucionar.
Esta insistencia de la industria en "el mejor", "el mas premiado", "el mas vendido", como avales de algo es pobre y triste y no lleva a ninguna parte. Somos lo que somos y haremos lo que podamos. Esa si es una forma real y adaptable de lanzar un mensaje para ofrecer un producto que se basa en tantísimos imponderables como el vino cuando se hace de verdad.

Esta próxima anécdota es real. A finales de los ochenta, A Coruña contó con un responsable en materia de Turismo realmente preparado cuyo apellido siempre olvido. En una ocasión, con motivo de una reunión con las cabezas visibles de la hostelería de la ciudad herculina y tras horas de debate estéril sobre temas que nada tenían que ver con la raíz del problema con el turismo en A Coruña (por aquel entonces una ciudad a medio hacer, sucia, mal comunicada y agresiva con el visitante) este responsable técnico se levanto, dio varios golpes en la mesa para pedir silencio y con voz grave dijo; "No tenéis ni puta idea". Acto seguido abandonó la sala.

Este personaje, que fue según tengo entendido uno de los responsables de la publicidad y el marketing en los juegos olímpicos de invierno en Turin años después, no duró mucho en A Coruña por razones obvias. Pero creo que su postura, que he compartido en innumerables reuniones parecidas sobre temas de toda índole, es un gran principio para hablar de como vamos a hacer para que se visibilice


La verdadera calidad de algunos vinos como único estandarte que salvará al sector (a todo) de la destrucción en unos 15 años.

No tenemos ni puta idea. Empecemos desde ahí.




*Fotos: De este blog

lunes, 27 de octubre de 2014

Rehenes.

Es tema de debate en el mundillo vinicola ultimamente el hecho cierto de que las cosas que dicen las autoridad (ministerios, consejerías, organizaciones oficiales, DOs, etc...) y la realidad tienen bien poco que ver.

Este Domingo, el diario mas patético de Galicia publica una publi-entrevista con el Presidente da la DO Rías Baixas, su alteza serenísima el conde de Montecrist.... no, que me lío. La entrevista es a Júan Gil de Araujo, propietario y gestor de Palacio de Fefiñanes y actual presidente de la DO. En realidad, para ser exactos, el presidente de la DO Rías Baixas es D. Juan Gil de Araujo y Gonzalez de Careaga, Marques de Figueroa. Y es un titulo nobiliario de los de verdad, no del tipo "el pequeño Nicolas". Este figura en los libros y es hereditario.

No creo que ser marques lo haga a uno ni mejor ni peor, pero que lo hace distinto para una parte de España es un hecho. Este señor, que posa con capa española para un medio de comunicación sin ser Batman, es el autor de una serie de frases que, en mi humilde opinión, son deudoras y al tiempo garantes de un futuro mas bien oscuro y difícil para la calidad en la DO.

No creo que Juan Gil sea un mal presidente. De hecho, no creo que pueda haberlo mejor en la DO. Y no puede haberlo por dos razones. La primera; el presidente que quieren las cooperativas y Terras Gauda, unidos a las docenas de productores que ni elaboran ni ganas que tienen de elaborar hace muy difícil que salga elegido otro perfil de dignatario. Y este tipo de presidente hace y dice aquello que las cooperativas, Terras Gauda y esas docenas de productores quieren que diga.

La segunda: Un presidente del perfil e ideas que a muchos nos gustaría sería rehén de esa mayoría (que lo es) en el Consejo Regulador y que hace dificilísimo trazar un futuro basado en la calidad en Rías Baixas (o en ninguna parte). Así que si. Es imposible tenerlo mejor.

Y ahí le tenemos, al bueno del señor Gil de Araujo y Gonzalez de Careaga, entregado a la causa, diciendo que "Este año vamos a cerrar el ejercicio con mas de 21 millones de litros de vino calificados (Crisopa no figura ahí, que cosas). Es cierto que hay que dejar de vender el vino a precios bajos y volver a precios normales (porque la calidad ha mejorado notablemente, supongo), para equilibrar la oferta y la demanda. Pero nuestra tendencia es que vamos a necesitar cosechas de 30 millones de kilos de uva. Y (aquí viene lo bueno) este es un mensaje para tranquilizar a los viticultores". Y tanto.
Salvo por mis apostillas la cita es literal.

Este es un mensaje para sustituir a otro. Hace unos meses, en un especial en el mismo diario, el presidente de la DO hacia una defensa cerrada de la "necesidad de seguir trabajando en la linea de calidad y selección que hemos establecido". Y eso de "calidad y selección", dicho sin anestesia en Rías Baixas es peor que soltar un libro abierto en la casa de Gran Hermano.
Quizá por ello, o simplemente porque no se puede esperar nada mejor de quien afirma también que "las grandes superficies son un mercado en el que los Rías Baixas tienen que estar" es por lo que la entrevista de este domingo solo es otro clavo en el ataúd.

En el mundo del vino, el de verdad, no el que se estila en las Españas que nos contemplan, la situación de Galicia es de privilegio. En una latitud como la del noroeste español, con uvas adaptadas al suelo tras décadas, cuando no siglos de permanencia, en un lugar de microfincas, de "terroir" puro, la mitad del trabajo ya estaba hecho. Variedad, suelo, clima. Todo encaja. Todo, salvo la avaricia y la comodidad de los pobres de mente, de los que no ven mas allá y prefieren que su estandarte sean vinos a 2,30 en el estante de una gran superficie. Aquellos que creen que, cuando la mayoría sepa de que va eso de escoger un buen vino, seguirá valiendo el argumento vacío e insulso de las calificaciones de añada (siempre excelente, increíble. Un milagro) o de los puntitos y medallitas. Que cuando la gente sepa que existen "Ferraris" del vino (hechos a mano, uno a uno y con mimo y atención expresa) seguirá queriendo pagar mas por un triste utilitario, fiable a veces y ademas a un precio exagerado para un coche de a diario. Porque aquí los Ferraris, a veces, cuestan menos que los vinillos de tres al cuarto que el señor presidente y la DO quieren ofrecer como la panacea de una zona excelente, si, pero maltratada por sus propios usuarios.


No me mueven intereses espurios, no me motiva el dinero ni me pagan los de la DO Rueda. No. Me mueve la pena de haber bebido cosas extraordinarias  y de saber que aquellos que las elaboran son una minoría de idealistas. Viticultores que podrían seguir vendiendo su uva sin mas pero que dejaron de hacerlo por pena, al ver como el esfuerzo de días y días de campo, de viña, de tesón y audacia se mezclaba con quilos y quilos de comodidad y conformismo. Me mueve la pena de saber que quien hace Fefiñanes III año dice que "el reto es siempre la promoción". Y esa promoción, ¿con que se va a hacer?...¿con vinos descalificados?, ¿con vinos de 2,30€ la botella?...¿o con los que se elaboran ya de partida fuera de la DO para "evitar su desprestigio"?.  

Me parece que Rías Baixas tiene el presidente que se merece y quiere. Predecible, rehén de los que realmente mandan en el consejo y dispuesto a promocionar la supuesta calidad de la DO y sus vinos a donde quiera que vaya, aunque los hechos le quiten la razón. El precio cae, pero nunca es porque los compradores ya tienen lo mismo en Rueda a mejor precio (blanco, fresco, fácil...), no. Es por otras cosas y lo vamos a arreglar produciendo mas cada año.

Todo genial.



* Fotos: de las webs berenguela.com y eco-viajes.com

viernes, 17 de octubre de 2014

La Peste.

La Peste es una novela de Albert Camus publicada en 1947. Cuenta la historia de unos médicos que, inmersos en una pandemia sufrida por la ciudad argelina de Oran, profundizan en esas cosas que a tan pocos interesan y que aún menos usan; la propia existencia del hombre y su condición en relación con el mundo y la humanidad.

