jueves, 10 de abril de 2014

El vestido nuevo del emperador.

"Influencer", "Gurú",  "Impacto", "Blogtrip". Decía Lincoln (a el se le atribuye al menos) que "cada nueva dificultad es una oportunidad disfrazada", algo en lo que coincido. Esto mismo deben de pensar una larga lista de personajes (cuando una persona transgrede socialmente a si misma y su entorno se la puede considerar personaje) que estos días aprovechan para hacer caja con la credulidad de empresarios, bodegueros o incautos en general al hilo de una supuesta capacidad de difusión. Y no me resisto a dar mi opinión, claro.

En primer lugar os invito a leer este articulo de Javier Sanz "glosando" la figura del "influencer" término que en ingles sustituye aquí al mas complejo "prescriptor de opinión" que a algunos ya nos producía cierta risa. Se trataría, por resumir sin complejos, de aquel individuo/a que a través de su opinión, supuestamente lanzada a miles de personas vía web, logra influir en el gusto/la compra/el interés de estos por determinado producto o servicio.

Y siendo cierto algo de todo lo dicho anteriormente hay que dejar claros un par de matices. El primero pasa por definir qué cosas son realmente "influibles" y cuales no. El gusto de alguien es algo en lo que se puede influir, pero ni en dos días ni porque lo diga únicamente una persona. Eso el gusto, ojo. No la moda. La moda, como puro impulso descontrolado y temporal que es, si puede recibir influencias determinadas en forma de flash, de foto, de opinión sesgada desde un "influencer". El vino, por ejemplo, no.

Para cambiar el gusto de los Españoles por los vinos frutales, de pura uva sin aditivos, en muchos casos cargados de "defectos" técnicos pero producto únicamente de una tradición artesanal, casera si me apuráis, por elaborar vinos, hicieron falta mas de 30 años, una legislación ad hoc, la industrialización del campo en España y años de publicidad y difusión constante en medios de comunicación tradicional. Es cierto que alguien puede decir que le gusta un vino y parte (o muchos) de los 3000 lectores de su blog (el que sea) le hagan caso. Pero en esa decisión no pesa solo que lo diga pepito o citranito.

Pesa, y no poco, la credibilidad que este tenga.

En segundo lugar. Yo trabajo en marketing y, a mi microscópico nivel, si hay algo que reduce o directamente elimina la credibilidad de alguien es la publicidad. Ver un blog con una o dos referencias publicitarias a verlo plagado de anuncios, incluidas una simples lineas "recomendando" o "apuntando a lo importante de" o "considerando fantástica la relación calidad/precio" de algo que no termina de encajar en esos términos, es la mejor forma de lograr que alguien no se crea ni una palabra de lo que ese supuesto "influencer" dice.

Jancis Robinson es influencer. Lo es para el mercado anglosajón, en la medida que lo puede ser Oz Clarke, por ejemplo. Igualmente el ínclito R. Parker Jr., o en España lo fue Peñin. Y ninguno de los cuatro (bueno, ninguno de los dos últimos) lo es para todo el mundo en el vino. Para una pequeña "aldea que resiste ahora y siempre al invasor" (gracias Asterix) los influencers en materia de vino son ya solo algunos viticultores, un  puñado de blogers de los que se gastan la pasta en vino pero sin ver un duro y un puñado de amigos, consumidores y algún sumiller y enólogo con arrestos para llevar la contraria a lo establecido. Y este tipo de credibilidad no se compra y es imperecedera. No hay manera de lograrla sin tiempo y constancia. Y desinterés, al menos aparente.


Creo que hay muchas personas que, al calor de un relativo interés de la televisión por lo gastronómico en época reciente, están aprovechando una supuesta capacidad para influir en el publico para hacerse con unos dineros. Y no me parece mal, ojo. Al menos no es dinero publico, no es robado ni procede de ninguna caja B...se supone. Lo pagan las marcas y eso demuestra lo mal asesoradas que están en materia de "quien es quien" en la web y, aún mas importante, quien merece la pena como portavoz a la hora de impulsar meditaticamente una marca.

Esto me ha recordado el relato del famoso cuento sobre el "Vestido nuevo del Emperador". Ese regente encantado de conocerse que quería para vestir algo tan nuevo y tan distinto que acabó saliendo en pelotas a la calle vestido con un traje de "hilo invisible" que un "influencer" de la época ofreció al emperador como enorme novedad y vanguardia absoluta de la moda. Las risas de los conciudadanos del emperador vanidoso lo dejaron en evidencia.

Algunos "influencers" hacen lo propio hoy con marcas y medios. Las "risas" se leen ahora en Twitter o Facebook.

miércoles, 2 de abril de 2014

Principiantes.

Es norma que en ciertas cuestiones al rededor del mundo del vino las opiniones correctas son las siguen cierta "linea". No hablo de censura o de lineas oficiales u oficiosas, no. Digo que existen cosas que, para la mayoría, caen de cajón y que por ahí nos guiamos. Al grano.

