Hay varias cosas interesantes de por si en el universo vino y, en mi opinión, una de ellas pasa por la susceptibilidad general que se gastan determinadas personas y estructuras. Y al respecto de esto quiero teorizar este día, porque pienso que es interesante debatir alrededor de una tendencia cada vez mayor y menos justificada: el divismo y el súper ego.
En tiempos existía cierta tendencia a la sobrevaloración de los vinos propios. Esta idea (errónea publicitariamente desde cualquier punto de vista) parte de la tendencia del mercado anglosajón que encumbra al triunfador en detrimento del perdedor. El termino "loser" (perdedor) se usa de modo generalizado como antítesis del "winner" (ganador o triunfador). En ese contexto, el mensaje del "mas vendido", el "mejor vino según..." o el "preferido de..." encajan a la perfección en una suerte de guerra sin sentido entre vinos en general mediocres pero mayoritarios.
"El vino mas vendido en Madrid y en las dos Castillas" decía un anuncio de un productor masivo no hace mucho tiempo, "El nuevo clásico gallego" rezaba otro spot de una cooperativa gallega en un carísimo anuncio televisivo ofrecido en un formato y con unas características muy alejadas del estilo general que gusta a sus principales consumidores. El mejor. Tuve un profesor que como primera lección nos insistía en erradicar la formula "el mejor" de cualquier anuncio que elaborásemos en nuestra carrera como publicistas. El mejor no existe, y menos en publicidad.
Es por esto que las redes sociales (twitter de modo preferente) han abierto un espacio inusitado e indeseado para la industria a la crítica y al desprestigio. Leo constantemente de bodegueros, industriales o enólogos (o productores a secas) anormalmente molestos, cuando no totalmente alterados y fuera de sí, al leer críticas mas o menos acertadas o medidas en twitter sobre sus vinos. Leo de bodegas molestas con reclamaciones discretas de consumidores que han tenido un problema totalmente argumentable y razonable a la hora de disfrutar de sus vinos. Bodegas que pierden clientela y prestigio por no devolver a un consumidor una botella con corcho defectuoso o simplemente mal (por razones medibles y lógicas) produciendo de ese vino cientos de miles de unidades.
Hay quien piensa que se trata de una pésima gestión en RSC (Resp. Social Corporativa) o RR.PP. pero yo creo otra cosa. Pienso que el problema es de ego. Un ego extraordinariamente mal entendido y escasamente sustentado. Un ego innecesario, el del que sabe que lo que hace no es ni de lejos lo mejor, ni siquiera un producto especial, ni distinto. El malestar del que ha sido pillado "con el carrito del helado" y carece de legitimidad para defender un producto sin alma, sin peso ni calidad. Solo con marketing detrás. Solo con industria, nada de carácter, nada de verdad.
El ego es un valor, una herramienta, difícil de manejar. Hay personas que nos llevamos muy mal con nuestro ego y hay otras que creen que su visión del mundo, del que sea, es la que emana de su ego. Esto ultimo pasa mucho en el mundo del vino y no solo entre productores o elaboradores.
También le sucede a algunos catadores, con blog o sin el, aficionados y profesionales, que piensan que la suya, su opinión, es algo mas que un puro ejercicio de ego carente de razonamiento. Que a uno u a otra no les guste algo (por ejemplo, la selección de bodegas participantes en A Emoción 2014) es algo carente de toda importancia. Que su ego les diga que esa selección es mejor o peor, que faltan o sobran vinos o bodegas da igual. No importa nada. Su ego les engaña y les hace creer que su criterio, cualquier criterio, ante una copa de un vino singular, especial o distinto es mas importante que este. Y no es verdad. Su criterio, como cualquier otro, no vale nada mas allá de si mismos/as.
Es tendencia creer que el vino que uno hace, cuando se gasta millones en promoción, es superior a otros. No lo es. Nunca lo será. Igualmente, creer que por acudir frecuentemente a saraos, o por tener un restaurante con carta de vinos plagada de referencias "madereras" se está en disposición de hacer crítica de algo hecho desde el altruismo y el desinterés y por puro hedonismo es estar profundamente equivocado. Solo es cuestión de ego. Una tendencia peligrosa.
* Fotos de la web thegic.org y fotogramas de la película "Ratatouille" del personaje Antón Ego.