La otra peste, la "Ypestis", sacudió Europa y el mundo conocido en el siglo XIV  llevándose por delante a millones de personas por una enfermedad que sin estar hoy en día erradicada no preocupa a nadie por razones evidentes; a saber; hoy nos lavamos mas a menudo que lo que se estilaba en el siglo XIV. La peste surge de un conflicto militar por razones comerciales y esto me da pie a un argumento que hoy quiero usar como eje de este soliloquio. La peste tiene muchas caras y no todas son tan evidentes como la enfermedad.

Las fuentes históricas y los estudiosos del tema coinciden en que la peste como tal surge en el año 1340. Lo que hoy es Crimea (la recientemente usurpada por Putin a Ucrania, si) estaba ocupada en aquel tiempo por diferentes tribus de Tártaros que mantenían intensas relaciones comerciales con Genoveses y Venecianos. Estos, a pesar de que hoy en día son solo italianos, por aquel entonces mantenían una dura pugna comercial por hacerse con el control del mediterráneo. Los Tártaros, aliados ya con los venecianos, acosan a los genoveses que se refugian en Caffa (lo que hoy es Teodosia o Feodosia, en Rusia, a orillas del Mar Negro). Entre los tártaros se van produciendo múltiples bajas por una brutal y fulminante enfermedad que aparece entre ellos y deciden lanzar con sus catapultas los cadáveres de los infectados por encima de los muros de la ciudad. Al terminar el sitio de Caffa los genoveses siguen a lo suyo, viajan por doquier y esparcen la Peste por toda Europa, ocasionando una pandemia descomunal que habría costado la vida a entre un tercio y la mitad de los habitantes de la Europa del siglo XIV.  

Es curioso que un conflicto comercial que acaba en guerra (como casi todos) sea el germen reconocido de la mayor epidemia registrada en la historia de la humanidad. Es una diferencia entre comerciantes del siglo XIV la que ocasiona las medidas extremas de los tártaros y es la habilidad para viajar y distribuir su mercancía de los genoveses la que esparce la bacteria por doquier. En el libro de Camus la peste es el vehículo y la excusa que inspira a lo mejor y lo peor de los protagonistas del libro.

Es curioso como el dinero mueve a muchos a lo mejor y lo peor, porque el vino es un frente de guerra real donde las conductas comerciales y la estrategia de tierra quemada al mas puro estilo tártaro hacen mella de un modo crucial. Si, lo se, un demagogo de libro. Así que haré aquí la apostilla habitual al respecto de que ni pretendo ni intento comparar con aquellos tártaros a nadie por querer vender de un modo algo que ni de lejos tienen la importancia de una vida humana. Pero creo sinceramente que los comportamientos humanos tienen la tendencia invariable de repetirse frenéticamente a lo largo de la historia, haciendo buenas las palabras de Ortega sobre la obligación de repetir la historia cuando no se conoce.

Creo también que cada época tiene su contexto y que La Peste no tiene porqué tomar forma de pandemia para ser y existir en un tiempo diferente al del siglo XIV.  La Peste puede muy bien tomar forma de corrupción político, o de crisis financiera, o de tecnología opresiva, quien sabe. La Peste es una de las caras del alma humana. La complejidad está en identificar la cara, la peste, y reconocer así que se necesita una solución para un problema.

Se, porque esto es así, que la mayoría estáis pensando en Ébola, pero no. Ni de lejos. Las técnicas y medios sanitarios a nivel mundial hacen muy difícil que ningún virus o bacteria se haga acreedor de tal cantidad de muerte y devastación. Puede haber grandes pandemias, pero un tercio de la población de la Europa de 2014, que hoy son 711 millones de personas, serían mas de 230 millones de personas. Ningún virus o bacteria puede hoy en día matar a tanta gente en 11 años. Ninguno.

Otra cosa muy distinta son las otras Pestes. Las otras matan a millones sin telediarios. El tabaco, la contaminación industrial, las drogas...son múltiples y variadas las maneras de matar gente. El hambre mata 3,1 millones de niños en todo el mundo cada año. Y nadie se preocupa del perro de esos niños, nadie se molesta por la declaraciones estúpidas de los políticos que deberían haber impedido la muerte de esos niños y nadie, nadie, usa políticamente la muerte de esos niños. O si. La usan en Intermon-Oxfam, en Médicos sin fronteras, en Amnistía internacional. Lógico, están hartos.

La importancia relativa de todas las cosas parte del hecho cierto de que nada es para siempre, pero menos que para siempre es pretender que algo tan nihilista y prosaico como beber vino tenga ninguna importancia ante hechos como los aquí citados. La gracia del asunto, si la tiene, es que nadie se ha parado a pensar, a la lectura de estas lineas, hasta que punto es importante la ética, la moral industrial y comercial, el respeto a la tradición y la tierra, el respeto al planeta y sus habitantes y a los consumidores en los países que pueden permitirse tener consumidores a la hora de actuar en comunidad, por ejemplo, vendiendo vino.

Ninguno de los que participan en eventos profundamente mal promocionados hoy en España es ni ligeramente consciente de su importancia crucial en una cadena interminable que es la responsable de hacer entender a la generación de mi hijo de 22 meses que hay cosas muchísimo mas importantes que vender mucho y vender barato.

Cada vez que me da por pensar en la magnitud enorme de lo que nos rodea y en lo insignificante de nuestras cuitas en este mundillo de mercaderes genoveses y tribus tártaras me asombro mas de lo mediocre y mezquino de ciertas actitudes. Ante la inmensidad del mundo algunos prefieren callar, no pensar, y asumir su miseria. Otros miran a las estrellas y suspiran.

A la espera de que definamos cual es la clase de Peste que nos asola y a la cual debemos combatir, prefiero pertenecer a los soñadores y ladrar. Mucho y muy alto. Y que me oigan.

Permitidme pues está reflexión totalmente extemporánea y poco meditada. Hay días en los que, escribir sobre vino se me queda enormemente corto.



   
*Fotos: Imagen de la bacteria causante de la Peste. Medico alemán ataviado con "mascara" protectora  del siglo XIV. Portada del libro "La Peste" de A. Camus.



martes, 30 de septiembre de 2014

Finding Sebio.

Hay dos cosas que me gustan especialmente de los vinos de Xosé Lois Sebio. La primera es que sus vinos podrían serlo de otro cualquiera, pero no. Esto se explica porque el albariño, el godello o el Ribeiro que firma (en colaboración con otros) saben a eso, a albariños, godellos y treixadura, pero con algo mas. Ese algo mas es Sebio. Es el. No hay otra forma de definir una manera de entender este mundo tan dispar y contracorriente.

El Compostela Gastronómica (del que no pude disfrutar tanto como quisiera por innumerables razones que no merece la pena desgranar aquí) me dejó una cata de introducción al "universo Sebio". Una cata donde probamos todo lo que hace (salvo ese verdejo segoviano que ahora necesito probar por pura curiosidad morbosa) y donde el mismo matizó, explicó y desenredó las condiciones de cada vino y cada añada para los presentes.


Y de esa cata extraigo la segunda de las cosas que me gustan especialmente en Sebio y por extensión en su vino. La sinceridad.
En este circo (porque lo que aquí tenemos montado es, perdonando, un circo de tres pistas con payasos, elefantes y malabaristas) hay muchísima hipocresía. Es moneda de cambio entre zonas y viticultores, entre industria y artesanía. Ser hipócrita es obligatorio y no serlo se castiga con el ostracismo. Tal vez por eso resulte tan difícil, casi imposible, oír a un elaborador hablar mal de un año concreto en una zona concreta como el propio Sebio hizo en su blog.
Tal vez porque esto es un circo hay que ser huidizo, ladino y parco en palabras cuando se trata de hablar de lo desastroso de un año porque, ay amigos, no todo se arregla en la bodega. No todo. Se arreglan muchas cosas pero, cuando uno quiere ser sincero es muy difícil defender que el 2013 fue un año "de fresca y chispeante acidez".


