jueves, 20 de noviembre de 2014

Cómplices y silenciosos.

Creo que hay algo que hago mal. Bueno, algo no, toneladas de cosas. Cienes y cienes. Montones de cosas mal hechas. Una de ellas es ir de frente.

Tengo la insana costumbre de decir lo que pienso, equivocado o no y muchas veces sin una reflexión previa adecuada. Así soy amigos, es lo que hay. Esto me ha granjeado enemigos íntimos y escasez de auténticos amigos en mi entorno inmediato. Tengo algunos en la distancia a los que quiero mucho pero no dejo de pensar que, si me conociesen de a diario, la cosa cambiaría.

Este modo de ser y actuar me ha llevado a expresarme abiertamente en materia de vino, industria, elaboración y demás, sin explicar, tal vez de modo adecuado, el motivo de mis comentarios o que me mueve a hacerlos.

Ahi va. Odio la injusticia. No la soporto. La prepotencia, el abuso y el total desprecio por el debil me pone frenético. Esto me viene de mis años mozos, de haber crecido en un entorno donde la razón o el debate razonado, mejor dicho, fueron sustituidos por la ley del mas fuerte. No soporto ver que se abusa de una posición dominante y, en mi acercamiento al mundo del vino, hace mas de 12 años, vi toneladas de esto ultimo.

Hay dos claros niveles en el sector. Económicos y sociales. Uno, el de la industria, da trabajo a millares y produce millones de euros. A cambio de ubicar esa parte del sector en entornos económicos competitivos se perdió, hace décadas, la perspectiva artística y autentica del terruño. Se perdió. No es delito, ni siquiera es malo para el negocio. Simplemente se perdió por incompatibilidad entre ambos mundos. Hacer millones de litros y hacerlos como cuando se hacen decenas de miles es imposible. Sin mas.

En este contexto, se produjo una posición dominante que desequilibró de modo definitivo al sector haciendo inviable, por ejemplo, el emprendimiento. O el éxito desde abajo. Es imposible montar un proyecto pequeño y crecer hasta la riqueza económica máxima sin abandonar el camino del vino verdadero (tome este la forma que tome).  Para seguir siendo fiel a ese modo de entender la viña y el vino se ha hecho necesario redoblar esfuerzos, hacer vinos en multitud de lugares y multiplicar marcas y elaboraciones. Eso o abandonar esta linea, comprar uva por doquier y aumentar producción. De ambos caminos tenemos multitud de ejemplos.

Así las cosas, la posición dominante está clara. Y desde ese lugar, desde ese privilegio, obtenido o no desde el esfuerzo (heredado muchas veces, otras engordado desde las subvenciones publicas) algunos hacen sangre. Algunos, los mas, aprovechan maquinarias de marketing inmensas y una importante capacidad financiera para vender humo. Y eso está mal y es injusto. Pero algo estoy haciendo mal.

Cada vez mas personas vinculadas a esas empresas, a esa maquinaria, confunden lo personal con lo comercial. Cada vez mas personas sin relación con la industria consideran equivocada la defensa cerrada del modelo de elaboración de los Estevez, Sebio, Nanclares, etc... Cada vez mas personas relacionadas con la comercialización creen en el mensaje sordo y silente de la industria, defendiendo su posición de privilegio y menos en el de los elaboradores que, desde la legitimidad del capitalismo de primero de económicas, hacen un producto cojonudo para todos menos para la propia industria.

Y esto es como poco mezquino. Triste y mezquino. Y patético. Leo cruces de comentarios entre personajes que lo son porque defienden el status quo ante la revolución pendiente y me enfado. Me da mucha pena ver a personas que respeto querer defender su "nicho de mercado" pasando por encima de la amistad o de la educación o de las mínimas normas de cortesía. Me da pena oír a un vendedor defender que se debe comprar su vino antes que otros "porque damos de comer a 600 familias", menospreciando a la "familia" que hace ese vino de baja producción y profundo respeto al campo y al consumidor al que está jodiendo con sus campañas abusonas y mentirosas.

Y me canso. No tiene mucha importancia, pero soy un gran dependiente del apoyo ajeno. Necesito saber, mediante a estímulos externos, que hago las cosas moderadamente bien. necesito sentir que quien me sigue, quien sea, está de acuerdo o no conmigo y, si no lo está, quiero saber con que parte y porqué. Y si lo está, quiero que me lo digan. La absoluta soledad en la que ciertas personas están "predicando para el desierto" de esta parte del mundo del vino es descorazonadora.

No creo que merezca especial atención todo esto, pero es crucial que entendamos que tras esto está todo lo demás. Tras la industrialización en casi todos los productos alimenticios están los grandes desastres e intoxicaciones de la historia. No existen casos de contaminaciones masivas por consumo, por ejemplo, de aceite en el siglo XVIII. No existen porque era imposible, mas allá de un problema de higiene o similar. Y limitado siempre a un entorno concreto, logicamente. La gran distribución, que está detrás de la facilitación y universalización de la comida en el mundo es también, paradójicamente, la principal responsable de las mayores contaminaciones e intoxicaciones derivadas de ella misma.

Y es crucial, decía, que entendamos que conceder, aceptar y no exigir es nuestra responsabilidad. En el vino, en la carne, en las verduras. En todo. Aceptar por comodidad, acceso o negligencia no nos convierte en inocentes. Nos convierte en irresponsables.

