Bodas.

En Galicia la comida tiene una dimensión ,megalítica. Como tantas otras cosas el comer aquí se hace solo a lo grande. Eso compartimos entre otras cosas con la cornisa norte de la península, ese afán por la desmesura, todo en cantidades industriales, todo ultracalorico. De lo mejor mucho y de lo demás mas.

Por eso este Menú, extraído del convite al que acudí por compromiso familiar este mismo sábado no hace mas que corresponder al clásico menú de, al menos, este pequeño rincón del mundo.

Mariscos cinco. En la mesa esperaban nuestra llegada las Cigalas al vapor y el Buey cocido. Abundante si, el Buey algo menos, pero la cigala minúscula y recién salida de las cámaras donde reposo después de cocida al menos una noche. El Bogavante es espectacular pero nada mas. Se sirvió así nos sentamos y sin estar mal si estaba seco, y la "salsa a la cubana" podría haber sido tranquilamente Congoleña o de Guinea Visau...

Las Almejas de lo mejor, en salsa verde sin estridencias y la Vieira lamentable. Salsa de tomate tostada al horno. Del pescado y de la carne no hablare porque, como comprendereis, salvo honrosas excepciones, casi nadie los prueba. Eran cerca de las ocho de la tarde cuando llegamos a los postres y al café, y desde hay fiesta.
180 personas, bebidas alcohólicas y una disco móvil.

Bodas gallegas. Los vinos malos, baratos aunque el Valtea, según mi mujer, no agredía al menos. Del tinto no se supo, no vino a la fiesta.
Retazos de un modo de hacer las cosas que yo mismo reproduje cuando me case pero que cada vez considero mas vetusto y prescindible.