En un país como los Estados Unidos, donde la profesionalización en el deporte se remonta a los años 30 (salvo para el Baseball, que es anterior) hay figuras clave que a mi particularmente me ayudan a explicar como se rompe la barrera de la hipocresía en contextos de evidencia palmaria. Vince Lombardi fue un entrenador de Fútbol Americano, clave en la historia de este deporte. En los años 50 y 60 dirigió al equipo con mas victorias y títulos de la historia de este deporte, los Green Bay Packers. A el se atribuyen frases especialmente duras si uno es mas de la linea "lo importante es participar". Para nada.

Lombardi (cuyo nombre se da ahora al trofeo que se otorga al equipo ganador de la liga cada año) fue quien dijo que "Ganar no lo es todo, es lo único". Sin mas. Este es un negocio, decía, y ganar es el objetivo de nuestro trabajo. Lo que no sea ganar es fracaso y es inconcebible.


Vender lo es todo. Para muchos. Cada año, millones de litros de vino colapsan los depósitos de numerosas bodegas industriales donde la premisa es y será producir mucho y muy barato. Y a parte del actual discurso oficial (que vive una especial esquizofrenia defendiendo la "selección y la calidad" al tiempo que se baten récords de quilos en vendimia) la realidad es que el vino les sale por las orejas a la mayoría.

En ese contexto, que exista Sebio, y otros con similares formas de ser y proceder, es un milagro.
Que exista O Con 2013, albariño hecho a medias con Xurxo Alba de su viñedo en Castrelo, es un milagro. Una suerte de giro del destino que se deja ver en un vino fresco de crecimiento ilimitado y evolución creciente. Un vino a seguir de una añada complejísima y rara como pocas.
Que exista Issuee es un milagro, o Salvaxe. Que se embotellen cosas como el Wish de 2011 o el Superheroe de la misma añada (madre de Dios con este ultimo) es un privilegio. Y, aunque siga sin cogerle el punto, que exista Hush y que el 2010 siga teniendo mas que decir es todo un logro.
Y todos son de Sebio. Todos son parte de el.

Marc Foster firmó en 2004 una película sobre la vida y obra de J. M. Barrie, el autor de "Peter Pan" e inventor del universo de Nunca Jamas. "Finding Neverland" se llama la película que, salvo por alguna licencias, guarda bastante relación con la vida real del autor. En Nunca Jamas, donde están los niños perdidos, el tiempo pasa de modo distinto, los niños tienen margen de decisión mas allá de sus padres y viven aventuras sin preocupaciones. Hay piratas, hadas y duendes y lo cotidiano de la vida no importa demasiado.

Dejando a un lado lo  fantástico e infantil del relato de Barrie, las DOs gallegas viven literalmente en Neverland. Han convertido el día a día en una pura transgresión, pagada en periódicos de tirada regional para tapar las críticas abiertas de los propios productores que, cansados de tonterías indefendibles, hablan ya abiertamente de hacer sus mejores vinos fuera del sello de la DO para no "manchar" su prestigio utilizando las mismas señales que los productores industriales de vinos del supermercado. En estos términos hablaron alguno de los elaboradores participantes en la mesa redonda que coordinaba Eva Pizarro en el marco del Compostela Gastronómica.  Sin tonterías. Sin hipocresía.

En un día especialmente triste tras la perdida ayer de Nerea Pérez, enóloga del Bierzo que fallecía trabajando este lunes a los 25 años de edad, sería bueno acabar dejando claro una vez mas que, cuando hablamos de vino, de elaborar, de tradición, de mercado o de hacer visible la importancia de seguir unas reglas y una filosofía en el mundo del vino, al final, de lo que estamos hablando es de personas. De personas y sus personalidades. de sus esperanzas, sus miedos, sus ideas y su corazón. De Nerea, que probablemente estaba llamada a hacer grandes vinos en su vida, porque los hacia en un lugar extraordinario como el Bierzo y porque tenía a su alrededor a gente inspiradora como su tío Raúl, al que desde aquí envío un fuerte abrazo en unas horas tan duras.

El vino son personas. Y para que esto sea así no valen ni farmacias, ni maquinitas, ni hipocresía. Los vinos de Sebio, los de Dominique, los de Rodri o los de Xurxo son suyos por definición. Por carisma, por corazón y porque si. El reto es conseguir que esto que algunos sabemos llegue a una mayoría informada.

De "la masa" ni yo, ni nadie, puede ya hacerse responsable. Lo siento por ellos.





*Fotos todas de mi autoría.



jueves, 18 de septiembre de 2014

Gastrobatallas.

Tengo una obsesión profunda con la estadística. Para bien y para mal. La verdad es que no se muy bien que me la produjo, pero aquí está y vivo con ella. Tal vez el problema parte de vivir en un lugar del país capaz de decir que algo está bien porque cuatro vecinos en un bar dicen que está bien. O quizá se deba al popular carácter gallego que justifica decisiones estratégicas en función de frases del tipo "unha ves, un home...". Es decir "seguro que el cinturón de seguridad es muy bueno y útil, pero yo conocí un hombre una vez que murió ahogado por llevar puesto el cinturón". Ya. Seguro que el hecho de que su coche se cayese al mar no tuvo nada que ver.

Esta inquina con lo básico de cada cosa que se hace por el bien de todos me pone enfermo. Llevo décadas pidiendo datos concretos del "feedback" económico, del retorno de beneficios que millones de euros en subvenciones al camino de Santiago en su prolongación a Fisterra y Muxia ha producido, sin resultado. Nadie, ningún organismo local o autonómico, ninguna asociación, ningún medio es capaz de aportar ese dato de una fuente independiente y solvente. Nadie. Se basan las decisiones en la suposición (acertada o no) de que por ese camino transita un numero alto de personas.- Alto, ojo, para los estándares locales, porque si yo explico en mi querida Costa del Sol que a Fisterra llegaron 20.913 peregrinos en 2013 y que esa cifra es récord absoluto, a lo mejor las risas desde Marbella se escuchan en mi casa.

Y no es cuestión de masificación, ni de estar en contra de la ruta xacobea, al contrario. Es cuestión de prioridades. Porque conocer el dato real de ingresos generados por esos casi 21.000 peregrinos nos permite ser serios, ajustar, componer un programa de actuaciones en el camino a 10 años vista, conservar o no la ruta, mejorarla. Ser eficaces, no fabuladores.

Es curioso como este tipo de situaciones se replican por doquier. En Compostela, este fin de semana, se pone en marcha un evento "Compostela Gastronómica", que tiene una lectura que hay que hacer y que no es bonita.

Se trata de un "Festival da cociña galega", en palabras de la organización, y concentrará en 9 días un interesante programa. Talleres, espacios para profesionales, rutas, catas... la verdad es que se trata de un muy interesante programa, con espacio expositivo incluido y el mercado de abastos como eje principal. Vamos, es el Forum. Si, el Forum, ese evento bianual que se fue de la ciudad tras varias exitosas ediciones por obra y gracia de unos responsables políticos incapaces y inútiles, ignorantes de lo mas simple y profundamente desinformados. Ese evento que acabó en Coruña, con un notable éxito según pude comprobar. Es y no es, claro. Porque quizá este, ya veremos, sea mejor. ¿Por qué?

Este "Compostela Gastro" tiene lugar en una de las ciudades que, en mi humilde opinión, mayor proyección ofrece en materia gastronómica en toda España. Al menos en lo referente a la cocina de los restaurantes que, regentados por valientes o inconscientes, ofrecen desde hace años una luz de guía a los muchos emprendedores que siguieron la estela de los mejores de la época de las vacas gordas.

