Permitidme, antes de terminar las valoraciones al respecto de la legendaria "Emoción dos viños" en Tui, en lo que a tintos se refiere, tomar un pequeño desvío hacia lo que podría llamarse "la verdad del vino"
En estos últimos días he acometido un proyecto que pretendo me lleve por un camino que de sentido, al menos para mi, a una serie de esfuerzos en pro de la calidad, la excelencia y la honestidad en la elaboración de vino en Galicia. No se trata de ser pretencioso y por ahora no puedo contar mucho mas sobre ese proyecto, pero diré que de las primeras visitas-entrevistas realizadas en la preparación de ese trabajo me he encontrado con algo que creo importante contaros.
Alguien podría creer, con cierto nivel de veracidad, que cuando en el año 2000 el mercado se vio inundado de vinos de los denominados "alta gama" fue por un puro afán comercial. Muchos de aquellos vinos respondían a un perfil muy concreto, sobremadurado, excesivo, cuando no, directamente, echado a perder por un exceso de barrica inadmisible. Así fue, (es) en muchos casos. Por contra, un perfil muy concreto de vinos, en muchos casos procedentes del noroeste español, ofreció una alternativa mas "europea". Para concretar, blancos con o sin madera cercanos a Alemania y tintos con o sin madera con rasgos afrancesados (principalmente borgoñones).
Durante casi una decada los "mastodontes" los pesados tintos, sobre todo de la Ribera y la Rioja ganaron con holgura la batalla. Ellos, esos "mamuts" de la linea mas, si se me permite, "Parkeriana" vencían con holgura en los estantes de las tiendas especializadas y en las cartas de la mayoría de restaurantes con carta de vinos. No citaré marcas pero cualquiera puede imaginarse a cuales me refiero. De aquella fiebre por el peso, la opulencia sin control y la brutalidad se beneficiaron desde las grandes bodegas hasta algún promotor urbanístico metido a bodeguero. Mucha carne, mucha madera, mucho grado. Poco vino. Pero fue el rey del Mambo, a precios que superaban con holgura los 25 € y un interés que no iba mas allá, en la mayoría de los casos, de la primera cata. Y punto. Vinos cansinos, pesados, aburridos. Sin alma.
Pero mira tu por donde, la crisis, esta crisis que todo lo consume, por pura inercia mercantil nos exhibe una nueva visión. Lo que era moda accesible pasó en 5 años, a vicio inexcusable. Beber vino, aquel vino que supera con creces los 20 euros en tienda ha pasado a ser poco menos que un acto de antipatriotismo (lo patriótico es darle pasta a los bancos, ya me entendéis). Gastar así es gastar mal, etc,etc... y de la trastienda surgen como un pequeño rumor grandes vinos a precios sensiblemente mas accesible. O no tanto, pero con sobradas razones que justifican su precio y con mayores virtudes que descubrir para el neófito, para el no iniciado en este universo del beber y el sentir.
Blancos y tintos que ya existían pero a los que los años han dado una nueva dimensión. Blancos de albariño que "no iban a envejecer bien". Tintos de caiño, souson, mencia que "nunca salieron ricos en madera". Ya.
¿Que otras mentiras sostiene el mercado de los grandes productores?. Años creyendo a pies juntillas cosas que eran mas falsas que las cuentas de Bankia, entendiendo que si alguien tomaba una decisión con respecto a algo tan sufrido y duro de trabajar como un viñedo sería por su bien y el de su producto. Todo mentira. Decidían para ganar, engañando o al menos no poniendo todo de su parte en ser mejores, en ser, al menos, honestos con su producto.
Decía al principio que esas entrevistas me han vuelto a situar en una idea genérica que una vez defendí y que abandoné de motu propio sin razón alguna. Existen vinos que pueden sorprender, vinos escasos pero accesibles, vinos llenos de laterales, de esquinas, con pequeños defectos excusables y plenos de virtudes que merece la pena conocer. Existen vinos como las personas. Reales.
