lunes, 26 de noviembre de 2012

Un par de apuntes sobre la vendimia en Rioja 2012

Recién conocido el balance que el consejo regulador de la DO.Ca Rioja hace de su vendimia este año se me ocurren de entrada un par de apuntes que me apetece compartir, máxime estando tan cerca la celebración del "III Ranking de vinos por menos de 10€" que va a tener lugar en Pontevedra este próximo 1 de Diciembre. Quiero analizar el asunto por partes.

1º Habla la nota de la DO de que "La uva cosechada ha presentado en general un magnifico estado sanitario y un excelente equilibrio madurativo entre graduación alcohólica y polifenoles, lo que permite avanzar unas expectativas de gran calidad para el conjunto de la añada".

 Partiendo de la base de que esto, esta valoración concreta, debería ser potestad de las bodegas y cooperativas en exclusiva (se supone que ellas deberían saber mejor que nadie cual es el equilibrio de su viñedo) dudo especialmente que se pueda hacer, queriendo ser creíble, un juicio general de tan importante equilibrio de un modo tan superfluo y sobre una DO que se extiende a lo largo y ancho de mas de 60.000 hectáreas de terreno. La DO confirma que se han recogido mas de "355 millones de kgs. de uva", de los que la propia DO es capaz de afirmar, como indico mas arriba que "se ha presentado...un excelente equilibrio entre graduación alcohólica y polifenoles"

 2º Insiste Rioja en dar mayor relevancia a sus vinos "de guarda" en menoscabo de las demás elaboraciones afirmando que "La buena estructura polifenólica que cabe esperar de los vinos elaborados les convierte en especialmente aptos para su crianza en barrica y larga guarda". Sin querer entrar en discusión alguna sobre si los Riojas son o no adecuados para una "larga guarda" si quiero matizar que los mejores que he bebido eran normalmente maceraciones carbónica y reservas que se salían de la nomenclatura oficial y los parámetros obligados por la DO (Crianza, Reserva, Gran reserva). En los mejores Riojas que conozco y he probado, la crianza y su duración la decidió el elaborador y no siempre cumplía los parámetros que la DO considera imprescindibles para denominar de una u otra manera a un vino en función de su estancia en madera. Mas bien al contrario, la estancia era inferior a los criterios oficiales, posibilitando así vinos donde la madera no reinaba impenitentemente sobre el vino y sus cualidades.

 3º Quiero terminar con lo positivo así que, de la nota remitida por la DO, me quedo con el aplauso a la "gran profesionalidad de viticultores y bodegas a la hora de planificar el desarrollo de la vendimia", pero me asaltan las dudas ante otra frase que afirma que "la maduración" ha exigido "realizar de una manera selectiva la vendimia para obtener la máxima calidad en cada uno de los viñedos". Es decir, ¿se han vendimiado de modo selectivo, finca a finca, parcela a parcela, 355 millones de kilos de uva tinta y blanca para "obtener la máxima calidad en cada uno de los viñedos"?. ¿Cuanta gente?

 Son solo 3 apuntes que no quiero que vayan en menoscabo de una zona donde, añada tras añada, el calificativo de "excelente" o "muy buena" acompaña a la valoración genérica de sus vendimias. Claro que esa valoración no la hace ningún organismo independiente, ¿verdad?. Ya. Normal.

martes, 20 de noviembre de 2012

El Hombre que nunca quiso reinar.


 “Hacer algo que es normal, porque algunos lo hagan mal, no me da mérito. Mérito lo da hacer un descubrimiento de algo. Yo de eso no he tenido nada”.

Decir que los Viña de Martin o A Torna dos Pasas son una anormalidad, una excepción en O Ribeiro es quedarse muy corto. Por derecho propio, los vinos de Luis Anxo, sobre todo en el caso de los tintos son, aún hoy en día, un aval de la credibilidad de una D.O. y de unos vinos en los que se había perdido toda esperanza. La creencia en que O Ribeiro era mucho mas que vino blanco a granel de pésima calidad y muy discreto gusto.

