miércoles, 24 de febrero de 2016

Soplar y sorber

En esto de la vida existen dos claros puntos de vista; el tuyo y el de los demás. En el mundo del vino, como no puede ser de otra manera, también.

Hace unos días leía este artículo (si, entre risas) y me empecé a preguntar hasta que punto es consciente la profesión de hacer vino de la gravedad de sus decisiones o de la peligrosidad de la ausencia de criterio a medio y largo plazo. Desde el punto de vista de los citados en ese articulo, supongo que todo lo decidido fue correcto, que el vino gallego antes de su venida era una pura mierda y que hoy en día es feten y que si alguien considera academicismo, trasnochado, industrial y sin carisma lo que sale de sus producciones es porque no tiene ni idea o ignora "la historia".
No se dice como se llega a esa historia ni tampoco se dice si se paga algún precio por ello. No sé en que manual de viticultura decía que plantar a mansalva albariño era buena idea o, aun mejor, hacerlo mientras se arrancaban variedades que llevaban ahí cientos de años. Tampoco sé donde dice que la palomino en Ribeiro era mejor idea que la treixadura, pero a mi me parece que la cabecita de un viticultor de Arnoia en el 1982 no discurrió sola que lo que tenía plantado desde hacia tres o cuatro generaciones era peor que eso otro que se estaba proponiendo. Su punto de vista obvia que la variedad es, proporcionalmente, tan importante como el suelo y la viticultura, porque hay variedades adaptadas y otras que no lo están o, al menos, no tanto. Pero, dado que es la variedad la que puede dejarlos en evidencia, mejor callar.

Otro punto de vista es el de las DOs. Es un hecho, claramente demostrable, que carecen de capacidad de adaptación, que son otro organismo puramente burocrático y recaudativo, sin verdadera intención de desarrollar nada que realmente ponga en valor el producto que se supone defienden. El movimiento que se puede apreciar claramente en esta noticia, en esta otra o en esta, es solo la punta de lanza de una realidad, que entronca con lo que antes comentaba sobre mi jocosidad ante los titulares que ponen en la misma frase "revolución" y "enólogo". O "revolución" y "cooperativa"...o "club" o "biodinámica", si a eso vamos. O Jerez....

Porque luego es necesario ver las cosas desde el punto de vista de ciertos productores y bodegueros, claro. Ponerse en sus zapatos, como ahora defiende la nueva teoría asertiva y "Hare Krishna". He probado a ponerme los zapatos de Telmo Rodriguez, pero no me da el presupuesto.
Pero, dado que existen docenas de personas que escriben mejor que yo, esta columna de Rooster Cogburn puede iluminarnos. Sobre todo esta frase: "el futuro pasa por un camino en el que unos cuantos elaboradores estarán legitimados para vender alguno de sus vinos a un precio unas cuantas veces superior. Pero no saben de estadística. Ese puñado de vinos no tendrá ninguna repercusión en el miserable euro por litro que se paga de media por el vino español".

Y luego estoy yo. Yo creo, desde mi absoluta ignorancia, que todos los citados tienen razón. La suya, claro. Otra cosa es qué motiva, qué sostiene, esa razón. Porque la razón que no se basa en el común denominador es sinrazón. La sinrazón de negar la evidencia de la Merenzao o la Caiño y los tintos Rías Baixas durante décadas y quejarse ahora porque vino un tipo del Bierzo y nos dio con ellos en la cara. La sinrazón que sostiene que producir más en una microscópica zona de Ourense es buena idea, cuando en La Mancha una sola bodega hace mas vino del que jamas habrá aquí plantado. La sinrazón de negar que la manipulación técnica masiva de un producto no tiene porqué ser buena, para nada. La sinrazón de no criticar algo por miedo a no vender vino. La sinrazón de agarrarse a lo de siempre y, cuando te plantan delante, empaquetada y con un lazo, una feria independiente y libre para presentar tus vinos al mundo decirle que no y preferir más de lo mismo. O pagar por concursar y felicitarte porque te dan un premio.....que huevos.

Mi punto de vista lo resume Crusat en estas dos frases de este artículo. Yo pienso lo mismo.

"No entres dócil en esa buena noche,
la vejez debería arder y enfurecerse al concluir el día;
enfurecerse, enfurecerse contra la muerte de la luz...."

Dylan Thomas tenía razón. Dejarse ir debería ser delito. En lo de hacer vino también. No se puede soplar y sorber al mismo tiempo. Es imposible, pura física. Hay que tomar partido, o dejar que alguien lo tome por uno/a....y algunos, no pocos, lo están haciendo. Allá ellos y ellas.






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