viernes, 10 de junio de 2016

Babel

El tiempo que vivimos tiene de particular algo que ninguna época anterior había ofrecido. La información, en todas sus formas y estados, corre con semilibertad por la tierra, generando una ola enorme de conocimiento y desconocimiento a partes iguales. Uno puede aprender sobre muchas cosas, pero el nivel intelectual de lo que aprende es muy relativo.

Es tal la contaminación, que en el mundo del vino se han establecido una serie de parámetros más bien corruptos y deformes a modo de "mantra" sobre los que se gira sin cesar. Uno de ellos pasa por la falta de definición real sobre que es y que no es vino.
Cada verano, de manera recurrente, volvemos sobre el debate de si está bien o no hacer cosas que, "desde el vino" atraigan a la juventud al mundo del vino. Esto surge, por supuesto, a interés particular de ciertas empresas y personas que buscan su nicho de mercado sin demasiado escrúpulo y en ausencia de quien los discuta. Solo así se entiende el nacimiento de este concurso del que hago captura más abajo en imagen. "Con Vino" se hace llamar y, para lo que nos interesa a nosotros, lo respetable es esa definición de quien puede presentarse para ser elegido como "la mejor bebida hecha con base de vino". Bingo....


Dicen los organizadores que el concurso englobaría los siguientes tipos de bebidas:
Vinos de Baja Graduación (sin alcohol, vaya), Sangrías y Frizzantes (los de Codorniu, sin ir más lejos), Vinos Combinados con aditivos de frutas (naranjas y etc) Vinos con otros aditivos permitidos (¿eh?...¿resto del mundo?) y bebidas con base vino, Vinos de Licor, Vinos Macerados y Vermús, Vinos de Misa, Mistelas, Vinos Kosher.
No citan al "Vino azul" pero ya lo incluyo yo; chicos, ¡esta es la vuestra!

La prevalencia o situación del concurso me importa poco pero hago mía la definición que hacen los chicos de "Con Vino", a saber: todo lo que aquí participa no es vino, es otra cosa. Y al fin tendrán su concurso y etiqueta (a cambio de 80 euros de inscripción y otros 25 por muestra añadida. Al menos son más baratos que la mayoría de los concursos de lo que si se considera vino).

Dudo sin embargo sobre si en la categoría "Vinos con otros aditivos permitidos" podrán participar los que elabora Condes de Albarei o Martín Codax para Lidl. Vinos a base de albariño como el Salneval que Condes de Albarei elabora para Lidl y que se vende a la friolera de 2,79€/botella (en oferta ojo, no vayáis a pensar. Normalmente cuesta muchísimo más...3,59€) o el CEO que Martín Codax (sin cambiar de estética en la etiqueta, ojo) hace para vender a 5,99. Supongo que tanto de SO2 como de correctores de acidez irán bien y que, tal vez, podríamos encontrar también Fosfato biamónico, Perióxido de hidrógeno, E-170i, E-501ii, E-353, E-336i, E-414, E-270, E-296, espesantes, colorantes, aromas, edulcorantes, estabilizadores, antioxidantes, acidificantes o desacidificantes. Aditivos todos "permitidos" y de los que ignoramos presencia y cantidad por la ausencia de un etiquetado real en las botellas de vino. Voy a inventarme un slogan: "lo que cuesta muy poco puede salir muy caro".

La Torre de Babel bíblica buscaba el cielo. Los hombres, enardecidos por su capacidad tecnológica, apuntando a las estrellas, enfadan a Dios que los hace hablar en lenguas diferentes. No se ponen de acuerdo y la Torre queda sin finalizar, con el aspecto que Brueghel el Viejo imaginó en su fantástica pintura.  Tal que enólogos debatiendo sobre si hacer vino al modo de Castilla-La Mancha es "un signo del avance tecnológico en el mundo del vino" o "una aberración industrial que acaba con la tradición y el oficio". El idioma que, en este artículo de nada menos que el New York Times en español, habla el responsable de la fábrica manchega y el que se suele usar, por ejemplo, en A Emoción dos Viños, están a la misma distancia que el alemán y el chino mandarín. Mundos distintos, planetas distintos, necesidad e interés diferentes. Si el responsable manchego pudiera hacer catorce clases de vinos y subproductos del vino necesitaría quince e inundaría el mercado aún más de basura. Mientras, el elaborador de 3000 botellas seguirá gritando sin que nadie lo escuche que defender como vino Salneval o CEO es poco menos que insultar a los montones de cooperativistas que sí se molestan en que su viña rebose salud y calidad para acabar en el mismo deposito de 50.000 litros donde acaban el resto de uvas comunes, llenas de sulfato, sistémicos y agua.


La frase final de Carlos Falcó es clara en su simplicidad; "Cuando un cliente extranjero visita mi bodega y quiero venderle una botella en 20, 30 o 40 euros, no ayuda mucho que sepa que las botellas que se venden en los alrededores cuestan tan solo unos céntimos". Quizá tampoco ayude tener el Caliza a 11 euros o menos a competir por ahí...pero está claro que de 11 a 1 hay 10 de diferencia, que es la distancia entre el vino a granel y cualquiera del Dominio de Valdepusa. El estilo no me gusta, vale, pero es la realidad.

Un dato curioso. Carlos Falcó, Marques de Griñón, tampoco ha firmado el "Manifiesto" del Club Matador. El gestor de uno de los pocos Pagos reconocidos en España no parece haberse enterado (o no ha querido, quien sabe) de la existencia de esa "corriente" de pensamiento. A lo mejor es que no está a favor de que se defina el gran viñedo español...  no, esto seguro que no es.

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