Los años 80 son, para algunos, el apocalipsis de un modo de hacer bien las cosas que reflejó durante siglos la calidad de los blancos de O Ribeiro. En la edad media, reyes de toda Europa hacían que se les enviasen a sus palacios aquellos blancos de uva Treixadura, de los que se datan plantaciones en época de los romanos y cuyo gusto y aroma son del agrado de la nobleza medieval.

Solo una razón lleva a que en los fatídicos años 80 se tomen las decisiones que, en solo 10 años, estuvieron a punto de dar al traste con siglos de tradición en buenos vinos. La avaricia.

La máxima entre los enólogos de la época es la cantidad. La vid, cuanto mas antigua, menos produce, y aunque su calidad sea enorme si lo que se pretende es saturar el mercado de botellas de vinos, un ratio de 2 a 4 quilos por cepa es minúsculo. Hace falta mas y esa máxima lleva a la toma de decisiones tan drásticas como absurdas.

Profesionales y propietarios deciden arrancar las variedades autóctonas, de las que se tiene noticia documentada de su existencia en el lugar desde los siglos XV o XVI y replantar uva blanca, si, pero de otra clase, mayor tamaño y ratios de producción por planta muchísimo mayores. En este afán, se cuela en la zona la uva Palomino, natural del sur de España, de gran tamaño y que produce litros y litros, si, pero de un vino de muy inferior calidad, pobre en todo salvo en su cantidad y sin ninguna relación con los suelos de la zona.

Este periodo deriva en una fatídica herencia. La de que O Ribeiro es un vino menor. Es tanto así lo que sucede que, después de la creación de la D.O. Rias Baixas, son sus albariños los que ocupan el primer puesto en la competencia por ser el mejor blanco gallego. El Ribeiro pasa así a un segundo plano, entendido por el consumidor como un vino sin pretensiones, barato y de consumo masivo, si, aunque a un coste ínfimo.

Así las cosas, en 1990, la presencia de uva autóctona se ha reducido drásticamente en los blancos y casi a desaparecido en lo que a tinto se refiere. Caiño, Souson, Lado, Ferrol, uvas de las que se tiene constancia pero que han sido sistemáticamente erradicadas para ser substituidas por otras inferiores pero de mayor capacidad productiva.

Es en ese contexto cuando Luis Anxo decide iniciar su proyecto, un proyecto que no tiene claras trazas marcadas, que va reformulándose y creciendo a medida que las previsiones y el mercado lo exige, que comienza por los blancos, siempre a base de Treixadura y que termina con tintos, rescatados cepa a cepa, finca a finca, hasta confeccionar una base desde la que lanzar al mercado una de las obras mas intensas y exageradas de la viticultura en Galicia; A Torna dos Pasas.

“Hacer algo que es normal, porque algunos lo hagan mal, no me da merito. Merito lo da haber descubierto algo. Yo de eso no he tenido ninguno”. Este es Luis Anxo Rodríguez (Arnoia. 1962), un artesano que no cree que hacer cinco vinos (dos blancos, dos tintos y en ocasiones una segunda marca, para no desvirtuar la calidad en años especialmente productivos) es algo normal, que si los demás no hacen es porque no se encuentran en sus condiciones. Y punto. Ni excesos ni alaracas ni fuegos artificiales.  

Luis Anxo es directo. Sabe lo que quiere y lo que pretende. Durante 5 años ha sido presidente del Consejo Regulador de la D.O. “porque no surgió otra persona y me lo pidieron”. Una experiencia, ser el máximo responsable del organismo rector de la calidad del vino en una D.O. que renegó de la calidad en los ochenta, que le ha dejado huella.
“Fue una experiencia e intenté hacerlo lo mejor posible. En algunas cosas se acertó y en otras no. Hubo elecciones y yo ya no participé. Iba para cuatro años y al final fueron cinco. Es suficiente”

