domingo, 19 de septiembre de 2010

Una y mil veces mas...

Aquí estoy.

Tranquilos, no voy a explicar la concatenación de situaciones que me ha llevado a una prolongada ausencia aquí, en este lugar, entre mis amigos. No voy a aburrir hablando de fracaso empresarial, ruina, bancarrota o enfermedad. No vale la pena. Además, lo bueno de los tiempos pasados, como voy descubriendo, esta en ver que queda, que vale, que permanece y que cosas simplemente se desvanecen o desaparecen. Queda lo aprendido de un mundo apasionante, universal, desmesurado y redondo. Se van los sinsabores, la sensación de vivir rodeado de patanes, de personajillos pagados de si mismos, de crédulos que alaban al primer pseudo-profeta que les apunta con el dedo y les cuenta cuatro trolas verosímiles. Gente menor.

Queda lo bueno. Amigos de los de verdad, que hacen cientos de quilómetros para verte, para saber de ti, que te llaman mas de lo que lo hacen tus (ejem) supuestos amigos de verdad. Gente potente, de raza, de la que queda muy poca. Me los guardo, ellos lo saben, como oro en paño.

Y sobre todo, queda el vino. Las alegrías que este elixir, una vez conocidos sus vericuetos mas primitivos, los mas accesibles, le puede deparar a alguien como yo son innumerables. Vivo y bebo en base a sensaciones que en ocasiones me han superado. Sabores y olores que me han abierto puertas a sensaciones que desconocía. Evocadoras y profundas. Como el vino. Mejor, como algunos vinos. Porque otros...


He conocido la otra cara de la moneda. Es oscura pero sobre todo es enorme. Abarca a un segmento descomunal de la industria. La industria. Una palabra que me parece mal usada para hablar de arte. O de artesanía. Algunos se preguntaran ¿que ha despertado a este tío después de tantos meses?. Pues eso, la artesanía.
Hace unos días me hice por fin con el libro de Alice Feiring "La batalla por el vino y el amor o como salve al mundo de la parkerización". Dejando a un lado el titulo de la obra (algo pretencioso seguramente) la verdad es que esta lleno de verdades como puños. Coincido probablemente con el 90% del texto y esto, para quien me conoce, resulta seguramente difícil de admitir. Pero es que hay cosas que, si para mi son claras y nítidas, la "industria" no las ha interpretado igual. Y yo lo he visto.

He sido testigo de vinos manipulados al extremo, de una anormalidad disfrazada de "tecnología" o "medios técnicos" o directamente "ayudas químicas" que me han llevado a la nausea y la vergüenza. He observado como, para algunos, la adición de extracto de roble o tanino de castaña es normal y para nada incompatible con "vinos de autor" o vinos de "alta expresión". Pues si, es cierto, expresa una alta falta de ética y respeto al consumidor. Pero es que esta pieza, el consumidor, falla. Mas que una escopeta de feria.

Lo hace reiteradamente, primero por no leer, segundo por no exigir respeto y tercero por dejarse seducir por el marqueting o, lo que es aún peor para mi, el precio. No discuto que deban existir vinos elaborados así, del mismo modo que no me parece mal que existan los refrescos de cola. Claro que estos últimos son tan naturales como el detergente, pero legales y bebibles. Mi queja, mi indignación, pasa por que quieran tomarme por tonto. Un vino, como describe Feiring, cuya etiqueta debería rezar "Este vino fue desalcoholizado mediante ósmosis inversa y suavizado con microoxigenación. Ingredientes: agua, alcohol, uvas, tanino de castaña, extracto de roble, serrín de roble, levadura modificada genéticamente, urea, enzimas, zumo de uva, ácido tartárico, bentonita y Velcorin". Esto, creo yo, vino no es. Es bebible, no es mortal su ingesta esporádica (eso parece) y se vende con etiqueta pero vino, como yo lo interpreto, no es. Lo creía antes y lo creo mas aún ahora.


Pero, resumiendo, no he vuelto solo para esto. He vuelto para hablar de los vinos que me gustan, de la comida que me gusta y para dar cuenta de ello, además de para combatir, que lo tengan por seguro los que lo duden, a los " etiquetadores creativos" que llaman a lo que embotellan vino cuando resulta evidente que si algunos podrían etiquetar sus botellas con la leyenda " Uvas y residuo mínimo de azufre (cien partes por millón o menos)" lo que aquellos hacen no lo es.

Por comenzar con casos concretos, me estoy probando estos días los vinos de "La bodega de Alboloduy" del amigo Paco Calvache. Vinos mediterráneos que se definen solos. Plenos, alcohol (aunque controladito, la verdad, para esos calores) y aromas varietales de las uvas usadas (Tempranillo, Syrah, Garnacha o Cabernet Sauvignon). Lo probado hasta ahora, digo, me ha gustado, aunque no conozco precios ni cantidades. Lo puntualizare a lo largo de la semana, prometido.

Bueno, aquí estoy, libre de ataduras, cerrando capitulo aún y cortando los últimos "flecos" de los últimos tres años profesionales de mi vida. Espero que sigáis por aquí y poder atenderos como la mayoría os merecéis, tras el apoyo que me habéis trasmitido. Un enorme abrazo a todos y nada... que ya llegué.




*Las fotos, la primera del viñedo casi centenario de Abel Mendoza en San Vicente de la Sonsierra. La segunda, Sierra Cantabria de buena mañana...