La foto corresponde a un A Torna dos Pasas de 2000 que Luis Anxo abrió para mi el pasado martes. Espectacular. Hay mas adjetivos pero seguro que acabo pareciendo exagerado. La prueba de que todos aquellos que decían lo que decían (y dicen) para defender su mediocridad estaban equivocados. Un tinto gallego, estabilizado para su viaje en el tiempo en barrica, de uvas autóctonas, al cabo de 12 años esta de muerte. Sin mas.
Blog sobre vino, mis vinos, los que me dan la vida y los que me quitan el sueño.
jueves, 28 de junio de 2012
jueves, 21 de junio de 2012
Emoción dos viños (2)
De lo mas destacado para mi en una jornada para recordar varias cosas que quiero desgranar detalladamente para no dejarme nada en el tintero. Lo haré de un modo mas organizado que el habitual para mi. Empecemos por;
BLANCOS
Quiero destacar que el nivel de los blancos que pude probar fue muy alto. Vinos con clase, frescos en la mayoría de los casos pero sin quedarse en lo evidente para un albariño, una treixadura o para uvas autóctonas de Galicia o Portugal.
Branca Lexitima de 2011. Vino elaborado en base a una casta recuperada y gracias a los trabajos de la Asoc. Galega de Viticultura. Vino de los mas "friki" probado nunca por un servidor, por aromas a melocotón, dulce y opulento pero punzante y vivo en boca, en una linea desconocida en lo habitual de los blancos gallegos donde los cítricos están presentes en mayor o menor medida. Aquí, ni rastro, para un elaborado digno de recordar aunque escaso y testimonial (no comercializado salvo por una pequeña bodega de la zona de Negueira de Muñiz, Panchin)
Viña de Martín 2005. El básico del gran Luis Rodriguez no sabe de años. Treixadura principalmente mas Albariño, Lado y Torrontes para completar el habitual conjunto pleno de pomelo, frutos secos o piña. Pero, además, en boca permanece fresco, abierto, fácil, atractivo. Que apetece mas, vaya. Un logro.
Zárate "Tras da Viña" 2004. La sorpresa llego en esta bodega. Nos tenían preparado a los presentes la posibilidad de probar como evolucionó su "experimento" de permanencia larga en deposito de acero (30 meses). Aquel recuerdo a tiempos mas locos, cuando todo valía con tal de descubrir los auténticos limites a la vinificación de una uva condenada por el marqueting y las cooperativas a ser "vino de un año". Y este 2004 fue una sorpresa. Con un amarillo oxidativo en la linea de la mejor viura de la Rioja, el vino ofrecía hidrocarburo en nariz, pero sin desechar cierta clase. En boca muy poco, un simple suspiro de la frescura que se tuvo. Valió la pena.
Tricó 2008, Nicolás 2010. No me extenderé por mi comentario previo al respecto de los vinos de uno de la media docena de vitivinicultores de raza que siguen poblando las viñas en Galicia. Tricó en la linea de su predecesor, pleno, lleno de matices y con predominio de lo dulce sobre lo cítrico sin ceder en frescura en boca. Nicolás, por su parte, glicerico, carnoso y superior, aunque con mucho aún por domar en botella. No terminó de convencer. Aún tiene mucho que mejorar, no hay prisa.
Do Ferreiro "Cepas Vellas" 2010. Siempre es una alegría el año en que Gerardo Mendez y los suyos deciden que han tenido suerte y elaboran su "Cepas Vellas" de ese viñedo pre-filoxerico de dotación secular. Como siempre, valió la pena esperar. Armonioso, fresco y lleno de matices. Para guardar.
Forja del Salnes. Siempre es difícil definir que ha probado uno y que no en una muestra donde Rodrigo esta presente. Hombre que ni conoce la medida en su pasión por las cosas, "Rodri" es tan exuberante como sus blancos. No puedo calificarlos mas allá de la devoción que siento por Goliardo o por sus últimos elaborados, incluido ese albariño "a la antigua" que gana en nariz de un modo exagerado aunque pierda cierta pujanza, habitual en toda la gama de blancos y tintos que elabora. Siempre Genial.
