viernes, 27 de febrero de 2015

La moda

Estaba pensando que es curioso como el vino lo retuerce todo. Esto viene al caso de varios vinos que en el pasado me gustaron pero que, por circunstancias, cambiaron en su configuración o autoría y, ahora, en este momento, me gustan menos o nada.

Y no pasa en un solo caso. La cosa es que siempre hay un motivo, aunque muchas veces uno no lo conozca, para que algo sea de una cierta forma. El principal ejemplo y detonante de este pensamiento parte de un vinazo espectacular que en su día hizo a muchos (no a todos, por lo puntuado este año en TWA) girar la mirada en dirección a los tintos Rías Baixas y a sus variedades de procedencia. Caiño, Sousón, Brancellao... unas perfectas desconocidas que saltaban a la palestra formando parte del Torroxal Tinto de 2004. Un vino complejo, que me obligó a interminables explicaciones a clientes y amigos sobre porqué "este albariño es tinto". Un "albariño tinto", así mismo lo definían. Que tiempos...

Corría 2007 y este vino estaba bueno. Hoy, años después, por mediación de terceros (porque es difícil conseguir esta añada concreta hoy en día) descubrimos que como era de esperar, ademas, mejoró. Un tinto condenado al ostracismo mejoró. Casi 8 años después de aquella salida al mercado los tintos Rías Baixas son una realidad certera y valorada. Pero Torroxal no existe. En 2009 el grupo Valmiñor compraba la bodega y sus golosas 27 hectáreas y la cosa terminaba para siempre. Si, Valmiñor insiste en un tinto de aquellas cepas, pero como es lógico, no es lo mismo. Diferentes principios, distinta filosofía. No es lo mismo.

Hay muchos casos similares. De la lista de vinos que en 2008 me gustaban, de pequeños productores y con identidad y filosofía compartida hoy muy pocos me siguen pareciendo buenos vinos, interesantes o merecedores de comentario. He cambiado yo, seguro, pero han cambiado ellos y algunos mucho. Detrás de ese cambio hay razones variadas. Cambios de gestión, cambios de propiedad o de enólogo, cambios económicos o empujados por el mercado. Vinos de los que se hacían 10.000 botellas (albariños, sin ir mas lejos) pasaron a tener añadas de 180.000 en un par de vendimias. Vinos de viñedo propio multiplicaron su producción comprando uva. Ojo, no unos quilos, no. Mas del 75% de su actual producción.

Se que hay gente "afilando canino" y esperando a que empiece a citar bodegas y vinos. No, hoy no toca. Las razones de cada uno para convertir un gran albariño, por ejemplo, en uno mediocre con una botella rococó tienen muchos origenes y hasta justificaciones. Es muy difícil vender vino, mucho mas hacerlo desde la humildad y las estrecheces de quien empieza y embotella, por ejemplo, 5.000 botellas de un tinto y muchas mas desde cualquier sitio que no sea la Ribera o la Rioja. Cuando uno tiene que pagar facturas, impuestos y deuda no piensa en el campo, la viña y el respeto al terruño. Piensa en vender. Y ese no es el mejor escenario para la filosofía, lo biodinámico o para pensar en recortar quilos por el bien de la calidad. Dicho todo esto, quiero romper una lanza por Bernardo Estévez (Issue, Mai...) que es la pura demostración de que se puede poner por delante el campo, la viña y el vino. Por delante hasta de la comodidad de uno mismo y de los suyos.


Hace unos dias probé un Refugallo de 2009 (tinto de Dominio do Bibei). Recuerdo claramente que este vino no me gustó cuando lo probé en 2011. Y sin embargo, tres años después, es un buen vino. No voy a exagerar. Es un buen vino, punto. Pero es que era un vino mediocre, al menos para mi. Este mismo. Y sin embargo ahora no.

Decía Becquer que "El mundo es un absurdo animado que rueda en el vacio para asombro de sus habitantes". No se en general, pero en el mundo del vino es así. Las cosas pasan y en general nadie sabe muy bien porqué. Nadie sabe muy bien porqué lo que era un buen vino en 2008, por ejemplo, termina siendo uno mas del montón en 2014. Pero así es y ese es el reto.

