viernes, 22 de agosto de 2014

Albariño de Castrelo. El paradigma.

De las muchas cosas que separan el discurso oficial de la DO Rias Baixas del mundo real cuando de hablar de calidad se trata, el ejemplo que supone la parroquia de Castrelo es paradigmático.

La versión oficial dice que esto es lo que ofrece y propone Rias Baixas como ejemplo de calidad y futuro. La realidad dice que lo que pasa es esto otro. La distancia entre el discurso y la realidad, ademas, no se cambia ni en un día ni en 10 años. Es un modo de actuar, una forma de entender el negocio. Algo muy difícil de mudar en cuestión de años. Una filosofía. Equivocada, pero filosofía al fin y al cabo.

Y dándole vueltas a la cabeza (en sentido figurado, no estilo El Exorcista) uno llega a una conclusión que creo que merece la pena que quede por escrito.

Es muy difícil, por no decir imposible, que la DO Rias Baixas modifique sus estructuras lo suficiente como para evitar el desastre que se avecina.
La realidad, añada tras añada, marca claramente la tendencia, a saber; mas cantidad, menor precio. En la ultima dedada, solo un vino ha salido de una marca de gran producción con ansias de copar el mercado de lujo. Solo un vino. En el caso de todos los demás productos ofertados con un animo de mejora, en una linea de precio superior a la media y con una producción escasa o exclusiva los protagonistas de la novedad han sido pequeños productores o viticultores individuales. Aún mas...

Una lista no pequeña de los vinos que mayor atención han despertado entre la parroquia friki ni siquiera estaban amparados por la DO. O bien sus autores desistieron de pelearse con el organismo a la vista de lo evidente de la negativa preventiva, o bien si remitieron muestras al consejo que, en otro acto de suicidio digno de recuerdo, decidió decalificarlo por "incorrecto". Esta realidad no tienen un reflejo estadístico claro. No se cuantos vinos cada año son los descalificados ni cuantos de estos lo son por razones lógicas (sanitarias o técnicas) ni cuantos lo son por no cumplir una serie de criterios retrógrados y mal informados. No digo que los calificadores no estén técnicamente cualificados (faltaría) digo que la mayoría de ellos no han salido de su casa salvo para ir a la sede del consejo regulador. Digo que no han probado sistemáticamente riesling de todos lo olores y colores, borgoñas y champagne de todas las clases. Y digo que los que elaboraron la normativa que regula estas catas lo hicieron en el siglo XIV y, que queréis que os diga, arcaico es poco.

Y con este panorama es imposible (repito) imposible pensar en el futuro de la DO mas allá del "bag in box", del "albariños a 2,14€" en el Lidl (la calidad no es cara ni es barata ni es calidad) y de las etiquetas con topitos de colores.

Veo claramente un interés, eso si, en vender a cualquier coste que la actual dirección de la DO si cree en la calidad, si cree en la selección y afirma sin ambages que lo suyo es elevar el nivel del albariño en cuanto a calidad se refiere. Veo, insisto, un interés desaforado en esto. Un interés que, sin embargo, no se ve acompañado por medidas directas, duras y evidentes que justifiquen el tal interés  (Reducción drástica en la cantidad a vendimiar por hectárea que promueva la selección antes que la producción, gestión de un sello de especial calidad reservado a productores con características especialmente definidas, potenciación de la presencia de esos y otros vinos en eventos concretos de carácter puramente profesional, etc).

Nada de esto se aprecia en esa actitud tan cacareada en los medios tradicionales. Porque esta es otra. Son los medios tradicionales y los habituales seguidistas, "no-periodistas" del corta-pega que difunden sin mas las notas de prensa de las DOs y los bien-pagados bloggers que nos insultan a la mayoría a cambio de una visita o cuatro duros los únicos que se creen este cuento.

En los mentideros (si, los mentideros) en un buen puñado de blogs, en twitter (veis, un mentidero)  y en ciertas revistas especializadas todo el mundo, todo, sabe sobradamente cuales son las enormes virtudes de la uva, la zona y un puñado de productores y cuales son sus enormes desventajas. Y una de ellas es la DO, su consejo regulador y su resistencia a aceptar que en 2014 hacer vino es otra cosa que no tiene nada que ver con capas, medallas ni récords de producción.

Es la hora de cambiar. Es la hora de decidir. Lo que hoy se haga tendrá un reflejo indeleble y sin vuelta atrás en los próximos 10 o 15 años.

Propuestas las hay, (Albariño de Castrelo, por ejemplo). Yo tengo muchas y gente a la que conozco tiene cientos mas que yo. Y muchísimo mejores, probablemente. Escúchenlas, atiéndanlas y debátanlas. Es la hora.






 * Fotos: Xurxo Alba en su viña e imagen de la viña de Alberto Nanclares en Castrelo-Cambados.