Marcial Dorado. Quiero decir antes de nada que en esta ocasión no puedo afinar en mi comentario por mi propia desidia. Llegados a esta altura de la cata la conversación prevalecía sobre la concentración y así es muy difícil hacerse un cuadro realista de qué me gusto mas o menos. Pero se que aquí encontré cosas que, por su longevidad y viveza, merecieron un recuerdo así que, a la espera de poder acceder de nuevo a sus vinos, es de justicia decir que había cosas muy ricas.
Quinta das Bageiras. Misma situación para los blancos de Mario Sergio Alves Nuno, excepcionales pero probados entre amigos, sin animo calificador ni nada que se le parezca. Lo justo es decir que Recuerdo un Pai Abel de 2009 que debe vivir horas aun mejores a la vista de su extrema juventud. Los tintos fueron otro cantar, como luego se verá.
Hubo mas, si, pero mi memoria es mucho mas sabia que yo. Si tres días después de "los hechos" no permanecen tan vividos en mi mente como estos (ya sabéis que yo "notas" las justas) es que no debo exponerlos aquí. En pocos días los tintos.
*Fotos propias.
BLANCOS
Quiero destacar que el nivel de los blancos que pude probar fue muy alto. Vinos con clase, frescos en la mayoría de los casos pero sin quedarse en lo evidente para un albariño, una treixadura o para uvas autóctonas de Galicia o Portugal.
Branca Lexitima de 2011. Vino elaborado en base a una casta recuperada y gracias a los trabajos de la Asoc. Galega de Viticultura. Vino de los mas "friki" probado nunca por un servidor, por aromas a melocotón, dulce y opulento pero punzante y vivo en boca, en una linea desconocida en lo habitual de los blancos gallegos donde los cítricos están presentes en mayor o menor medida. Aquí, ni rastro, para un elaborado digno de recordar aunque escaso y testimonial (no comercializado salvo por una pequeña bodega de la zona de Negueira de Muñiz, Panchin)
Viña de Martín 2005. El básico del gran Luis Rodriguez no sabe de años. Treixadura principalmente mas Albariño, Lado y Torrontes para completar el habitual conjunto pleno de pomelo, frutos secos o piña. Pero, además, en boca permanece fresco, abierto, fácil, atractivo. Que apetece mas, vaya. Un logro.
Zárate "Tras da Viña" 2004. La sorpresa llego en esta bodega. Nos tenían preparado a los presentes la posibilidad de probar como evolucionó su "experimento" de permanencia larga en deposito de acero (30 meses). Aquel recuerdo a tiempos mas locos, cuando todo valía con tal de descubrir los auténticos limites a la vinificación de una uva condenada por el marqueting y las cooperativas a ser "vino de un año". Y este 2004 fue una sorpresa. Con un amarillo oxidativo en la linea de la mejor viura de la Rioja, el vino ofrecía hidrocarburo en nariz, pero sin desechar cierta clase. En boca muy poco, un simple suspiro de la frescura que se tuvo. Valió la pena.
Tricó 2008, Nicolás 2010. No me extenderé por mi comentario previo al respecto de los vinos de uno de la media docena de vitivinicultores de raza que siguen poblando las viñas en Galicia. Tricó en la linea de su predecesor, pleno, lleno de matices y con predominio de lo dulce sobre lo cítrico sin ceder en frescura en boca. Nicolás, por su parte, glicerico, carnoso y superior, aunque con mucho aún por domar en botella. No terminó de convencer. Aún tiene mucho que mejorar, no hay prisa.
Do Ferreiro "Cepas Vellas" 2010. Siempre es una alegría el año en que Gerardo Mendez y los suyos deciden que han tenido suerte y elaboran su "Cepas Vellas" de ese viñedo pre-filoxerico de dotación secular. Como siempre, valió la pena esperar. Armonioso, fresco y lleno de matices. Para guardar.
