No hay nada mejor que una comida con su sobremesa entre amigos correspondiente. Esto es algo evidente para muchos de nosotros, pero mas aun cuando se acaban conociendo novedades y propuestas que demuestran cuan enorme es la distancia entre unos y otros hosteleros en mi tierra. Abismal.
Este sábado acudimos a "O Fragon" (Fisterra. A Coruña. 659077320) a junto mi buen amigo Fran a conocer un par de cositas nuevas de esas que de cara a la época estival van introduciendo en carta. Y con la misma ilusión de siempre, descubro que cuando uno quiere mejorar, aprender y experimentar lo hace y punto, en la Gran Vía Madrileña o en la ultima esquina del puerto de Fisterra en el fin del mundo conocido.

Las novedades se resumen rápido, no por cortas de contenido sino por concretas e interesantes.
Una vieira bien cogida de punto sobre una
cama de Aguacate y
yogurt griego mas pistacho molido. Sabrosa, fresca, que te llena la boca de sabor a mar y con un punto ácido (el del yogurt) desconcertante pero interesante. Buena apertura.

Yo preferí después una carne, una
Ternera con salsa de Marisco y unas patatas al orégano como soporte. Interesante el contraste entre la carne y su salsa, que se sirve en recipiente a parte para los menos atrevidos.

Al Dente prefirió una
lubina con verduras, de aspecto estupendo y sabor comedido. El punto bien cogido, como siempre.
Todo regado con un albariño
Eidos de Padriñan de 2007, el mas económico de la bodega que cumplió sin escándalos (lejos del Contraaparede...lógico). Postres, licores y una charla distendida fueron todo lo necesario para que entienda una vez mas que hay cosas que no tienen precio. Una lastima que solo yo y otros pocos lo entendamos así.
Por otro lado, la decepción llega desde un producto al que tengo una fe enorme como representante de un modo de hacer las cosas y que me parece que ha tomado una mala decisión. Se trata de las galletas
Mariñeiras de las que ya hablo Colineta en su
blog. Producto gallego 100%, sin aditivos, que basa su sabor y su éxito en una vieja receta de los marineros gallegos del siglo XVIII que, al salir al mar para varias semanas, elaboraban este pan-galleta, que duraba sin perder frescura y calidad meses. La verdad es que están tan ricas como parece, pero el pasado lunes las vi en un estante de una de las muchas cadenas de Distribución que jalonan Galicia y mandan al paro a docenas de pequeños comerciantes.

Evidentemente el precio al que estaba la bolsa es bastante menor que el que yo u otro cualquiera pueda llegar a ofrecer así que, sintiéndolo mucho, una vez se termine mi stock de Mariñeiras mi relación con ellas finalizara. No se trata, ojo de "o ellos o yo" pero un producto o es exclusivo, no caro no, exclusivo, o no lo es. Y cuando llega a las estanterías de una cadena cualquiera, Gadis en este caso, deja de ser exclusivo y pasa a ser uno mas. Y fin. Ojala se trate de una fructífera relación que dure muchos años, porque de no ser así tampoco esta uno dispuesto a dar a conocer, con toda la humildad de un chiringuito como el mio, un producto para que después sea una cadena de alimentación la que lo explote con rendimiento. Simplemente.

Para reconfortarme de tantos y tantos disgustos (y para celebrar algún pequeño rato de alegría como alguno de los habituales me ha dispensado) abrí una botella de las que el genial Weirdo me remitió en su día, dentro de una de las "búsquedas" de conocimiento que abrí el pasado año. Se trata de este Jorge Ordoñez Conarte de 2007, Moscatel de Alejandría rico rico de verdad, muy interesante y heredero del maestro Kracher, al menos en lo que a estructura y espontaneidad se refiere. Una serie limitada donde Bodegas Jorge Ordóñez & Co. participa en colaboración con la Cámara de Comercio de Málaga y el Consejo Regulador de las DDOO Málaga y Sierras de Málaga, aportando a la colección este vino, creado especialmente para el proyecto, con una producción limitada de 4000 botellas. La etiqueta reproduce la obra titulada "Moscatel Victoria", que el pintor malagueño Eugenio Chicano ha creado pensando en este vino de la Axarquía.
Otro momento glorioso. Las pequeñas cosas que cantaba Serrat.