Una máxima de las opiniones al respecto del mundo del vino afirma que si se quiere que la situación actual (de caída permanente del consumo desde hace años) mejore hay que iniciar en el consumo de vino como opción a nuevas generaciones y nuevos consumidores. En este sentido, se apunta que existe la necesidad de vinos económicos y "accesibles" a nivel de gusto genérico para que, desde ahí, esos nuevos consumidores se aventuren en explorar elaboraciones mas tradicionales o clásicas o, todo lo contrario, vinos de naturaleza moderna o de corte natural o ecológico.

Y yo, como en otros muchos casos, no creo que existan lineas claras que marquen como se cambia una tendencia que indica que, al menos sin remedio hasta este mismo año, el mundo del vino está condenado. Condenado a ser un subproducto residual, valorado por una minoría y consumido de modo general por cada vez menos gente. Ayer se presentaba el informe sobre "Datos de Consumo Alimentario en España 2013" que aporta el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.


Y una vez mas (y van...) el consumo de vino cae. La caída es del 3,7% y por categorías, caen principalmente los espumosos y cavas (un 9,3% menos) y los vinos sin indicación de calidad (un -5,4%). Solo sube el consumo de vinos de aguja (+4,3%) lo cual me hace preguntarme por lo detalles que llevan a estas conclusiones, ademas de lo evidente. Pero el hecho contable es que sigue la caída (en este caso en el consumo en hogares y hostelería) como ya matizo en su informe el Observatorio del Vino. Y la pregunta sigue siendo la misma; ¿como se cambia esto?.

Aun mas. Yo me pregunto0, ¿Se puede cambiar esta tendencia?. Y creo que esta pregunta es un buen principio porque para ella yo al menos tengo una respuesta viable. Mi respuesta es: en el actual contexto no.

Por ir por partes. Es publica mi opinión sobre la actual estructura administrativa y de reparto de poder en el mundo del vino en España. Creo sinceramente que el modelo administrativo es anacrónico y poco efectivo mas allá de lo básico (la sanidad de los productos y su seguridad jurídica) y que el actual reglamento de la DOs (con todos los matices admisibles) es en la mayoría de los casos de risa. Creo que hay demasiadas cosas que se hacen de espaldas a la realidad del mundo del vino a la altura de Abril de 2014 y demasiadas que se hacen ignorando directamente a una gran parte de los productores. Creo que se insiste en el error sin siquiera analizar las consecuencias de continuar con el actual sistema y creo, en este caso casi es una certeza, que los actuales dirigentes del mundillo no son ignorantes de sus decisiones erróneas. Simplemente se trata de lo divicil que es parar una inercia cuando esa inercia es positiva para los intereses de los mas grandes.

La muerte lenta de la industria del vino es consecuencia directa de ese total desprecio por lo innovador de entrada. ese desprecio por aquel que quiere hacer cosas distintas dentro de los márgenes establecidos, por ejemplo, en países con mayor tradición y mayor peso comercial que el nuestro (Francia, por ejemplo). Y esta actitud es la que hace muy divicil que me crea que la segunda pregunta (y no menos importante) para el cambio de tendencia este ni siquiera presente en las mentes de los dirigentes del mundillo. ¿Como ganamos nuevos/futuros consumidores?



Alguien sabe (con certeza, estadística,mente y a lo largo de varios años) si realmente un chico de 25-30 años está dispuesto a beber vino?, ¿Seguro?. No hablo de lo que bebe, ojo, hablo de lo que estaría dispuesto a beber. Steve Jobs, preguntado por la necesidad de hacer estudios de mercado para averiguar que querían sus clientes respondió: "No, porque la gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas". Henry Ford dijo una vez que "Si les hubiera preguntado a los clientes que querían me habrían contestado: "Un Caballo mas rápido¡¡". ¿Sabemos si quieren vino, si lo quieren a diario, de vez en cuando, solo en celebraciones?.

Cuando surgieron los primeros vinos de calidad fuera de las DOs (sin sello ni contraetiqueta, pero de reconocida calidad y precio elevado) algunos, no pocos, apuntaron a la enorme complicación de que se vendiesen a ese precio sin el amparo de los consejos reguladores. Creo que a día de hoy ya nadie duda que esos vinos (la mayoría) han conseguido cimentar y multiplicar su presencia e incluso, sospecho, ocasionar nuevos consumidores o "fijar consumo" al rededor de un tipo de vino del que hablamos a menudo en esta casa (los vinos auténticos o verdaderos).

Así que, tal vez, la pregunta o la respuesta no pasa por vinos masivos que abran un nicho de consumo a nuevos degustadores que, luego, no se sabe muy bien como, pasaran a buscar mejores y mas originales vinos de mejor calidad o exclusividad. A lo mejor debemos bajar al subsuelo y preguntarnos: ¿Si nada cambia (reglamentos, administración, focos de poder y toma de decisión) en la cúpula, es posible que cambie algo en la base?


*Fotos en la web.