Forja del Salnes. Siempre es difícil definir que ha probado uno y que no en una muestra donde Rodrigo esta presente. Hombre que ni conoce la medida en su pasión por las cosas, "Rodri" es tan exuberante como sus blancos. No puedo calificarlos mas allá de la devoción que siento por Goliardo o por sus últimos elaborados, incluido ese albariño "a la antigua" que gana en nariz de un modo exagerado aunque pierda cierta pujanza, habitual en toda la gama de blancos y tintos que elabora. Siempre Genial.
Marcial Dorado. Quiero decir antes de nada que en esta ocasión no puedo afinar en mi comentario por mi propia desidia. Llegados a esta altura de la cata la conversación prevalecía sobre la concentración y así es muy difícil hacerse un cuadro realista de qué me gusto mas o menos. Pero se que aquí encontré cosas que, por su longevidad y viveza, merecieron un recuerdo así que, a la espera de poder acceder de nuevo a sus vinos, es de justicia decir que había cosas muy ricas.
Quinta das Bageiras. Misma situación para los blancos de Mario Sergio Alves Nuno, excepcionales pero probados entre amigos, sin animo calificador ni nada que se le parezca. Lo justo es decir que Recuerdo un Pai Abel de 2009 que debe vivir horas aun mejores a la vista de su extrema juventud. Los tintos fueron otro cantar, como luego se verá.
Hubo mas, si, pero mi memoria es mucho mas sabia que yo. Si tres días después de "los hechos" no permanecen tan vividos en mi mente como estos (ya sabéis que yo "notas" las justas) es que no debo exponerlos aquí. En pocos días los tintos.
*Fotos propias.
martes, 19 de junio de 2012
Emoción dos viños (1)
La verdad es que llevo un par de días dándole vueltas al evento de este sábado en Tui y no he encontrado aun un modo fácil y abierto de describir lo que allí pasó.
Y no hablo de nada malo, o de detalles que enturbiaran una jornada de pura pasión para unos y de descubrimiento para otros, no. Hablo de lo difícil que es definir un sentimiento cuando no esta bajo tu control. Con muchos de los vinos presentes en esta segunda edición de "Emoción dos viños" 2012 tengo una relación especial. Alguno de ellos me descubrió un mundo mas allá del marqueting y la publicidad que rodea a las grandes bodegas. Otros me revelaron una suerte de paraíso del "aficionado instruido" y algunos son tan constantes como un diapasón en ofrecer ni mas ni menos que la verdad de lo que son, de sus orígenes, de su terruño e de quien los elabora. Y compendiar en un único lugar como el Claustro de la catedral en Tui un cantidad tan grande de estos referentes es, como mínimo, muy complicado.
Debemos por ello agradecer a Antonio Portela y la Viñoteca de Garcia su esfuerzo ingente para que todo saliese bien, a los viticultores-vinicultores el suyo por participar con tan grande generosidad para con todos los presentes y a quien se me olvide lo que quiera que haya hecho por facilitar que, en un solo día, uno pueda lograr una visión general de "momentum" actual del vino en Galicia. Del vino de verdad. Hasta aquí la objetividad. Vayamos con cuestiones de gustos.
De lo mucho probado y catado tres cosas me tienen particularmente contento. La primera, ver que los pilares básicos de este modo de entender la viña y el vino parecen soportar con cierta solidez un momento malo para todo y también, evidentemente, para vender vino. Rias Baixas, Ribeira Sacra y Ribeiro siguen con fuerza abanderando el crecimiento metro a metro y viñedo a viñedo de un competo de vino que va mas allá de lo puramente comercial. Lamento que Valdeorras y Monterrei sigan siendo una vez mas la excepción que confirma la regla (las bodegas y los vinos que emocionaban en estas
DO´s cuando me alejé del vino siguen siendo las únicas dignas de mención cuando regreso a este mundo dos años después. Escaso bagaje, nuevo crecimiento, en base al menos a lo visto en este evento).
