Hay algo pornográfico en dar un premio. Algo lascivo, exhibicionista si me apuran. Se trata de otorgar a alguien, de motu propio, la potestad de ser el mejor en algo. Y esto, ojo, de modo abierto y a la vista de todos. Cuando mi niño me regala una de esas cosas con el letrero de "el mejor papi del mundo" todo queda en casa, entre nosotros. Otra cosa es que lo hiciera en el escenario del Kodak Theatre en Hollywood, California. Esa sería para morirse.
Entregar un premio es cuanto mas complejo según sea de pequeño el mundillo que motiva la entrega de premios. No hay premio taurino que no genere tensiones, o interpretativo (Oscar, Goya...todos traen cola). Y ya no hablemos de fútbol. Reciba quien reciba el Balón de Oro siempre hay críticas y una larga lista de agraviados por no haber sido elegidos como los mejores futbolistas del mundo.
Porque hablo, claro está, de premios otorgados por la voluntad de unos y ante la aquiescencia de los demás. No hablo de la Bota de Oro (para los no futboleros, premio que se otorga al mayor goleador de las ligas europeas). Aquí gana el que mas goles marca. Sin opiniones, valoraciones ni zarandajas. Esos, los premios valorativos, son otra historia y merece la pena hablar de ellos.
Hay que ser valiente para dar un premio. Este pasado martes se dieron en Compostela los "Magnum" del vino gallego, que otorga el Instituto Galego do Viño. Son seis premios a diversas facetas del mundo del vino, desde la promoción, el mejor vino, la mejor bodega (como colección de vinos), mejor sumiller, vino revelación y una ultima categoría del tipo "a toda una vida" dedicada al vino (en el buen sentido, capullos).
Debo decir que de los premiados este año en varios casos no coincido con el jurado ni de lejos. Ni por error. Y debo decir que lo raro sería que coincidiese. Digo esto porque al fin del evento se nos ofreció un muy rico ágape donde se pudo charlar y comentar la jugada y mi impresión, como siempre suele pasar, es la de que nadie estaba de acuerdo en nada, lo cual también es lógico porque somos humanos, gallegos, y nos gusta el vino. Esto ultimo va al caso de que somos gente de natural inconformista y, cuando se dan premios, nos gusta la controversia.
En realidad lo que acabo de decir no es del todo cierto. Un premio si congrego cierta unanimidad (95% al menos) entre aquellos a los que pude consultar. Fue el otorgado a Bernardo Estévez y el Issué de 2010. Vinazo. A mi también me lo parece, aunque se que hay quien no quiere verlo delante y afirma sin ambages que está cargado de defectos. Por eso el 5%...
Yo creo, y esto lo digo con conocimiento de causa, que desarrollar un acto como el del martes, reunir a medios de comunicación y profesionales, ofrecer un acto de entrega de los premios y acertar en la identidad de los premiados y hacer todo esto bien es directamente imposible. Otra cosa es que hubiese premios que entre algunos de los presentes resultaron, por la identidad de los premiados, directamente hilarantes. Hablo (lo digo abiertamente) del premio a la mejor divulgación del vino. Y no porque Luis Díaz o su especial en ese diario regional no lo merezca (Luis mucho, sin duda). Lo digo porque no queda bien estar en misa y repicando, "no plato e mais na tallada", ser parte y repartir, etc.
Patrocinar un evento y que te den un premio es, como poco, falto de elegancia. No hablo de merecer o no, insistió, hablo de estética.
Otro premio de los celebrados de verdad es el que se entregó a Gerardo Mendez, de quien recuerdo un Do Ferreiro de 2007 espectacular que me introdujo ya sin remedio en la linea de los fanáticos de ese albariño tan desconocido; el autentico. Gerardo merecía un reconocimiento y no está mal que le llegue ya, aunque creo que el se siente reconocido cada vez que uno abre una botella, por ejemplo, de Tomada do Sapo y se le abren los ojos.
No se si está bien o mal dar premios. Se que en ocasiones recibirlos es bonito y lo digo no habiendo recibido nunca (ni mereciéndolo) ninguno. Pero si se que hay cosas peores que dar premios: que los que lo reciben no valoren su importancia. Y al menos dos de los premiados el martes no solo no tenían cara de estar recibiendo un premio, sino que parecían lamentarlo.
Tal vez sean cosas mías. En definitiva, bien por la organización que se atrevió a sacar de lo privado unos premios en mi modestísima opinión importantes y necesarios y bien por los nominados, que aguantaron a lo Meryl Streep el tirón de no recibir un premio que, en algún caso, debió recaer en ellos/as. Elegancia, aquí si, a raudales.
Esperemos a 2015. A ver que tal...
*Fotos. la web, mi autoría y A. Ballesteros.
1 comentario:
No he probado el Issué 2010 pero espero que no se parezca al Salvaxe 2010, porque entonces coincidiría con ese 5% del que hablas.
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