No se trata de recibir lisonjas. Se trata de recibir atención y cierto "feedback", en el uso anglosajón tan de moda, por parte de quien lee, de quien recibe el mensaje y lo entiende o no.

No es que no me explique. Es que no digo lo que se espera. No es que tenga inquina por tal o cual bodega, es que están haciendo daño adrede o sin saberlo. Al pequeño, al consumidor desinformado, a la lógica del mercado y a muchas cosas mas. Y merece saberse.

No se si lo que estoy haciendo mal tiene que ver con ser o no como soy, pero si eso es así tampoco hay ninguna problema en hacerse a un lado y dejar de escribir estos tremendo panegíricos. Porque si eso soluciona algo, palabra, me piro y ya está.
Lo malo es que no creo que sirva de nada. Ni se como "despertar conciencias", al menos no en este mundo de miserias y mercadeo. Pero que algo se está haciendo mal es evidente.

Veremos.




* Fotos antiguas de este blog.

3 comentarios:

Roberto Juncal dijo...

José, creo que es muy complicado explicar en un comentario lo que planteas, cada vez se abre una brecha mayor entre la industria alimentaria y la artesanía alimentaria, en todos los sectores, a veces los artesanos quieren estar en los sitios de los industriales, cada vez menos, pero suele pasar cuando las cuentas o la respuesta del mercado no es la esperada, muchas veces, supongo que es lo que mas te irrita, los industriales quieren entrar en los nichos de los artesanos, no por perjudicarles si no por acaparar la mayor cuota de mercado posible, unos lo hacen con mayor delicadeza y otros como elefantes. Me gusta leerte y que lo denuncies, podría decirte que exageras, que a veces te pierden las formas, pero sin duda compartimos el fondo, por lo que cuentas con mi total apoyo.

Vicente Vida dijo...

La leche, José Luis. Cuantas cosas en una entrada. Me la he leído un par de veces, porque tiene sustancia y porque me ha parecido muy interesante. Hay cosas en las que estoy de acuerdo y otras que no, como no podía ser menos. Espero que no me salga un cometario de la longitud de la entrada, pero creo que le tema lo merece.
Estoy completamente de acuerdo contigo en que la posición dominante de las bodegas grandes en las DO perjudica a las bodegas pequeñas, que no ven en esta asociación el cauce para sus necesidades. Cuando hay en Madrid presentaciones de Do con motivo de una nueva cosecha, la muestra es casi en su totalidad de vinos muy comerciales, casi clónicos, que al aficionado al vino ofrece muy poco o nada. Bajo mi punto de vista promocionan lo que las grandes bodegas quieren que salga delante. ¿Aportan algo las DO a las bodegas pequeñas? Bajo mi punto de vista, muy poco. De hecho cada vez más productores interesantes se están saliendo, casi siempre porque no les dejan producir como ellos creen que debe hacerse, tratando de encorsetarlos.
¿Significa esto que no haya sitio para todos? No estoy de acuerdo. Ilustro mi respuesta. Hace unos días he estado en dos catas, una de un albariño muy comercial, y otra de los que Dominique Roujou asesora/ produce. Los dos venden prácticamente todo. Obviamente a sectores de mercado diferentes. Yo no pagaría 14 euros por, como dice Mariano, Kas de limón, pero por Alma o Bateas, sin duda.
En cierto modo es donde podemos echar un cable, tratando cada uno desde nuestra modesta (inapreciable en mi caso) aportación. Dando voz a los pequeños, que en nuestro modesto entender tienen algo que ofrecer.
En ese sentido, y siempre en mi modesta opinión, lo estás haciendo de cojones. Yo estuve apartado de las redes por mandar a tomar viento a Peñín en un post. No lo volveré a hacer.
Ánimo y adelante. Un abrazo
Vicente Vida

Sibaritastur dijo...

Tienes mi incondicional apoyo y al contrario que Roberto no creo que te pierdan las formas. Ya está bien de diplomacia y formas, uno es quién es, siente como siente y así debe mostrarse, claro que eso trae consecuencias y además, pienso como tú.
No estoy de acuerdo que no se pueda emprender pero lo que tampoco se puede pretender es querer hacerse rico con una producción pequeña, ser pequeño implica, normalmente, estar justo.
Partiendo de la calidad, con mucho esfuerzo, persistencia y una estrategia clara se puede conseguir.
También es verdad que hay mucho que hacer en global para mejorar la situación, todo el mundo se queja pero nadie hace nada.
Asociarse, crear una estructura solida de distribución que implique favorecer claramente, sin fisuras, la tienda pequeña.además de crear una estrategia de marketing, basado en la verdad para llegar al público general. No como se hace ahora que parece que se quieren cerrar.
Las grandes también tienen que existir pero los pequeños no deben imitar sus "formas, si no tener las suyas propias.
Con respecto al "Slogan" utilizado por esa bodega para vender, lo del trabajo a 600 familias. Si es un argumento principal para vender el vino, que narices estarán vendiendo?, si es un argumento complementario lo puedo entender.
Y al respecto de la cadena alimentaria, de los desmanes de los que somos cómplices, muchas veces por tener una ignorancia pasiva, habla muy bien, a través del vino, el nuevo documental de Jonathan Nossiter "Natural Ressistance". Utilizando el vino como vehículo, queda muy claro lo que nos están haciendo y da mucho miedo ( y eso que era conocida por mi esa realidad ), por no decir otros sentimientos más radicales.
Y como no hay nada mejor que ilustrar con un vídeo, aquí os dejo este en completo silencio