Los viñedos de Luis Anxo son un puzzle. Superficie, unas 2,7 hectáreas, numero de fincas “no lo se, perdí la cuenta”. Llamar fincas a lo que Luis Anxo ha ido reuniendo a lo largo de mas de 20 años es una falta de respeto a las “fincas” consideradas como tales, por ejemplo, en La Rioja. Retazos, desde los 20 metros cuadrados hasta los 2000, en propiedad algunas, otras cogestionadas, algunas alquiladas. Un mapamundi de Treixadura, Caiño, Souson… blancas y tintas, algunas mas jóvenes (mucho del viñedo autóctono en O Ribeiro fue replantado en los últimos 15 años, ante la devastación producido por el comentado apocalipsis de los ochenta) otras centenarias o casi.

Y cuando uno se pasea por estas tierras, Laixa (Arnoia) por ese enorme manantial de trabajo, tradición, raza, por esos parajes de verde y ocre, de fruta, uno entiende el porqué. Porqué renegar de los enólogos mas mercantilistas que le decían que todo debía ser como siempre, ¿porqué lanzarse a la búsqueda de variedades tintas recuperándolas en los mas inhóspitos parajes de la provincia?. No.  

Hacer estos vinos implica riesgo, pero hacerlos bien implica voluntad. Luis Anxo huye de personalismos; “ Pero vamos a ver, si no le rendimos culto al equipo de frio o al que da el sulfato, ¿Por qué se lo damos a quien le pone nombre?. Yo no tengo derecho a arrogarme una parte mayor de protagonismo (…) Esto del enólogo estrella es una tontería, ahora bien, cada cual que piense lo que quiera. El bodeguero es un elemento mas. Elevarlo a los altares, por lo menos en mi caso, es una falacia. Mi nombre esta en las botellas porque alguien tiene que firmar. Esto de “me voy a hacer un vino al Somontano y soy muy bueno” no es así. Aquellos a quienes le imprima confianza mi persona y decidan probarlo, perfecto. Pero yo soy solo un 10% de ese vino. Es mi modo de entenderlo y lo que creo, pero cada uno es libre, faltaría mas”

Este es Luis Anxo Rodríguez que, aunque no lo crea, dice mucho de si mismo en sus vinos.



Vinos.

Blancos

Viña de Martín “Os Pasas”: Treixadura y Albariño en diferentes porcentajes (sobre todo Treixadura). Fermentado en acero inoxidable y reposo en botella. Entre 11 y 15 euros al consumidor final. Máximo 12.000 botellas

Viña de Martín “Escolma”: Treixadura, Lado, Torrontés y Albariño. Con una crianza en barrica de roble francés del bosque de Allier de alrededor de 12 meses (a criterio del elaborador). Entre 18 y ? euros al consumidor final. Entre 800 y 2000 botellas.

Eidos Ermos: Treixadura, albariño y otras. Solo se elabora en años en los que la producción obliga a un mayor selección de uva para dedicarla a las marcas principales. Habitualmente se comercializa. Entre 6 y 8 euros al consumidor final. Numero de botellas indeterminado (cuando sale, mas de 20.000)

Tintos

A Torna dos Pasas: Brancellao, Caiño y Ferrón, con Fermentación y maceración tradicional entre 28 y 30ºc. Reposo en botella. Entre 11 y 15 euros al consumidor final. Entre 2.000 y 5.000 botellas, según la añada.

A Torna dos Pasas “Escolma”: Brancellao, Caiño y Ferrón. Fermentación maloláctica en barrica de carballo gallego y envejecido en roble francés Allier donde permanece 12 meses. Reposo en botella otros dos años. Desde 20€ hasta ?€ al consumidor final. Entre 500 y 2000 botellas, según añada.


Actualización; Está por salir al mercado en fechas próximas el que será sexto vino de la bodega, un blanco singular procedente de una única finca en Rivadavia.  Viñedo viejo y básicamente treixadura. 