Seguro que quedan aún en las bodegas de algunos restaurantes botellas sueltas de Torroxal 2004. Nadie les presta atención, como a aquel A Torna dos Pasas de 2001 (el Ribeiro tinto básico de Luis Anxo Rodríguez) que una vez degustamos yo y su distribuidor en la ciudad en un restaurante coruñes. Una botella que a nadie llamó la atención en la carta de aquel transitado restaurante. Otro tinto mas que no le importa a nadie pero que, como el Torroxal, es guardián de unos inicios que algunos ignoraron sistemáticamente. Una web, por ejemplo, le otorgaba entonces 12.5 puntos sobre 20 y decía que para disfrutarlo había que bebérselo ya, en 2007. Si, si, esa web. No ese catador, pero si esa web.

La moda amigos. La moda. A todos le toca. Ahora toca decir que lo que transgrede, lo que aborda el pasado como un valor y no como una rémora, lo que explora zonas y variedades es lo mas chic y mola mazo. Lo dicen los que no lo vieron venir (admisible) y los que no lo quisieron ver porque vivían muy tranquilos en las catas mastodónticas de cooperativa. Lo dicen los periodistas que con la derecha firman la revolución y con la izquierda cobran de las DOs y de las bodegas industriales. Lo dice todo el mundo, y está bien. Es bonito. Hasta enternecedor.

La moda amigos. Esa hijaputa.









* Fotos del fondo del blog y de mi autoría.

viernes, 20 de febrero de 2015

Volquetes de putas

Dentro del proceso habitual de auto-revisión en el que vivo sumergido me suelo preguntar constantemente para que sirve todo esto.

El tema de la utilidad está últimamente muy en boga. La gente (que definición) se manifiesta cansada y rendida "de que vale estar en contra?", dicen. Hagas lo que hagas parece que la inconsciencia o la ignorancia son el único lugar en el que la felicidad está casi garantizada. Y es complicado decir que no a esto. Uno lee (demasiado tal vez) y está muy al día porque es lo suyo y eso tiene un precio. Cosas que uno se pierde, información que siempre está relativizada por el contexto o la fuente, caos y mas caos. Es difícil tener una visión clara de lo que pasa en general, ya no digo en el mundo del vino.

Tengo dicho que vender vino no es ni puede ser como vender jerseys o tornillos. Hacer vino no puede ser uno mas de los procesos industriales a los que aplicar el taylorismo básico. Aun empeñándose, es muy difícil volver uniforme algo que se empeña en no serlo y, a pesar de haberlo logrado, el propio producto se revela a sus creadores y se retuerce, se desconfigura, muta espontáneamente. No se puede hacer igual lo que es distinto por naturaleza.

A pesar de todo esto los que lo lograron ya se empeñan en repetirlo. Y en este contexto, la propia configuración del mercado les da la razón.
Ya dije en otro lugar (Rooster-Cogburn) que el tiempo de defender la carne y el pescado por igual se acabó. Y después de decirlo he repasado porqué lo dije y si se me entendía a la vista de que hay quien no me entiende (porque tal vez no me explico) y quien se empeña en no entenderme. Para estos últimos tengo un mensaje; lo siento, no puedo escribir lo que queréis leer. Pongo lo que me sale a mi de dentro, por mi formación, por mis vivencias y mi experiencia (poca o mucha). Si no gusta lo siento, es lo que hay.
Escribir un blog, un libro y en varias publicaciones sobre vino en la web no me legitima para decir que debe o no gustarle a nadie. Y probar 15.000 vinos tampoco. Ni a mi ni a nadie.

Para los que simplemente no me entendieron quiero aclarar a que me refería. Lo haré por pasos y con ejemplos, que es un buen sistema, breve y clarito.

1- Un cocinero es bueno cocinando. Bueno o malo, pero es lo suyo. Se dedica a eso y de eso sabe (mucho o poco). No está prohibido (solo jodería) que hable o quiera trabajar en otra cosa, vino por ejemplo. Si se forma y asesora en la materia puede hasta saber de lo que habla e incluso aportar una visión fresca y diferente. Pero, por mucho que yo quiera, no puedo cocinar como un buen cocinero profesional. No puedo porque no se.

