viernes, 6 de mayo de 2016

Retrato

La definición clásica dice que un retrato es la "Representación de una persona en dibujo, pintura, escultura o fotografía". Por lo tanto "quedar retratado" sería la definición para cuando a uno le hacen un retrato. Pero el lenguaje, en castellano, es rico y diverso y la mala leche es mucha. Así que, popularmente, "quedar retratado" es la expresión de cuando a uno lo pillan a pie cambiado, o con el carrito del helado o con la maleta sin hacer... vamos, que queda uno en evidencia.

Esto días hablaba con alguien sobre las circunstancias por las que Javier Alén, el de la foto, (Viña Mein. Ribeiro) ha llegado a contar (y a contratar, que carajo) con el conocido como "Comando G" para que firmen sus vinos en las añadas próximas a partir de 2014.

La figura del propietario de Viña Mein y de este Ribeiro, con sus luces y sus sombras, ha sido ya motivo de mención para este blog cuando este Ribeiro fue de los primeros en abrir lo que era un nuevo camino, hace ya casi 10 años. Viña Mein proviene de un viñedo "consciente" a base de treixadura, planteado como un vino de gama alta y desde unos principios y una filosofía que, al menos inicialmente, perseguía algo más que hacer mucho vino y venderlo a buen precio.

En un momento determinado, alrededor de 2009 esto mudó en más de lo mismo, el volumen pasó de unos miles a decenas de miles y de ahí a la irrelevancia. Y aunque, por supuesto, se sigue vendiendo y mucho el Viña Mein, la cosa ya no es como se contaba y el mando de las operaciones lo han cogido otros. Y es ahora, en este momento, cuando David Landi y Fernando García se hacen cargo del tenderete. Es ahora cuando se pone al frente de Viña Mein, Tega do Sal y "Tinto Atlántico" (que poco naturales y respetables me parecen los genéricos, incluso los que no están registrados...que pobre y falto de imaginación. ¿Que es lo que se pretende decir, que el resto de los tintos atlánticos no lo son?)

Esta llegada puede significar, no lo discuto, un giro claro en la viticultura, las elaboraciones y los procesos, por supuesto. Pero es, de entrada, una pura maniobra cosmética de cara a la galería que servirá, no lo dudo, para defender el argumento de que "ahora si" Viña Mein se sube al carro de los "nuevos" de los "revolucionarios" y los "innovadores". Y lo hará, y esto también es un hecho, por obra y gracia del dinero que Javier Alén si puede pagarle a Comando G y que otros no pueden.
Los cambios, cuando los haya y si los hay, vendrán después. Pero el beneficio es desde ya para alguien que no hizo el mismo esfuerzo ni tomo las mismas decisiones que otros que, sin la misma capacidad económica, han realizado desde siempre un esfuerzo claro por la calidad, el respeto y la sostenibilidad, más allá de nombres y marcas.


Porque Comando G es un sello, un emblema, una marca.  Y a nadie escapa que contar con este emblema para redefinir un proyecto, da caché. Si uno firma con, pongamos por caso, Michel Rolland, ya podemos hacernos una idea de como serán los vinos (microoxigenación, madera nueva de roble francés con tostado medio, sobre-extracción...). Firmar con Comando G es querer que tus vinos sean de un modo concreto, vale, pero a efectos del mercado es, también, una nueva fachada. Es el beneplácito para decir que haces "Tinto Atlantico" y ser creíble, al menos para una parte del frikerio. Es subirse al vagón de la revolución sin que se tenga que parar el tren y sin tener que explicar, como dije hace unos días a alguien haciendo un chiste, "Porqué el grupo Entrecanales hace vinos frikis", cuando ni es su idea ni su pasado.

Es "lavar" el dinero que pasó del ladrillo a la viña, convirtiendo sus vinos industriales u semi-industriales en "productos de la revolución" sin tener que pasar antes por el mercado minorista, la exposición publica al enofriki y su blog o el filtro de las cartas de prestigio en restaurantes y locales emblemáticos para el público más interesado y fiel al vino. Todo ese proceso de consolidación, que lleva a la formación de una estructura de distribuidores, con sus idas y venidas, Javier Alén y sus vinos "Comandizados" no lo tendrán que pasar. Porque a el ya lo distribuyen los grandes, el ya está en múltiples puntos de venta y, la verdad, si hace esto no es para darse a conocer. Es para legitimar que, ahora si, sus vinos son "del grupo".

Quizá me equivoque, pero esto es lo que parece... y plata no es.





* Fotos: de la web de Proensa y del blog Bacomanía

5 comentarios:

A este lado del Duero dijo...

Tirando de diccionario: soy un poco (para mis jefes, bastante) lerdo -2ª acepción- y/o gilipollas. Estoy a eones de vuestros conocimientos enovitivinícolas, no conozco ni tengo tan "a mano" a la gente que pisa la viña y/o la bodega (o el laboratorio de la misma). Creo entender lo que el propietario de Viña Mein puede ganar, pero..., ¿por qué se ha prestado Comando G a lidiar con ese toro resabiado?, ¿me lo parece a mí, o tienen más que perder que ganar?

José Luis Louzán dijo...

Buena pregunta.
La verdad, no lo sé. Pero dado que la carne es débil, supongo que será cuestión de pasta. Eso y, probablemente, una mala medición y cálculo del riesgo. Veremos...

Sibaritastur dijo...

Lo poco que yo puedo (y quiero) comentar es que el Tinto me gustó mucho en su día y este no lo he probado. Si Tega Do Sal,que me pareció un vino flojo a un precio muy elevado. Los blancos hasta el cambio no estaban entre mis preferidas de la zona aunque depende del año, alguno podía gustarme en mayor medida.Paso palabra

sonri_sa dijo...

Comparto el comentario de un amigo que me paso las referencia de este blog..."Es toda una sorpresa saber que Javier Alen también tiene enemigos"
La mayor parte de los comentarios que se vierten en este blog que supuestamente quiere comentar sobre vinos, rezuman una hiel hedionda que no sorprende partiendo de una materia prima con tan mala uva...

Sibaritastur dijo...

Sonri_sa tu comentario va sobre el post escrito por J.L o incluyes también los comentarios que hemos hecho algunos?