Alguien pudo pensar, muy legitimamente, que tras Solla, Tejedor o Beatriz Sotelo se acababa el mundo. Y si esto no fue así es, en gran parte, gracias a Compostela. Perdón, gracias a los que se atrevieron en Compostela. Iago Castrillón, Lucia Freitas o Marcos Cerqueiro en sus cocinas y Eva (menos mal que nos queda La Pizarro) o Iago (el Pazos) en sus barras nos han dado un motivo a muchos para confiar en el futuro y en que será bueno. Pero ojo, será bueno en Compostela.

Y no digo con esto que Lugo, Coruña u otra decena de puntos en toda la geografía gallega no merezcan una atención y loa similar, pero es que Compostela es mas. Mas y mejor. Con sus claroscuros, pero es mas. Mas que Coruña en todo menos en población y visión política (aunque visto como va la cosa en materia política en la capital, lo raro es que además de perder el Forum no hubiesen quemado algún restaurante o cerrado alguna tienda. En fin) y mas que otros lugares del panorama español en riqueza y esperanza de un futuro de alta cocina pero de mercado, popular y accesible. Una cocina cierta, como dijo un buen amigo. Una cocina cierta y verdadera.

Titulo este post como "Gastrobatallas" porque estoy seguro de que, sibilinamente, de modo soterrado y silencioso, un numero concreto de personajes tendrá mucho que decir, en clave crítica y negativa, sobre como resulte este evento que se estrena mañana viernes. Tendrán que opinar y, tal vez, alguno incluso querrá comparar sin entender que lo que debería suceder estos días en Santiago va mucho mas allá de lo ocurrido en otros eventos, de lo variado de la oferta o de lo completo de la exposición de productos. Porque merecemos un evento libre que vaya mas allá.

Que permita un discurso, que ofrezca una vía para entender y hacer viable la comunicación del fenómeno gastronómico a la generación que viene, la que no tiene ni idea de lo que es "cocina de mercado" y que, además, le importa un bledo porque, cuando come fuera, lo hace en un burguer o una pizzería.

Y el Forum, en mi modestísima opinión, no sirve para eso. Su tamaño, su función, origen y desarrollo, impiden la intimidad que Compostela puede ofrecer. Intimidad unida a variedad de voces, de modos y de medios para entender la cocina y para implicar en ella al mayor numero de personas, de aficionados o de simples comensales.

Y para terminar, como siempre, el vino. Si estuviese en mi mano. prohibiría que un restaurante pudiese considerarse tal sin una carta de vinos, al menos, del tamaño y calidad de la de Eva en Acio. No hay (no exagero) en España 30 restaurantes que mantengan un nivel de selección, calidad y variedad tan enorme a lo largo de todo el año y en crecimiento constante. Es increíble. Y que lo haga en Compostela, en Galicia, lo hace directamente marciano.

Tengo una obsesión con la estadística. Los que tomaron la decisión política (de las demás decisiones nada se) de prescindir o no apostar por el Forum en Compostela no miraron ninguna estadística. Probablemente no hicieron ni siquiera las preguntas correctas. Espero que esta vez no esté en su mano.

Así que si, con todas las pegas que la organización de algo así pueda ofrecer, humildemente creo que la sola existencia de un evento así (ojalá que anual) es estupenda.
Lo veremos.




* Fotos de la web del evento.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Una cierta felicidad humilde.

Llevo una serie de días bastante malos. Y entre la densa niebla, hace unos jornadas, llegué a una interesante conclusión que me apetece compartir con todos vosotros.
Tengo una suerte inmensa.

No hablo de la que se achaca a los ganadores de la lotería, a los poseedores de un PC que funciona siempre o a los residentes en el sur de España. No. Hablo de la suerte que se cruza a diario en tu camino sin banagloriarse, sin pavonearse mientras te mira con gesto esquivo. Hablo de la clase de suerte humilde que implican la serie de cosas de las que voy a hablar en las siguientes lineas.

El vino me lo dio y me lo quito. Mi desequilibrio, mi actual handicap parte del shock de saberme tan mortal como todo el mundo en los negocios. O mas que mortal, muerto y enterrado. Un inútil.
Pero, al mismo tiempo, el vino me dio la oportunidad única de conocer a gente extraordinaria en todas las facetas de la vida. En todas.

El vino me trajo a Mariano, me enseño la puerta del "clan de los asturianos", los diletantes (que tiempos) y de entre ellos a mi hermano Picki, mi co-hermano Jorge y mi antihermano Jorge Sibarita (que bien me caes puñetero). Asturias es para mi y para siempre Fran "el Dile", y el gran Lolo y Marta, y como no Tony (mi amigo). El vino me puso en la senda de la Asturias que desconocía y que ofrece lugares y personas, y comer y beber como dios (que grande eres Martino, que grandes en El Palermo, y los Coalla y German y ese Pitu y esos Callos). Y Elias (que duro es todo y que duros somos nosotros, ¿a que si?)

El vino me llevó con Luis Anxo a pasear por Arnoia, me trajo a Rodri y su concepto de la vida plena que deriva en vinos legendarios, me presentó a Rafa y así descubrí un aventurero de la viña y de la naturaleza. La viña me llevó a Cebreros y a probar la garnacha tal cual es y no tal cual quieren que sea los de siempre. El vino y la viña me abrieron a Rías Baixas y al blanco violento, certero y punzante de Castrelo, de Xurxo y de Alberto.

Y el vino, la viña, Rias Baixas, la Riesling y los cielos me llevaron un buen día a Portonovo y a la curva. A Curva.

Por si fuera poco tener una carta de vinos mayor y mas cuidada que el 98% de los restaurantes en Galicia, va Miguel, se pone chulo, y le llama al bar tal cual es y está. Sin inventos. Dios escribe recto con renglones torcidos. Miguel sirve vinos geniales y desconocidos en una taberna de Portonovo rodeado de locales mediocres de producto de tercera por todas partes menos por una. Tal que una especie de Asterix en la aldea gala, que resiste ahora y siempre al invasor de la Rioja.

En mi ultima visita de 2014 dos Riesling por copa espectaculares, almejas, croquetas, volandeiras, pulpo y hasta patatas fritas, con su postre y café, para dos por 50€. Y habrá quien se queje. Lo hay. Siempre hay alguien que no se entera de nada. Siempre.


Miguel es un rara avis, no solo por A Curva, por María Fechoría y su catálogo de vinos tan espectaculares como desconocidos para "la masa" o por sus camisetas para el servicio (la suya pone "rapas de a bordo". Ahí queda). Miguel es especial porque con el al frente te sientes bien. No creo que se haya enfadado nunca en su vida (enfadado de verdad, en plan Charles Bronson o Harry el Sucio) y estoy seguro de que si se enfadó fue con el vino por en medio. No veo a Miguel queriendo convencer a nadie de que unos de sus vinos tiene 95 puntos Parker y que por esa única razón te tiene que gustar si o si. No veo a  Miguel vendiendo nada que no le guste realmente. Nada que no le llene, que no le haga suspirar y abrir los ojos.

A Curva es un lugar especial porque si, porque lo es. Habrá quien no entienda lo frágil de que algo así se de en un mercado tan patético y poco inspirador como la hostelería costera en Galicia. Habrá quien no comprenda que algo así jamas existiría sin un Miguel, o una Eva y un Iago, o otro Iago y un Marcos, o una Lucia y un Nacho, o un Fran y una Sefa. Anormalidades cósmicas de la cocina gallega condenadas a superar con mucho, con mucho, el nivel con el que otro u otra cualquiera triunfaría en Madrid o Barcelona. Pienso en un David "Diverxo" en Galicia, mandándolo todo a la mierda a los 3 años de abrir diciendo "iros todos a comer cocido y churrasco por tres duros y que os den por...". Ese es el nivel, sin florituras.