Pongamos por caso que, en un delirio etílico, decido entrar en la cocina de un amíguete del grupo Nove en pleno servicio y le pongo Mayonesa a todo (Inciso. Lo cojonuda que está la mayonesa casera y la de problemas que le ponen. Fin del inciso). Es probable que ese amigo/a me eche de su local con cajas destempladas y me retire el saludo.
Ahora pongamos que llego a un acuerdo con ese amíguete y, dentro de una acción publicitaria, decidimos convocar a los medios, montar un sarao y ofrecer nuestra "Revolución de la cocina", que consiste en revisitar platos emblemáticos de Brillat-Savarin, Bras, Robuchon y Adriá coronándolos, eso si, con una generosa ración de mayonesa casera de AOVE de olivos milenarios de la provincia de Huelva. Le podemos llamar "CookRevolution" y a quien nos critique le diremos que es un dinosaurio y que no está a la altura de los tiempos ni quiere avanzar. ¿lo vamos pillando?

2- Soy seguidor de los Green Bay Packers, un equipo de fútbol americano. Es un clásico, de los fundadores de la liga y un equipo emblemático. GreenBay está en Wisconsin y es conocida por el frío que hace en invierno y por el queso (a los aficionados de los Packers se les conoce como los CheeseHead). A mi el queso no me gusta (el Chedar que hacen en Wisconsin menos) y el frío lo odio, directamente. Además no soy para nada un tío violento, mas bien al contrario. ¿Quiere eso decir que quedo invalidado para ser aficionado al fútbol americano y a los Packers?. No. Lo que quiere decir es que no me gustan ni el frío, ni el queso Chedar ni las hostias. Y que haya que explicar esto da medida del nivel al que estamos llegando en esto de filosofar sobre vino.

3-  Y ultimo. No me gusta criticar por sistema. No lo hago (no creo que lo haga). Creo mas bien que hablo de cosas que creo que están mal en el contexto de los vinos que me gustan y de sus autores. Creo que hay decisiones tomadas a la ligera (o no) que afectan a personas que no merecen lo que les pasa. Y tengo mis mantras, claro. No me gusta la burocratización en nada. En nada. Los "papelitos" imposibilitan proyectos, no los promueven. La principal revolución para el emprendedor en este país llegará el día que te digan que para hacer algo no necesitas papel ninguno, cero. Que la seguridad social te hará una visita para rellenar los papeles que necesita (ella) y que luego ya si eso los firmas.

Prueben a hacer eso, señores dirigentes. Alucinaran con los resultados.
Prueben a hacer lo mismo, amigas DOs. Los vinos de calidad les saldrán por las orejas.

Tengo un compañero de tertulia que odia los "ad hominem". Y lo entiendo. Yo odio la evidencia palmaria de que algo está dicho con una clara intención, disfrazado con el pretexto de que quien lo dice lo hace desde la razón. Y no. Cuando alguien cobra por decir algo es evidente que lo que dice lo dice por ser quien es. No porque lo haya razonado, crea en ello o le parezca apropiado. Determinadas cosas se dicen para ganar dinero, para seguir ganándolo o para no perderlo. Otras no, claro. Pero creo que a estas alturas ya sabemos diferenciar unas y otras, ¿no?.
Cuando un líder de opinión en la Ribera del Duero, que ademas hace vino o participa en los beneficios de alguien que lo hace y en cantidad, dice que le encantaría que se autorizase un 100% verdejo en la Ribera, habla de dinero. Y dice lo que dice por ser quien es. Así que sí, es un ad hominem y está feo. Pero mas feo está opinar pensando única y exclusivamente en la cuenta bancaria de uno y de sus amigos, cuando se propone para toda la comunidad.

Da para mucho mas la semana, pero como la próxima vez hablaré de vino y solo de vino lo voy a dejar aquí. Es agotador saber algo y ver que otros o no lo saben o prefieren ignorarlo tras saberlo. Y no está nada bien pagado. Nada de nada. Habrá que pasarse al lado oscuro y cobrar 150 pavos por jornada de conferencias. ¿Habrá quien los pague?


Anotación: El titulo de este post es un homenaje a una forma de gestionar la administración pública que ha arruinado este país (todo, política, administración  y que esperemos nunca vuelva a reproducirse (cuando se acabe). Un ad hominem en toda regla.






lunes, 9 de febrero de 2015

Hacer el idiota

Me gusta empezar columnas con referencias al diccionario sobre todo porque mi tono, de natural enredado y complejo, a veces lleva al equívoco. Titular estas letras hoy como "Hacer el idiota" solo busca definir lo que la RAE dice que es el "engreído sin fundamento para ello o, coloquialmente el tonto, corto de entendimiento que carece de toda instrucción". Dicho esto, no creo que ninguno de los aludidos hoy en este articulo (que lo serán) padezca de idiocia o sea idiota. Para nada. Pero su comportamiento, sus acciones y sus reacciones dejan amplias dudas que valdría la pena despejar.