Por otra parte, desde mi absoluta subjetividad habitual, cuatro bodegas congregan mi atención tras la jornada del sábado de modo claro y, porque no repetirse, emocionante. En Rias Baixas Tricó y el alivio de ver que la salud de un proyecto de lo mas ilusionantes en una DO que vive del prestigio dilapidado a lo largo de décadas sigue vivo y alerta. Tanto por lo Tricó que siguieron a aquel 2007 legendario y que probamos en esta jornada (principalmente Trico 2008) como el nacimiento de Nicolás 2010, vino complejo que deberá ser evaluado tras un tiempo prudencial a la vista de sus virtudes y "handicap" de partida (nacer con 15º y que tengan que rebajarte con vino joven para tratar contigo es nacer con complicaciones, no cabe duda). Junto a los hijos de Jose A. López también Zárate, bodega familiar donde el respeto a la historia parece seguir siendo lo principal y que sigue ofreciendo las bases fundamentales del albariño en su vertiente mas "amistosa", a saber; frescura, perfume y suavidad sin perder clase.
No quiero olvidar aquí al gran Rodrigo Mendez y Leirana. La velocidad a la que se vuelve mas cotidiano y quizá previsible su Leirana básico es la misma a la que mejoran y convencen el resto de sus elaborados, incluido alguno que, por su grado experimental, llego sin etiquetar a la cita. Tintos y blancos siguen un buena forma y algunos, como el Goliardo Caiño no pierden un ápice de elegancia, frescura y diversión.
Fuera y dentro de los blancos capitulo a parte para Luis Rodriguez, A Viña de Martín y A Torna dos Pasas. Cuando el actual (por poco tiempo ya) presidente de la DO Ribeiro decidió embotellar aquellos blancos y tintos con y sin barrica en el convencimiento de que años después sus augurios de longevidad y categoría se verían recompensados, estoy seguro de que no esperaba un resultado tan extraordinario. Viña de Martín Escolma de 2003 no solo es un gran vino, es mucho mas. Es una boca excelente, aterciopelada, suave pero con cierto "animo de revancha" como si no quisiera terminar de despegarse de pasadas acideces y juventudes. La nariz es mas pálida, porque nueve años son bastantes y porque la fruta exuberante va dando paso a otra serie de aromas a tarta de manzana o hierbas aromáticas (hinojo, anises...). Genial.
(Sigue)
Y no hablo de nada malo, o de detalles que enturbiaran una jornada de pura pasión para unos y de descubrimiento para otros, no. Hablo de lo difícil que es definir un sentimiento cuando no esta bajo tu control. Con muchos de los vinos presentes en esta segunda edición de "Emoción dos viños" 2012 tengo una relación especial. Alguno de ellos me descubrió un mundo mas allá del marqueting y la publicidad que rodea a las grandes bodegas. Otros me revelaron una suerte de paraíso del "aficionado instruido" y algunos son tan constantes como un diapasón en ofrecer ni mas ni menos que la verdad de lo que son, de sus orígenes, de su terruño e de quien los elabora. Y compendiar en un único lugar como el Claustro de la catedral en Tui un cantidad tan grande de estos referentes es, como mínimo, muy complicado.
Debemos por ello agradecer a Antonio Portela y la Viñoteca de Garcia su esfuerzo ingente para que todo saliese bien, a los viticultores-vinicultores el suyo por participar con tan grande generosidad para con todos los presentes y a quien se me olvide lo que quiera que haya hecho por facilitar que, en un solo día, uno pueda lograr una visión general de "momentum" actual del vino en Galicia. Del vino de verdad. Hasta aquí la objetividad. Vayamos con cuestiones de gustos.
De lo mucho probado y catado tres cosas me tienen particularmente contento. La primera, ver que los pilares básicos de este modo de entender la viña y el vino parecen soportar con cierta solidez un momento malo para todo y también, evidentemente, para vender vino. Rias Baixas, Ribeira Sacra y Ribeiro siguen con fuerza abanderando el crecimiento metro a metro y viñedo a viñedo de un competo de vino que va mas allá de lo puramente comercial. Lamento que Valdeorras y Monterrei sigan siendo una vez mas la excepción que confirma la regla (las bodegas y los vinos que emocionaban en estas
DO´s cuando me alejé del vino siguen siendo las únicas dignas de mención cuando regreso a este mundo dos años después. Escaso bagaje, nuevo crecimiento, en base al menos a lo visto en este evento).