Y ahí vive y trabaja Miguel Besada. Ahí trabaja y abre con un rotundo éxito A Curva. Ahí y no en ninguna otra parte siguen luchando y a veces triunfando, cada día mas consolidados, mas referentes, Acio y A Tafona. Que orgulloso estoy de todos ellos y ellas. Sobre todo de ellas.

Esta oda de final de verano lo es a modo de descargo. El vino me dio, me da, mucho mas de lo que yo le daré nunca a el. Le he dado un librillo menor sin mucho éxito mas allá del esperado para la opera prima de un desconocido a la par que poco agraciado y poco amigo de las multitudes.  Un escritor justito con un regusto raro por el exibicionismo emocional. Yo.

Me pedía el cuerpo el poner negro sobre blanco lo mucho que le debo al vino para no estar aún peor, para ver que al final tengo una suerte inmensa, de esas que no gustan de pavonearse ni banagloriarse por su astucia y capacidad. Una suerte humilde. A Curva, Miguel, Mariano, Picki, Asturias. Mi mujer y mi hijo.

Entre la niebla, Felicidad. Y el perro negro sigue cabalgando.





*Fotos: en la web. Y no demasiado buenas. No puedo permitirme otras hoy, sorry.


viernes, 22 de agosto de 2014

Albariño de Castrelo. El paradigma.

De las muchas cosas que separan el discurso oficial de la DO Rias Baixas del mundo real cuando de hablar de calidad se trata, el ejemplo que supone la parroquia de Castrelo es paradigmático.

La versión oficial dice que esto es lo que ofrece y propone Rias Baixas como ejemplo de calidad y futuro. La realidad dice que lo que pasa es esto otro. La distancia entre el discurso y la realidad, ademas, no se cambia ni en un día ni en 10 años. Es un modo de actuar, una forma de entender el negocio. Algo muy difícil de mudar en cuestión de años. Una filosofía. Equivocada, pero filosofía al fin y al cabo.

Y dándole vueltas a la cabeza (en sentido figurado, no estilo El Exorcista) uno llega a una conclusión que creo que merece la pena que quede por escrito.

Es muy difícil, por no decir imposible, que la DO Rias Baixas modifique sus estructuras lo suficiente como para evitar el desastre que se avecina.
La realidad, añada tras añada, marca claramente la tendencia, a saber; mas cantidad, menor precio. En la ultima dedada, solo un vino ha salido de una marca de gran producción con ansias de copar el mercado de lujo. Solo un vino. En el caso de todos los demás productos ofertados con un animo de mejora, en una linea de precio superior a la media y con una producción escasa o exclusiva los protagonistas de la novedad han sido pequeños productores o viticultores individuales. Aún mas...

Una lista no pequeña de los vinos que mayor atención han despertado entre la parroquia friki ni siquiera estaban amparados por la DO. O bien sus autores desistieron de pelearse con el organismo a la vista de lo evidente de la negativa preventiva, o bien si remitieron muestras al consejo que, en otro acto de suicidio digno de recuerdo, decidió decalificarlo por "incorrecto". Esta realidad no tienen un reflejo estadístico claro. No se cuantos vinos cada año son los descalificados ni cuantos de estos lo son por razones lógicas (sanitarias o técnicas) ni cuantos lo son por no cumplir una serie de criterios retrógrados y mal informados. No digo que los calificadores no estén técnicamente cualificados (faltaría) digo que la mayoría de ellos no han salido de su casa salvo para ir a la sede del consejo regulador. Digo que no han probado sistemáticamente riesling de todos lo olores y colores, borgoñas y champagne de todas las clases. Y digo que los que elaboraron la normativa que regula estas catas lo hicieron en el siglo XIV y, que queréis que os diga, arcaico es poco.

Y con este panorama es imposible (repito) imposible pensar en el futuro de la DO mas allá del "bag in box", del "albariños a 2,14€" en el Lidl (la calidad no es cara ni es barata ni es calidad) y de las etiquetas con topitos de colores.

Veo claramente un interés, eso si, en vender a cualquier coste que la actual dirección de la DO si cree en la calidad, si cree en la selección y afirma sin ambages que lo suyo es elevar el nivel del albariño en cuanto a calidad se refiere. Veo, insisto, un interés desaforado en esto. Un interés que, sin embargo, no se ve acompañado por medidas directas, duras y evidentes que justifiquen el tal interés  (Reducción drástica en la cantidad a vendimiar por hectárea que promueva la selección antes que la producción, gestión de un sello de especial calidad reservado a productores con características especialmente definidas, potenciación de la presencia de esos y otros vinos en eventos concretos de carácter puramente profesional, etc).

Nada de esto se aprecia en esa actitud tan cacareada en los medios tradicionales. Porque esta es otra. Son los medios tradicionales y los habituales seguidistas, "no-periodistas" del corta-pega que difunden sin mas las notas de prensa de las DOs y los bien-pagados bloggers que nos insultan a la mayoría a cambio de una visita o cuatro duros los únicos que se creen este cuento.

En los mentideros (si, los mentideros) en un buen puñado de blogs, en twitter (veis, un mentidero)  y en ciertas revistas especializadas todo el mundo, todo, sabe sobradamente cuales son las enormes virtudes de la uva, la zona y un puñado de productores y cuales son sus enormes desventajas. Y una de ellas es la DO, su consejo regulador y su resistencia a aceptar que en 2014 hacer vino es otra cosa que no tiene nada que ver con capas, medallas ni récords de producción.

Es la hora de cambiar. Es la hora de decidir. Lo que hoy se haga tendrá un reflejo indeleble y sin vuelta atrás en los próximos 10 o 15 años.

Propuestas las hay, (Albariño de Castrelo, por ejemplo). Yo tengo muchas y gente a la que conozco tiene cientos mas que yo. Y muchísimo mejores, probablemente. Escúchenlas, atiéndanlas y debátanlas. Es la hora.






 * Fotos: Xurxo Alba en su viña e imagen de la viña de Alberto Nanclares en Castrelo-Cambados.

miércoles, 23 de julio de 2014

La evolución positiva.


Me da estos días por recordar los primeros albariños que probé con conocimiento de causas. Corría el año 2002 (inciso; no se trata de que no hubiese probado albariño alguno antes de esa fecha pero creo que fue por ahí cuando lo hice con actitud crítica y atención al detalle) y recuerdo perfectamente que albariño era y que pensé de el. No se trata de ningún alarde, lo tengo apuntado.

Ese primer albariño consciente era un Condes de Albarei de 2001. Un vino común del que anoté "definitivamente, no me gusta el albariño". Esa máxima es muy de mi estilo. No se trata de ser superfluo o banal, es que realmente cada vez que bebía albariño mi desafección hacia los vinos blancos era mayor. Ese primer contacto a sabiendas fue muy anterior a mi verdadera inmersión en el universo vino, años antes de entender de la existencia de múltiples niveles y filosofías a la hora de elaborar vino. Pero yo creo muy reveladora la sensación, ahora que recupero alguna de aquellas primitivas libretas.


Mi opinión al respecto de los vinos a partir de albariño ha cambiado profundamente. Lo hizo después de gloriosas botellas, Leirana y los Goliardos, Tricó, Albamar, Nanclares, Pico das Penas, los primeros Baladiña... La evolución del vino se percibe al paso de una década pero un twitt de estos días de Toni Onsalo me ha devuelto a un tiempo, no se si mejor o peor, donde todo era novedad y evolución hacia adelante.

Los primeros Zárate con crianza en deposito de acero ("Tras da Viña") de mas de 20 meses, aquel Añada de Baladiña de 2002, tan melifluo como desesperante, los Contraaparede. Todo era artesanía,10.000, 5.000, 3000 botellas de cada.