Si, voy a hablar de David Muñoz, de la Revolución que no lo es y de algunas cosas más que nada tienen que ver con el mundo del vino pero que son, en mi humilde opinión, síntomas de lo que ha pasado y de como se cura esto.
Ya se ha escrito, creo yo, prolijamente sobre este asunto y me parece que mucho mejor de lo que yo puedo definir. Enlazo dos referencias al asunto que me parecen certeras, una la de Victor de la Serna, del que no comparto nada nunca porque nada compartimos pero que esta vez acierta y Quentin Taranvino en la pagina de Rooster (la revista) que, en otro tono mas cercano al mío da también de lleno en el quid de la cuestión.

Y es que yo creo que el quid del asunto, el "real torcedor" que diría Torcuato, pasa por la frase que titula este artículo. Hacer el idiota es mas llamativo, se valora mas y encaja mejor en el país en que vivimos que plantear las cosas y desarrollarlas. El problema de la Revolución de Daviz DiverXO es que no es capaz de llegar a un sitio al que muchos queremos llegar (sin saber como) y ataja. Sin mas.
El problema es el atajo y sus consecuencias. No es que un cocinero tri-estrellado y con enormes facultades ampliamente demostradas no pueda inventar lo que considere. El problema no es que no deba, que sea anatémico o  remueva a no se que dinosaurios. El problema es que no es solución de nada, no es remedio de nada ni sirve para nada salvo llamar la atención. Es hacer el idiota. Actuar sin entendimiento o careciendo de instrucción. Y eso, en alguien de la capacidad de David Muñoz, pues queda pobre.

Hay dos elementos claros y creo que será bueno empezar a hablar de esto con diagramas de Venn. Propongamos un teorema.
1. Tenemos un problema. Nadie bebe vino. Los jóvenes lo detestan. No es chic, no "mola" ni sabe bien. Ergo, el consumo desciende sistemáticamente en España, de modo imparable y sostenido.
Así que; No gusta (sabe mal, o no como debe para una generación de consumidores). No "mola" ( no ofrece incentivos estéticos o populares como si hacen otras bebidas).


Por lo tanto, la solución se circunscribe a la elaboración del producto y a su comercialización.
En la elaboración hay que lograr que: sepa bien (al menos para esa franja de consumidores), transmita sensaciones favorables para lograr un consumo sostenido (para esos consumidores u otros).
En la comercialización: hay que transmitir incentivos que hagan que la bebida sea popular (ojo aquí)...

Esta última parte es la clave. "Transmitir incentivos que popularicen y aporten valor entre la juventud a la bebida". Al producto. ¿Que glamour ofrece Cristiano Ronaldo?. Cristiano, un Ipad o la penúltima consola de videojuegos son lo mismo. Productos. ¿Que hacen para encajar en una franja de población cuyo principál referente musical es el reguetón?, ¿Como se vende algo entre los consumidores de Mujeres, Hombres y viceversa?. ¿Cual es la tecla, la clave?.
Algunos entienden que es vender humo. El "humo", amigos míos, ha demostrado ser un magnífico medio para dar a conocer iniciativas que luego van tomando forma o que se desvanecen si no logran una cierta "masa critica". Pero aquí y en muchos otros lugares hemos hablado de Revolución y eso también merece un aparte.

Revolución es cambiar. Es cambiar abruptamente. Revolución es que pasen cosas que muten de forma irreversible una estructura. En el campo, en la viña, hay una revolución. Gente que hacía una cosa hace otra totalmente distinta. Quien vendía uva ahora la elabora. Quien usaba herbicidas, sistémicos o productos añadidos al vino ha dejado de hacerlo. No muchos, ni todos, no siempre, pero pasa. Pasa y cada vez pasa mas. En medio de esto hay algunos que usan el discurso de la revolución en el campo, productores, sin cumplirlo. Algunos no lo cumplen nunca, otros solo de vez en cuando, otros cuando pueden, otros siempre que pueden. Hay contradicciones. Hay avances y retrocesos. Eso es una revolución. Nunca es lineal, nunca es perfecta. Una revolución "cuesta vidas". Una revolución es gravosa, disconforme. Y una revolución no se hace de arriba abajo. Nunca. Una revolución es de abajo hacia arriba. Y sino no es una revolución, es un alzamiento. Y eso es otra cosa y va de otra manera y acaba de forma diferente. Por cierto, esto de DiverXO es una ocurrencia. No es una revolución.