Por otra parte, desde mi absoluta subjetividad habitual, cuatro bodegas congregan mi atención tras la jornada del sábado de modo claro y, porque no repetirse, emocionante. En Rias Baixas Tricó y el alivio de ver que la salud de un proyecto de lo mas ilusionantes en una DO que vive del prestigio dilapidado a lo largo de décadas sigue vivo y alerta. Tanto por lo Tricó que siguieron a aquel 2007 legendario y que probamos en esta jornada (principalmente Trico 2008) como el nacimiento de Nicolás 2010, vino complejo que deberá ser evaluado tras un tiempo prudencial a la vista de sus virtudes y "handicap" de partida (nacer con 15º y que tengan que rebajarte con vino joven para tratar contigo es nacer con complicaciones, no cabe duda). Junto a los hijos de Jose A. López también Zárate, bodega familiar donde el respeto a la historia parece seguir siendo lo principal y que sigue ofreciendo las bases fundamentales del albariño en su vertiente mas "amistosa", a saber; frescura, perfume y suavidad sin perder clase.
No quiero olvidar aquí al gran Rodrigo Mendez y Leirana. La velocidad a la que se vuelve mas cotidiano y quizá previsible su Leirana básico es la misma a la que mejoran y convencen el resto de sus elaborados, incluido alguno que, por su grado experimental, llego sin etiquetar a la cita. Tintos y blancos siguen un buena forma y algunos, como el Goliardo Caiño no pierden un ápice de elegancia, frescura y diversión.
Fuera y dentro de los blancos capitulo a parte para Luis Rodriguez, A Viña de Martín y A Torna dos Pasas. Cuando el actual (por poco tiempo ya) presidente de la DO Ribeiro decidió embotellar aquellos blancos y tintos con y sin barrica en el convencimiento de que años después sus augurios de longevidad y categoría se verían recompensados, estoy seguro de que no esperaba un resultado tan extraordinario. Viña de Martín Escolma de 2003 no solo es un gran vino, es mucho mas. Es una boca excelente, aterciopelada, suave pero con cierto "animo de revancha" como si no quisiera terminar de despegarse de pasadas acideces y juventudes. La nariz es mas pálida, porque nueve años son bastantes y porque la fruta exuberante va dando paso a otra serie de aromas a tarta de manzana o hierbas aromáticas (hinojo, anises...). Genial.
(Sigue)
miércoles, 13 de junio de 2012
En el origen... fue Valladares
Tenia ganas de hablar de este lugar, de su propietaria y de un modo de entender la alimentación como negocio y también como exigencia. Casa Valladares (República del Salvador,14.Santiago de Compostela) es, por su propia existencia, una anormalidad. Un ultramarinos de los antiguos, en una zona que fue nueva en su momento (el ensanche compostelano lo es desde los primeros sesenta) pero que mas de 40 años después es ya parte de la historia de la ciudad. Y en medio un lugar especial, que por razones que escapan a toda comprensión ha terminado por aglutinar una cantidad de referencias de vinos blancos y tintos, cava y champagne como pocos negocios en Galicia.
Mucha de la culpa de la enorme selección de Valladares la tiene Dña. Concha Valladares (Dña Concha para el común de los mortales). Con un criterio fino, con una voluntad abierta de descubrir, de conocer y de "negociar" en el sentido mas autentico de aquellos viejos colmados de toda la vida que valoraban el genero por la pura relación entre su calidad y su precio, esta mujer ha terminado por conseguir la esencia de la tienda de vinos...en un supermercado. La colección pasa por todos los palos, por España primordialmente, con especial atención a Galicia (su selección de Rias Baixas es de lo mejor que conozco) y con espacio para "clásicos básicos" de los que todos tenemos en la cabeza. Valladares es, en mi humildísima opinión, un templo. ¿Conservación?. Bueno, podría ser mejor, sobre todo en verano, pero es que el vino no llega a estar el tiempo suficiente en la estantería como para poner en riesgo sus especiales características. ¿Atención?. La justa, sin molestar. Dña Concha esta para cobrar y asesorar hasta donde puede y quiere, siempre dispuesta y atenta. ¿Precio? Ajustado. De hecho a veces demasiado corto, otras muy largo, pero dentro de unos ciertos limites.