Vinos exclusivos por incomparecencia. Rías Baixas es, a la vista de los hechos, uno de los auténticos laboratorios involuntarios de la conversión del caduco sistema de DOs en España en algo mejor. Algo mas cercano a Francia, con autentico amor por la tipicidad extrema, la clasificación en función del lugar real, de la parroquia, de la finca. Que lejos queda el albariño "del año" que no envejecía, que solo servía para comer marisco, para ingerir por arrobas, por hectolitros, que se bebía helado (seis grados eran pocos para aquello), que no era ni pretendía ser distinto, marcar la diferencia. Aburrido. Mediocre.

Aquel Condes de Albarei era y representaba lo que se pretendía de el, en base a un diseño técnico-químico concreto, de carácter comercial. Lejos del terruño, de su respeto o de su representación simple en la botella. Vinos para vender vino. Vinos para pelear en el mercado, en la gran distribución, en la hostelería del día a día. Vinos mecánicos.

No pruebo Condes de Albarei desde 2010. Me cansé de intentarlo, supongo. No hablo de sus representaciones mas (supuestamente) elevadas; Pazo Bayon, elaborado en base a la uva del Pazo incautado al narcotrafico o Carballo Galego, del que sigo esperando que un día me emplace a probarlo con años de historia y hacer comparaciones. Del básico de la casa me cansé, hace años, igual que me cansé de otros, tan fácilmente identificables en cata ciega por sus características técnicas. No por su tipicidad.

Estoy seguro de que existirán innumerables voces en contra de mis apreciaciones, pero da igual. La evolución de los acontecimientos ha hecho que mi inicial desencanto para con esa uva, para con esa zona, se acabase convirtiendo en verdadera devoción. Creo en el futuro del albariño como el gran blanco de guarda y disfrute vertical en las próximas décadas. Y en los tintos Rías Baixas como el gran territorio del tinto popular que ayudará (por fin) a que los jóvenes se acerquen sin bobadas ni
Snobismos al vino en el que tantos creemos.
Ojalá.





* Fotos antiguas de este mismo blog.

martes, 17 de junio de 2014

Tendencia al ego.

Hay varias cosas interesantes de por si en el universo vino y, en mi opinión, una de ellas pasa por la susceptibilidad general que se gastan determinadas personas y estructuras. Y al respecto de esto quiero teorizar este día, porque pienso que es interesante debatir alrededor de una tendencia cada vez mayor y menos justificada: el divismo y el súper ego.

En tiempos existía cierta tendencia a la sobrevaloración de los vinos propios. Esta idea (errónea publicitariamente desde cualquier punto de vista) parte de la tendencia del mercado anglosajón que encumbra al triunfador en detrimento del perdedor. El termino "loser" (perdedor) se usa de modo generalizado como antítesis del "winner" (ganador o triunfador). En ese contexto, el mensaje del "mas vendido", el "mejor vino según..." o el "preferido de..." encajan a la perfección en una suerte de guerra sin sentido entre vinos en general mediocres pero mayoritarios.

"El vino mas vendido en Madrid y en las dos Castillas" decía un anuncio de un productor masivo no hace mucho tiempo, "El nuevo clásico gallego" rezaba otro spot de una cooperativa gallega en un carísimo anuncio televisivo ofrecido en un formato y con unas características muy alejadas del estilo general que gusta a sus principales consumidores. El mejor. Tuve un profesor que como primera lección nos insistía en erradicar la formula "el mejor" de cualquier anuncio que elaborásemos en nuestra carrera como publicistas. El mejor no existe, y menos en publicidad.

Es por esto que las redes sociales (twitter de modo preferente) han abierto un espacio inusitado e indeseado para la industria a la crítica y al desprestigio. Leo constantemente de bodegueros, industriales o enólogos (o productores a secas) anormalmente molestos, cuando no totalmente alterados y fuera de sí, al leer críticas mas o menos acertadas o medidas en twitter sobre sus vinos. Leo de bodegas molestas con reclamaciones discretas de consumidores que han tenido un problema totalmente argumentable y razonable a la hora de disfrutar de sus vinos. Bodegas que pierden clientela y prestigio por no devolver a un consumidor una botella con corcho defectuoso o simplemente mal (por razones medibles y lógicas) produciendo de ese vino cientos de miles de unidades.

Hay quien piensa que se trata de una pésima gestión en RSC (Resp. Social Corporativa) o RR.PP. pero yo creo otra cosa. Pienso que el problema es de ego. Un ego extraordinariamente mal entendido y escasamente sustentado. Un ego innecesario, el del que sabe que lo que hace no es ni de lejos lo mejor, ni siquiera un producto especial, ni distinto. El malestar del que ha sido pillado "con el carrito del helado" y carece de legitimidad para defender un producto sin alma, sin peso ni calidad. Solo con marketing detrás. Solo con industria, nada de carácter, nada de verdad.




El ego es un valor, una herramienta, difícil de manejar. Hay personas que nos llevamos muy mal con nuestro ego y hay otras que creen que su visión del mundo, del que sea, es la que emana de su ego. Esto ultimo pasa mucho en el mundo del vino y no solo entre productores o elaboradores.

También le sucede a algunos catadores, con blog o sin el, aficionados y profesionales, que piensan que la suya, su opinión, es algo mas que un puro ejercicio de ego carente de razonamiento. Que a uno u a otra no les guste algo (por ejemplo, la selección de bodegas participantes en A Emoción 2014) es algo carente de toda importancia. Que su ego les diga que esa selección es mejor o peor, que faltan o sobran vinos o bodegas da igual. No importa nada. Su ego les engaña y les hace creer que su criterio, cualquier criterio, ante una copa de un vino singular, especial o distinto es mas importante que este. Y no es verdad. Su criterio, como cualquier otro, no vale nada mas allá de si mismos/as.


Es tendencia creer que el vino que uno hace, cuando se gasta millones en promoción, es superior a otros. No lo es. Nunca lo será. Igualmente, creer que por acudir frecuentemente a saraos, o por tener un restaurante con carta de vinos plagada de referencias "madereras" se está en disposición de hacer crítica de algo hecho desde el altruismo y el desinterés y por puro hedonismo es estar profundamente equivocado. Solo es cuestión de ego. Una tendencia peligrosa.





* Fotos de la web thegic.org y fotogramas de la película "Ratatouille" del personaje Antón Ego.

lunes, 19 de mayo de 2014

Militancia en la emoción.

La diatriba de hoy tiene un fin y un afán. Esto quiere decir que tengo un interés especial en algo mas que en dejar escritas una serie de palabra mas o menos conexas o inconexas en este "sitio de mi recreo".

Se me critica (con razón, creo yo) que hago mención a apartados de mi vida privada en este blog con cierta recurrencia. Ya digo que es así. Pero lo hago con una motivación y sin ocultar que (como cita la frase de portada de este blog desde hace años) se trata de hablar de vinos y comidas en este blog sobre "mi vida, la que me supera y la que no".

También he dicho en este espacio (con todos los peros o entre lineas) que me cuesta vivir. Me cuesta mas que a otras personas porque algo dejó de funcionar bien en mi cabeza y eso me llevó a un terreno desconocido para mi. Un campo de batalla nuevo, de lucha contra la ansiedad, contra la depresión y contra mi mismo, algo que nunca había sufrido. Por esto y por otras muchas razones fui tomando a lo largo de los años y hasta hace un par una serie de decisiones que me alejaron del vino. Culpé, equivocadamente, a este y a su mundo de haber fracasado como empresario, algo falso y mezquino.

Esta circunstancia me llevó a separarme también de las personas, algo erróneo siempre, aunque realmente estas hubieran tenido alguna responsabilidad en mis actos. Con algunas de esas personas perdí el contacto y no lo recuperé mientras con otras, por suerte para mi, no fue difícil volver a estar. El vino me ayudo a ello y le estoy  especialmente agradecido.