La revolución en la sala no está sucediendo. Ni así ni menos. La revolución sería que se actuase con el vino como se hace con la compra en el mercado. Elegir, probar, investigar. Esto no pasa. Un porcentaje masivo de la hostelería (la estrellada y la que no) no hace gestión alguna de su carta de vinos. Ninguna. No prueba, no elige, no investiga. O bien acepta el criterio del distribuidor o bien se pliega a intereses espurios que nada tienen que ver, ni siquiera, con el gusto o la calidad (virtual o real) de los vinos propuestos en la carta que se ofrece al cliente. Esto es vox populi, no revelo nada.

Se hace mucho el idiota. Se debate (y es bueno) profundamente sobre lo que es o no es. Y sobre quien es (viticultor, viniviticultor, elaborador, flying winemaker o otra cosa) o no es (algo de lo anterior). Y sobre quien es capador de cerdos y quien es sexador de pollos. Y está muy bien, pero enredamos un huevo sin acudir a la base. La base, yo creo, es que la hostelería compra vinos en función de si le ponen o no una nevera o una terraza. Y en función de si es Coto, Rioja o blanco. Y punto.

Ni ostras, ni jalapeños (eso que es?) ni nada de nada. Hacemos mogollón el idiota. El vino se vende para señores de 55 o mas, que son los que lo beben. Lo demás es exportación. Para los que nos gustan ciertos vinos, ciertos vitivinicultores, elaboradores o lo que sean, la venta está fuera. El 80% sale y se lo beben en Europa, EE.UU. y el sureste asiático. Esto es un hecho.
Preguntad a la inmensa mayoría de esos elaboradores que les parecen los puntos Parker y la reciente calificación de Luis Gutierrez, ¿sabéis porqué?. ¿Por el prestigio que se logra en las redes?, ¿por el prurito de ver que te valoran, que te premian por delante de la industria y los grandes productores?... No.

Es porque a Parker lo leen, lo creen y lo aceptan como a las sagradas escrituras en el 100% de los mercados extranjeros. Y el cambio de paradigma propuesto por Luis Gutierrez en sus lineas para TWA es cuantificable en miles de euros en vino vendidos en mercados a los que antes no se llegaba. Sin mas.

No se bebe en España, pero se bebe fuera. Mientras, aquí, podemos seguir haciendo el idiota. Jalapeños, Ostras, pipetas introducidas en la boca del comensal y debates bizantinos sobre denominaciones y cosas que no atacan la raíz del problema. Genial todo, aunque improductivo.
Austeridad, pedía un personaje en prensa estos días, molesto por los que le comen la tostada en su negocio de comer y beber bien para hablar mejor o peor de restaurantes y amiguetes. Austeridad. Decía otro en twitter que si es un 3 estrellas el que va a hacer que los jóvenes beban vino estamos jodidos porque no se ven muchos jóvenes comiendo en esos 3 estrellas. Esto ultimo también es un hecho.

Aristoteles dejó dicho que lo que hay que hacer se aprende haciéndolo. Lo que hay que hacer es que se beba mas vino. Empecemos por beberlo. Dejar institutos, organizaciones o restaurantes (al menos la gestión de sus vinos) en manos de personas que no beben vino es cuando menos paradójico. Pretender que esas mismas personas fomenten además el consumo es como poco pueril.

Revolución del vino es otra cosa (a parte de mi libro, claro). Y está por hacer, a muchos niveles. En el campo empezó, pero llevará lo suyo (décadas, por no decir otra cosa). En la distribución ni se intuye (salvo honrosísimas excepciones) y en la hostelería asoma, poquísimo, en una docena de lugares que para muchos ya son templos (La Cigaleña, por ejemplo).

Lo demás está bien para tener de que hablar en el Facebook y en Twitter, pero ni es útil ni lleva a ninguna parte. Prosigamos.



 
*Fotos de depósitos en Muga, de acueo.es y de la Wikipedia


lunes, 2 de febrero de 2015

Cosas que bebí (en 2014)




Estaba pensando en lo injusto de las "listas de..." y se me ha ocurrido hacer una. Si vale, es ventajosa e incongruente, pero es que me parece útil. Personalmente, digo. A veces uno tiene que recapitular y, aunque no he podido beber y probar todo lo que quisiera, la verdad es que me gusta recordar cosas que me han llamado la atención y en 2014 me gustaron bastantes cosas.