Si hay un vino buscado, de moda, actual, distinto, esta aquí.
Otro par de cosas que han llamado mi atención. La primera estas botellas de Davide. La foto es bastante mala pero he podido apreciar ese detalle que veis "Excelente hasta...Evolución lenta en botella". En una, la del Davide de 2009 pone que la evolución es hasta 2014 y en el de 2011 que llegará hasta 2015. Es la primera vez que veo esto tan claramente expresado, rompiendo una tendencia hacia la inmediatez en un vino que da lo mejor de si bien conservado mas de un año después de su embotellado (salvo cuatro marcas de todos conocidas). En mi opinión y a falta de llegar a 2014 y poder comprobarlo, bravo.
Por ultimo os dejo tres fotos para fastidiar y con el único animo de tocar las narices. Aquí tenéis, por orden riguroso la "Ensalada de nuestra huerta, pera y chicharrones", el "Canelón de Ternera Gallega" a base principalmente de carrillera y la "Piña Colada" que me sirvieron de postre en el menú del día del Rest. A Tafona (Virxe da Cerca,7.Baixo. Santiago.) por unos asombrosos 15€.
jueves, 7 de junio de 2012
La amistad.
Pensando en retomar de nuevo esta actividad (ahora que el tiempo me sobra) recordé algo que en su momento me comento un amigo, "A este ritmo te cansas de escribir en seguida". Esto venia al caso de mi profusa creatividad en el ultimo empujón que quise dar a este espacio. Tenia razón. Las cosas nunca son como uno quiere que sean, son mas bien como se producen y en ese escenario es muy difícil hacer pronósticos u organizarse.
Mi intermitente relación con el vino debe volver a consolidarse porque ha hecho mas por mi que muchas personas que conozco. Este será pues mi primer amigo. El vino. El vino me llevo a una aventura costosa pero necesaria para enseñarme, entre otras cosas, Asturias y los asturianos.
Uno, gallego de pura cepa, exento eso si de morriña y del obligado "ombliguismo" al que ese sentimiento aboca, encuentra sorprendente como el que mas el hecho de que para encontrar aprecio, cariño recíproco, sentido y sensibilidad hacia el comer y el beber y respeto humano, en los limites máximos que la buena conversación permite, me sorprende digo el tener que hacer mas de 300 quilómetros y mas de 4 horas de carretera. Y los hago gustoso y mas que los haría si tuviera oportunidad porque, por razones que ignoro, el vino me buscó allí amigos.
El vino me enseño también otro camino. Este. El de la opinión contrastada (Un inciso. Que jodidamente difícil es eso de la "opinión contrastada" hablando de gustos y personas, ¿verdad?) públicamente expresada en un medio abierto y destinado al debate. Un blog, para entendernos. Yo, en mi linea habitual, lo he condenado, lo he silenciado, lo he aborrecido y hasta he estado a punto de destruirlo por culpar a mi amigo, el vino, de cosas de las que no era culpable. El vino también me enseño otra cosa. Que el camino del dogma de fe no existe en materia de gustos (de vinos menos), que todo merece un segundo, un tercer escrutinio y que la duda es garantía de sabiduría. Porque cuanto mas dudo mas pregunto y cuanto mas
pregunto mas sé.