Pero si algo noté en el universo vino tras mi particular espantada fue el cambio de paradigma que entre 2008-2009 y 2012-la actualidad se ha venido produciendo. Un cambio de paradigma viene siendo una modificación sustancial del escenario en el que se dirimen las acciones, el "día a día" de una determinada actividad. En el mundo del vino, el paradigma, por así definirlo, el escenario lo marcaban una serie de personas e instituciones al amparo o bajo el paraguas de grupos, empresas o bodegas de referencia. estas personas (casi instituciones en algún caso) marcaba las tendencias, el camino a seguir y lo que estaba bien o mal en materia de calidad y buen gusto. Ellas/ellos decidían, por la mera emisión de su opinión en el foro adecuado, que algo estaba bien o mal. Que algo, para entendernos, estaba rico o no y que su precio era, por ejemplo, el adecuado.

Podría aqui citar una serie de nombres. Presidentes/as de DOs, restauradores con décadas de experiencia y prestigio, presidentes/as de asociaciones profesionales, algún periodista...creo que se me entiende.

Este domingo, en un programa de televisión, escuché una frase que quiero compartir con vosotros. Un ciudadano era cuestionado sobre que le parecía cierto político y este encuestado contestaba que le gustaba que el político fuera mas filósofo que técnico porque "a veces hay que ser algo marciano para ver la Tierra con perspectiva, desde afuera". Coincido plenamente y ademas creo que eso nos separa muchas veces de acertar en la toma de decisiones estratégicas y a medio plazo. Lo contrario, el "cortoplacismo" y la decisión basada en lo coyuntural es el pan de cada día y pienso que para muchas cosas no solo no sirve sino que es perniciosa para ciertos sectores, por ejemplo el del vino.

Las personas que dirigían, con su criterio particular, sus intereses y sus decisiones personales el mundo del vino en Galicia y, creo, en España, han cambiado. Han cambiado sus caras, sus identidades, incluso su perfil personal. Menos poder, menos política, mas dinero y mas capacidad. menos intereses partidistas, mas intereses partidarios. Mas distribución, menos administración. Mas restauración, menos tradición culinaria. Mas gestor, menos pasión por el vino.

Donde había "asociación de..." ahora hay "instituto de...". Donde "presidente" ahora "gerencia". Y yo no se si esto va a ser, si es, bueno, malo o todo lo contrario. Yo no estoy cualificado para saberlo, no estoy cualificado para entender la profundidad de estos cambios. pero si estoy preparado, sobradamente, para decir que estos cambios producirán una huella indeleble y diferenciada en el mundo del vino en Galicia y también estoy preparado para decir que no se si esta huella va a ser positiva o negativa.

Lo malo (y lo bueno) de los cambios de paradigma es que nunca se sabe en que va a terminar la revolución que los encauza. El paradigma que marcaba que el vino auténtico se elaboraba dentro de ciertos parámetros se fundamenta en la confianza. Confiamos en que el productor es realista, acepta sus limitaciones y la voluntad del clima, la planta y la tierra y consiente. Y esto puede ser así, pero también puede no ser y aquí juegan un papel fundamental los/las personas que dictaban, que dirigían las corrientes generales de opinión dentro del universo vino. Y la gracia está, como siempre, en el contraste entre aquello en lo que te sueles apoyar y aquello que tienes enfrente de tu argumentario. Algo así como creerse lo que cuenta la Razón o lo que dicen en el telediario de La Sexta. Si crees al uno no puedes tragarte lo que dice el otro y viceversa.  Ambas cosas son imposibles en el mismo universo físico.

Por la misma regla de tres, es imposible que una DO registre años de calificación entre "Muy Buena" y "Excelente" durante mas de una década. Si te crees esas notas de prensa emitidas por las DOs no puedes creerte la realidad que dice que  a veces llueve mucho, a veces poco, a veces hay pestes y a veces no y a veces el elaborador se levanta bien y otras tiene un mal día. La realidad de la vida te impide tragarte la propaganda (esto sirve para muchos aspectos de la vida, si)

Cuando uno se leía a cierta presidenta de DO en sus entrevistas, hablando de una calidad que negaba a la mayoría de sus vinos en pos de una cantidad que aumentaba año tras año, no podía creerse ni la mitad de lo que esta decía. Y si uno se creía esos apoyos públicos al aumento de la cantidad legal a vendimiar por hectárea no puede creerse que algo después fuese exclusivo o diferenciado.
Esto está directamente vinculado con la confianza. Si uno no puede fiarse de aquellos a los que sigue solo para lo guíen por los procelosos caminos del vino de calidad entonces lo que hace (o debería hacer) es cambiar de prescriptores. O ignorarlos a todos y jugársela (o acudir el día 14 a Tui y participar en "A Emoción dos Viños", claro)

¿De quien nos fiamos?. Mi respuesta es de nadie...y de todos. Es vital ser certero pero también ser valiente. Leer mucho, a muchos y no dar por cierto a nadie. Evaluar los costes de algo en base a que una minoría lo tenga por cierto es arriesgado pero a veces marca el camino de la diferencia, de la individualidad. Los costes son elevados, los costes emocionales sobre todo y yo de eso se un puñado.
No se si se tanto como para fiarse de mi, pero si alguien quiere fiarse yo no me perdería A Emoción de 2014 porque no creo que haya nada parecido en quilómetros a la redonda. Yo estaré.

Decía al principio que esta diatriba de hoy tenía un fin y un afán. El fin, obviamente, es dar a conocer la nueva edición de "A Emoción..." para este 2014 como parte de un todo "militante" y abierto. El afán pasa por conseguir que aquellos que lo conozcan y lo disfruten se conviertan a la nueva religión de los mas "frikis" del vino. Asumiendo sus costes, claro. Costes que van mucho mas allá de lo caros o baratos que son los vinos que nos gustan. Costes emocionales. Esos costes.





*Fotos: M. Fabregat, Logo da organización e observatoriodelvino.com

jueves, 10 de abril de 2014

El vestido nuevo del emperador.

"Influencer", "Gurú",  "Impacto", "Blogtrip". Decía Lincoln (a el se le atribuye al menos) que "cada nueva dificultad es una oportunidad disfrazada", algo en lo que coincido. Esto mismo deben de pensar una larga lista de personajes (cuando una persona transgrede socialmente a si misma y su entorno se la puede considerar personaje) que estos días aprovechan para hacer caja con la credulidad de empresarios, bodegueros o incautos en general al hilo de una supuesta capacidad de difusión. Y no me resisto a dar mi opinión, claro.

En primer lugar os invito a leer este articulo de Javier Sanz "glosando" la figura del "influencer" término que en ingles sustituye aquí al mas complejo "prescriptor de opinión" que a algunos ya nos producía cierta risa. Se trataría, por resumir sin complejos, de aquel individuo/a que a través de su opinión, supuestamente lanzada a miles de personas vía web, logra influir en el gusto/la compra/el interés de estos por determinado producto o servicio.

Y siendo cierto algo de todo lo dicho anteriormente hay que dejar claros un par de matices. El primero pasa por definir qué cosas son realmente "influibles" y cuales no. El gusto de alguien es algo en lo que se puede influir, pero ni en dos días ni porque lo diga únicamente una persona. Eso el gusto, ojo. No la moda. La moda, como puro impulso descontrolado y temporal que es, si puede recibir influencias determinadas en forma de flash, de foto, de opinión sesgada desde un "influencer". El vino, por ejemplo, no.

Para cambiar el gusto de los Españoles por los vinos frutales, de pura uva sin aditivos, en muchos casos cargados de "defectos" técnicos pero producto únicamente de una tradición artesanal, casera si me apuráis, por elaborar vinos, hicieron falta mas de 30 años, una legislación ad hoc, la industrialización del campo en España y años de publicidad y difusión constante en medios de comunicación tradicional. Es cierto que alguien puede decir que le gusta un vino y parte (o muchos) de los 3000 lectores de su blog (el que sea) le hagan caso. Pero en esa decisión no pesa solo que lo diga pepito o citranito.