Por ordenarme, me dispuse a pensar en cosas que realmente recordase pero mi flaca memoria me podría jugar una mala pasada así que, pidiendo disculpas de antemano, esto es mas o menos lo que me llamó la atención. Otra puntualización antes de empezar. No siempre hablaré de vinos. A veces me acuerdo de bodegas y de lotes enteros, porque los probé todos (en el mismo momento o a lo largo del año) o porque no me gustó particularmente una añada o marca sino una filosofía y una tendencia que, seguramente, dará en un gran vino en algún momento del futuro cercano de ese vino o bodega.

Por empezar por algo quiero hablar de albarizos. Por abajo y por arriba. El Pescuda de 2013 que hace mi amigo Moldes es una demostración de como hacer buen albariño en precios contenidos.


Desde 7 euros se encuentra y está genial en su simplicidad. Es todo lo mejor que se puede hacer en lo que cuesta. Y sin ser memorable yo me acuerdo de el. Mientras, por arriba, sigo enamorado de Crisopa porque esta es otra dimensión de la uva y del terruño del que sale. Lo pueden descalificar todos los años, le harán un gran favor. Es hoja, y planta, y tierra y fruta escarchada ( de la del rosco de reyes) y al tiempo acidez contenida y recorrido. Que me gusta mucho vaya.

También me gusta (no tanto, pero mucho) el tinto que hace German. Me gusta Milú, pero sobre todo me gusta La Perra Gorda, del que este pasado año me he bebido varias botellas sin fallo. Es vertical pleno y razonable. Buen vino que sabe a lo que quiere saber. Y 2012 aun da de si (en mi opinión, otro año mínimo).  Lo nuevo de Germán es asignatura pendiente para 2015 (Casa Aurora y las fincas de Milú)

Pero en tinto me flipó especialmente el de Xurxo Alba en Rías Baixas. Este Finca O Esteiro es decididamente raro. No porque esté hecho de alguna modo extraño, sino porque corresponde a una manera de entender el vino muy alejada de los cánones generales. Es fragante en nariz pero agradecido en boca rozando lo insípido (espero que se me entienda). Es decir, la boca está pero fluye, sin mas, mientras te ocupa una sensación agradable de aromas plenos de laurel, eucalipto y hierbas. Un vino para beber hectolitros aunque solo haya 850 botellas.

En este aunque a una distancia razonable me gustó también lo nuevo de Xión, en tinto. Un Cuvee con prevalencia de Caiño tinto que también ofrece matices aceptables de tener su propia personalidad. Vinos fáciles pero íntegros, que te llaman la atención sin complejidades ni snobismos excluyentes.
La linea que en la Ribeira Sacra marcara Viña Regueiral (que sigue tremendo, por cierto) la he visto venir también en Sílice, el proyecto de Carlos, Juan y Fredi que me resultó especialmente llamativo en Junio, en A Emoción....

Es otra liga de mencía, emboscada, digna de darle vueltas a ver que es eso que me quiere decir cuando lo bebo. Necesita tiempo, eso si, no es vino de una noche. Es mucha la promesa, a ver como sale. Por de pronto me acuerdo vivamente de el, y hace seis meses que lo tomé por ultima vez.

Para terminar con lo evidente, sigo alucinado con La Cosa de 2012 del amigo Alfredo Maestro. No es tanto lo friki de un vino exageradamente raro, no. Es que el muy carbón se regodea de ti en su simplicidad. Es dulce sin serlo, es fresco sin serlo y es original sin serlo. Y para asumir esto uno tiene que haber cursado primero de Kracher y así poder concluir que, sin tener nada que ver con aquello, esto es uno de esos vinos dulces que ni son dulces ni son secos ni dios que los confunda.

Como El Carro de Rafa Bernabé, pero en simple....y dulce, claro.


Hay mas, claro. Me paro en muchos, en La Movida (que garnacha por dios) en algo de Tentenublo, en algo de Luis Anxo, pero poco, en Zárate y en Mateo (el crianza oxidativa es memorable), pero mi memoria es frágil (ya lo dije) y me olvidaré de alguno fijo.

A ver si 2015 está a la altura (que pinta que si).



* fotos de las bodegas, de vinowine.es, de juncalalimentacion.com y del blog de Mariano Fisac