La amistad por medio del vino me llevo recientemente a Asturias para hacer algo que nunca había hecho; comer Callos. No hablo de los callos a la gallega, donde el garbanzo es el rey para que aquellos que no gustamos de lo demás disfrutemos mínimamente, no. Hablo de callos como los de la foto, hechos por un fenómeno que ni es cocinero ni falta que hace porque de cocina sabe, probablemente, mucho mas que el 80% de los gestores de cocinas en restaurantes de toda Galicia. Un fuera de serie al que, tras este día, queremos aún mas (y con mayor conocimiento de causa claro ;-) ) La amistad por medio del vino me enlaza con gente precisa, gente de la que hace mucha falta que haya toneladas, personas que opinan en libertad, que creen y sienten en libertad y que, por medio del vino, obran milagros, como conseguir que tres gallegos (lo de Daninland es caso a parte) se desplacen a cientos de quilómetros felices, llenos y encantados. Y no solo por comerse unos callos.
El vino es como la vida. A veces te machaca, otras te enrojece y casi siempre acompaña pero, en ocasiones, muy de vez en cuando, te apasiona. Iremos viendo como va viniendo la siguiente botella. A ver si nos presenta mas amigos.
Y dicho esto mañana (o cuando se tercie) hablaremos de vinos y de comida...porque hay mucho que hablar.
Mi intermitente relación con el vino debe volver a consolidarse porque ha hecho mas por mi que muchas personas que conozco. Este será pues mi primer amigo. El vino. El vino me llevo a una aventura costosa pero necesaria para enseñarme, entre otras cosas, Asturias y los asturianos.
Uno, gallego de pura cepa, exento eso si de morriña y del obligado "ombliguismo" al que ese sentimiento aboca, encuentra sorprendente como el que mas el hecho de que para encontrar aprecio, cariño recíproco, sentido y sensibilidad hacia el comer y el beber y respeto humano, en los limites máximos que la buena conversación permite, me sorprende digo el tener que hacer mas de 300 quilómetros y mas de 4 horas de carretera. Y los hago gustoso y mas que los haría si tuviera oportunidad porque, por razones que ignoro, el vino me buscó allí amigos.
El vino me enseño también otro camino. Este. El de la opinión contrastada (Un inciso. Que jodidamente difícil es eso de la "opinión contrastada" hablando de gustos y personas, ¿verdad?) públicamente expresada en un medio abierto y destinado al debate. Un blog, para entendernos. Yo, en mi linea habitual, lo he condenado, lo he silenciado, lo he aborrecido y hasta he estado a punto de destruirlo por culpar a mi amigo, el vino, de cosas de las que no era culpable. El vino también me enseño otra cosa. Que el camino del dogma de fe no existe en materia de gustos (de vinos menos), que todo merece un segundo, un tercer escrutinio y que la duda es garantía de sabiduría. Porque cuanto mas dudo mas pregunto y cuanto mas
pregunto mas sé.
La amistad por medio del vino me llevo recientemente a Asturias para hacer algo que nunca había hecho; comer Callos. No hablo de los callos a la gallega, donde el garbanzo es el rey para que aquellos que no gustamos de lo demás disfrutemos mínimamente, no. Hablo de callos como los de la foto, hechos por un fenómeno que ni es cocinero ni falta que hace porque de cocina sabe, probablemente, mucho mas que el 80% de los gestores de cocinas en restaurantes de toda Galicia. Un fuera de serie al que, tras este día, queremos aún mas (y con mayor conocimiento de causa claro ;-) ) La amistad por medio del vino me enlaza con gente precisa, gente de la que hace mucha falta que haya toneladas, personas que opinan en libertad, que creen y sienten en libertad y que, por medio del vino, obran milagros, como conseguir que tres gallegos (lo de Daninland es caso a parte) se desplacen a cientos de quilómetros felices, llenos y encantados. Y no solo por comerse unos callos.
El vino es como la vida. A veces te machaca, otras te enrojece y casi siempre acompaña pero, en ocasiones, muy de vez en cuando, te apasiona. Iremos viendo como va viniendo la siguiente botella. A ver si nos presenta mas amigos.
Y dicho esto mañana (o cuando se tercie) hablaremos de vinos y de comida...porque hay mucho que hablar.
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