Pesa, y no poco, la credibilidad que este tenga.

En segundo lugar. Yo trabajo en marketing y, a mi microscópico nivel, si hay algo que reduce o directamente elimina la credibilidad de alguien es la publicidad. Ver un blog con una o dos referencias publicitarias a verlo plagado de anuncios, incluidas una simples lineas "recomendando" o "apuntando a lo importante de" o "considerando fantástica la relación calidad/precio" de algo que no termina de encajar en esos términos, es la mejor forma de lograr que alguien no se crea ni una palabra de lo que ese supuesto "influencer" dice.

Jancis Robinson es influencer. Lo es para el mercado anglosajón, en la medida que lo puede ser Oz Clarke, por ejemplo. Igualmente el ínclito R. Parker Jr., o en España lo fue Peñin. Y ninguno de los cuatro (bueno, ninguno de los dos últimos) lo es para todo el mundo en el vino. Para una pequeña "aldea que resiste ahora y siempre al invasor" (gracias Asterix) los influencers en materia de vino son ya solo algunos viticultores, un  puñado de blogers de los que se gastan la pasta en vino pero sin ver un duro y un puñado de amigos, consumidores y algún sumiller y enólogo con arrestos para llevar la contraria a lo establecido. Y este tipo de credibilidad no se compra y es imperecedera. No hay manera de lograrla sin tiempo y constancia. Y desinterés, al menos aparente.


Creo que hay muchas personas que, al calor de un relativo interés de la televisión por lo gastronómico en época reciente, están aprovechando una supuesta capacidad para influir en el publico para hacerse con unos dineros. Y no me parece mal, ojo. Al menos no es dinero publico, no es robado ni procede de ninguna caja B...se supone. Lo pagan las marcas y eso demuestra lo mal asesoradas que están en materia de "quien es quien" en la web y, aún mas importante, quien merece la pena como portavoz a la hora de impulsar meditaticamente una marca.

Esto me ha recordado el relato del famoso cuento sobre el "Vestido nuevo del Emperador". Ese regente encantado de conocerse que quería para vestir algo tan nuevo y tan distinto que acabó saliendo en pelotas a la calle vestido con un traje de "hilo invisible" que un "influencer" de la época ofreció al emperador como enorme novedad y vanguardia absoluta de la moda. Las risas de los conciudadanos del emperador vanidoso lo dejaron en evidencia.

Algunos "influencers" hacen lo propio hoy con marcas y medios. Las "risas" se leen ahora en Twitter o Facebook.

miércoles, 2 de abril de 2014

Principiantes.

Es norma que en ciertas cuestiones al rededor del mundo del vino las opiniones correctas son las siguen cierta "linea". No hablo de censura o de lineas oficiales u oficiosas, no. Digo que existen cosas que, para la mayoría, caen de cajón y que por ahí nos guiamos. Al grano.

Una máxima de las opiniones al respecto del mundo del vino afirma que si se quiere que la situación actual (de caída permanente del consumo desde hace años) mejore hay que iniciar en el consumo de vino como opción a nuevas generaciones y nuevos consumidores. En este sentido, se apunta que existe la necesidad de vinos económicos y "accesibles" a nivel de gusto genérico para que, desde ahí, esos nuevos consumidores se aventuren en explorar elaboraciones mas tradicionales o clásicas o, todo lo contrario, vinos de naturaleza moderna o de corte natural o ecológico.

Y yo, como en otros muchos casos, no creo que existan lineas claras que marquen como se cambia una tendencia que indica que, al menos sin remedio hasta este mismo año, el mundo del vino está condenado. Condenado a ser un subproducto residual, valorado por una minoría y consumido de modo general por cada vez menos gente. Ayer se presentaba el informe sobre "Datos de Consumo Alimentario en España 2013" que aporta el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.


Y una vez mas (y van...) el consumo de vino cae. La caída es del 3,7% y por categorías, caen principalmente los espumosos y cavas (un 9,3% menos) y los vinos sin indicación de calidad (un -5,4%). Solo sube el consumo de vinos de aguja (+4,3%) lo cual me hace preguntarme por lo detalles que llevan a estas conclusiones, ademas de lo evidente. Pero el hecho contable es que sigue la caída (en este caso en el consumo en hogares y hostelería) como ya matizo en su informe el Observatorio del Vino. Y la pregunta sigue siendo la misma; ¿como se cambia esto?.

Aun mas. Yo me pregunto0, ¿Se puede cambiar esta tendencia?. Y creo que esta pregunta es un buen principio porque para ella yo al menos tengo una respuesta viable. Mi respuesta es: en el actual contexto no.

Por ir por partes. Es publica mi opinión sobre la actual estructura administrativa y de reparto de poder en el mundo del vino en España. Creo sinceramente que el modelo administrativo es anacrónico y poco efectivo mas allá de lo básico (la sanidad de los productos y su seguridad jurídica) y que el actual reglamento de la DOs (con todos los matices admisibles) es en la mayoría de los casos de risa. Creo que hay demasiadas cosas que se hacen de espaldas a la realidad del mundo del vino a la altura de Abril de 2014 y demasiadas que se hacen ignorando directamente a una gran parte de los productores. Creo que se insiste en el error sin siquiera analizar las consecuencias de continuar con el actual sistema y creo, en este caso casi es una certeza, que los actuales dirigentes del mundillo no son ignorantes de sus decisiones erróneas. Simplemente se trata de lo divicil que es parar una inercia cuando esa inercia es positiva para los intereses de los mas grandes.

La muerte lenta de la industria del vino es consecuencia directa de ese total desprecio por lo innovador de entrada. ese desprecio por aquel que quiere hacer cosas distintas dentro de los márgenes establecidos, por ejemplo, en países con mayor tradición y mayor peso comercial que el nuestro (Francia, por ejemplo). Y esta actitud es la que hace muy divicil que me crea que la segunda pregunta (y no menos importante) para el cambio de tendencia este ni siquiera presente en las mentes de los dirigentes del mundillo. ¿Como ganamos nuevos/futuros consumidores?



Alguien sabe (con certeza, estadística,mente y a lo largo de varios años) si realmente un chico de 25-30 años está dispuesto a beber vino?, ¿Seguro?. No hablo de lo que bebe, ojo, hablo de lo que estaría dispuesto a beber. Steve Jobs, preguntado por la necesidad de hacer estudios de mercado para averiguar que querían sus clientes respondió: "No, porque la gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas". Henry Ford dijo una vez que "Si les hubiera preguntado a los clientes que querían me habrían contestado: "Un Caballo mas rápido¡¡". ¿Sabemos si quieren vino, si lo quieren a diario, de vez en cuando, solo en celebraciones?.

Cuando surgieron los primeros vinos de calidad fuera de las DOs (sin sello ni contraetiqueta, pero de reconocida calidad y precio elevado) algunos, no pocos, apuntaron a la enorme complicación de que se vendiesen a ese precio sin el amparo de los consejos reguladores. Creo que a día de hoy ya nadie duda que esos vinos (la mayoría) han conseguido cimentar y multiplicar su presencia e incluso, sospecho, ocasionar nuevos consumidores o "fijar consumo" al rededor de un tipo de vino del que hablamos a menudo en esta casa (los vinos auténticos o verdaderos).

Así que, tal vez, la pregunta o la respuesta no pasa por vinos masivos que abran un nicho de consumo a nuevos degustadores que, luego, no se sabe muy bien como, pasaran a buscar mejores y mas originales vinos de mejor calidad o exclusividad. A lo mejor debemos bajar al subsuelo y preguntarnos: ¿Si nada cambia (reglamentos, administración, focos de poder y toma de decisión) en la cúpula, es posible que cambie algo en la base?


*Fotos en la web.