*Apunte: La entrevista fue realizada en gallego y las respuestas en el mismo idioma. La traducción al castellano se hace para mejor comprensión de quien pueda pasarse por estos lares sin ser gallego o conocer el idioma. 

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Gente Corriente (en construcción)

Es una sensación extraña esa que se tiene cuando uno sabe que algo que ronda por su cabeza puede ser susceptible de acabar convertido en algo grande, ¿no os ha pasado nunca?. A mi me lleva sucediendo años aunque siempre al respecto de un atributo muy concreto de mi modo de entender las cosas.

Esta forma de contar, de informar, de manifestar o de analizar, alrededor del vino y sus virtudes y desgracias me ha servido como válvula de escape y terapia en un largo proceso que nunca termina y siempre vuelve a empezar. Y en este sentido siempre creí necesario dejar por escrito, en un volumen mas o menos grande, mas o menos logrado, estas impresiones sobre un mundo, un universo, que como todos los universos es complejo y denso y difícil. "El mundo del vino" como axioma esta superado. porque cuando algo implica tal grado de detalle, de dedicación para hacerse como es debido, merece la pena afirmar que quien logra la grandeza debería al menos ser tenido por artista.

Se que esto no lo entendemos así muchos. De hecho se que muchos consideran que un gran vino de escasa producción lo elabora alguien merecedor de elogio, si, pero al que califican (yo también lo hacia) de artesano. No pensamos en que sensaciones nos produce ese vino al beberlo, al olerlo, al sentir que hemos probado algo grande, algo especial, profundo o distinto. Son sensaciones peligrosamente similares a lasque me produce la visión de un cuadro, una pintura, de un gran artista al que en ocasiones estudiamos en los libros de historia del arte.

Si, ya lo se, el vino "tiene muchos padres". El sol, la lluvia, la tierra y sus circunstancias, la "ergonomía" entre planta y suelo,  los cuidados, la vendimia y finalmente la elaboración, por resumir y siendo muy escuetos. Ya. Sin embargo, preguntaos lo siguiente ¿por qué teniendo suelo, clima, viñedo y medios ciertas bodegas destrozan, aniquilan, cualquier atisbo de grandeza, de singularidad de sus vinos y otras no?. Yo pienso que esto pasa únicamente por las personas. Y así llego al meollo de la cuestión.

Estoy escribiendo "algo". Ese "algo"  empezó siendo una cosa y ha ido mutando a otra, a medida que percibía que eso que iba a hacer, en realidad, no terminaba de parecerse a aquello que mi cabeza quería contar. Pensé en algo similar a una guía pero que se terminase pareciendo mas a un viaje por el vino y el viñedo en Galicia, pero entonces caí en la cuenta de que lo importante, lo esencial en muchos casos, son las personas. Y es aquí donde note que realmente es en ellas donde radica la principal diferencia, tal vez no la esencial pero si la principal en el camino del vino ha convertirse en algo realmente especial. Así que de eso voy a escribir. de personas.

Aquí, en este foro, iré lanzando pequeños extractos de lo que llevo escrito. En algunos casos he entrevistado a los protagonistas de esto que inicialmente quiero llamar "Gente Corriente". En otros, hablo sobre experiencias de una mañana, de una tarde, escasas horas en compañía de personas que merecen la pena ser conocidas porque, en mi modesta opinión, quieren por medio del vino rozar la singularidad y, si todos los hados les son propicios, llegar a la grandeza. No, no hay muchas, me temo. Y por supuesto no tengo ningún animo de compendio o enciclopédico. son los que serán porque me los he ido encontrando.

Así que a lo largo de la próxima semana comenzaré hablando de alguien por quien siento especial respeto. Un viticultor que es mucho mas aunque se empeñe en cada uno de sus comentarios, de sus reflexiones, en ignorar el hecho de que hace algo muy especial con un viñedo que muchos denostaron o directamente arrancaron en otras épocas. He querido llamarlo "El hombre que nunca quiso reinar" parafraseando al gran John Huston. Eso será el próximo miércoles. Hasta entonces.