lunes, 25 de abril de 2016

I just Believe in Billy Wilder...

Creo que ya he hablado en alguna otra ocasión de esta frase de Fernando Trueba. Eso de "I would like to believe in God in order to thank him. But I just believe in Billy Wilder... so, thank you Mr. Wilder", algo así como "no creo mucho en Dios por lo que es, más bien creo en Billy Wilder"(traducción libre) es mucho más que un chascarrillo o una frase original. Creo que esa frase describe hasta que punto son importantes las referencias personales, ya sean éticas, filosóficas, profesionales o nada de lo anterior, en las que cada uno enfoca sus filias y fobias.

Yo no creo en la enología, más bien creo en Rafa Bernabé. Así que... gracias Sr. Bernabé.

Ayer (jueves 21A) tuve oportunidad de leer en un diario digital una entrevista con Miguel Torres, responsable del complejo industrial Bodegas Torres que bajo el título "Yo no invertiría en el sur de España", afirmaba cosas como que "Todavía existen regiones de España con un potencial de vino sin explotar pero yo no invertiría en el sur de España ahora ya que es demasiado cálido y va a sufrir los efectos del calentamiento global". Gracias a Dios.

Una de mis mayores pesadillas es que Rafa nunca más haga vino. Me perdería la Monastrell, la Moscatel, la Merseguera, la Garnacha tinta, me quedaría sin La Amistad, sin El Carro, sin Tragolargo o sin Beryna. Y sufriría, claro. Ni de lejos sentiría un malestar igual si todo el grupo Torres respondiera en los tribunales al fin por aquellos delitos que se le imputan y por los que está siendo investigados en varios procesos. De hecho sentiría alivio.

No soy ajeno al efecto que el cambio climático está generando, incluso en el viñedo. Al presidente de la DO Ribeira Sacra, sin embargo, no le parece que el aumento en la temperatura media, la variación en las precipitaciones y su efecto sobre el suelo y la viña tengan importancia. Así lo afirmó en Onda Cero (os adjunto el twitt donde me enteré yo) y responde, creo yo, a una lectura sesgada de este buen informe de Iria Rodriguez para el CSIC.



El cambio climático influirá, no cabe duda, en la viña y en el vino. Pero tengo claro a quien le influirá antes. No creo que sea a Rafa, que lleva años preparando su suelo para lluvias cada vez más escasas y una temperatura media más alta. No creo que le afecte porque no vendimia en función al volumen de producción sino que lo hace en función a la calidad (y es por ello por lo que acaba por vendimiar en algunas añadas casi en Julio)... no. No creo que le afecte el primero y yo si creo que es bueno invertir en el sur donde, al menos, hay gente como Rafa y su viña en la que invertir.

Creo más bien que es una postura de puro desprecio decir que uno invierte en Benabarre (pirineo catalán) y no en el sur de España porque el cambio climático ha hecho que la temperatura media suba 3ºC en Alaska en los últimos 4 años. A lo mejor hay que decir que la temperatura ha subido por, entre otras muchas razones, la pésima gestión hídrica de los suelos, el abuso del transporte y la consiguiente contaminación del aire o el uso incontrolado de Ozono (O3) o Clorofluorocarbonos (CFC). Y, de paso, preguntarse quien contamina más, si una bodega en Alicante o un grupo multinacional con mercado en no se cuantos países y que elabora docenas de productos distintos. A lo mejor lo que hay que hacer es invertir al sur a la vista de que pueden ser de los primeros en ver afectada su economía por la contaminación de la empresa del Sr. Torres en su acción comercial multinacional.

Para terminar por hoy, una reflexión. Decía Mark Twain: "No es lo que no sabes lo que te pone en dificultades, sino lo que crees que sabes, pero no es así". La cantidad de cosas que no se es abrumadora. Pero si sé apreciar la belleza cuando la tengo delante. Y Rafa hace cosas realmente bellas.

Torres no. Torres hace dinero y, presuntamente, no siempre de la manera legal.

Por cierto, hoy comienza en Barcelona Alimentaria 2016. Un evento donde estará Bodegas Torres. Rafa no, no lo busquéis. Será que no quiere vender o que andará liado haciendo vino en su viña.
Es que hacer vino obliga a mucho. Preguntadle a Rafa o, mejor, bebed sus vinos y lo entenderéis.







Fotos: Del twitt de marras y de la viña de rafa sacada de su web









martes, 19 de abril de 2016

Banalidad

Andy Warhol, además de su conocida faceta como artista, cineasta y esteta de su generación, ejercía también como introductor de galeristas. En realidad, su especial situación, como pivote para importantes corrientes culturales y artísticas en los 60, 70 y 80 del siglo XX, le ofrecía la oportunidad de llegar a fenómenos como Jean-Michel Basquiat antes de que se hiciesen populares y conocidos para introducirlos así en el circulo del arte profesional (del caro, para entendernos).

Este apunte viene al caso del particular estilo del pintor neoyorquino pero de origen haitiano. Basquiat, además de pintor era también poeta y músico y su pintura está enraizada en múltiples estilos: Polock, Kline, Dubuffet... le gustaba todo (o casi todo). Pintaba en lienzo, en paredes, en madera, dibujaba. Era un arrebato estético pero, como tal, tenía seguidores y detractores a partes iguales. Y la razón de esta dualidad es un ejemplo de aquello a donde quiero llegar: si desnudamos de subjetividad el arte, la expresión artística, lo que quedan son las matemáticas. Y dos más dos son cuatro. Lo son, no le deis más vueltas.

Si al vino le quitamos la magia, Don Simón y Elegido son cuatro. No sé si me explico.

Sin glamour, sin filosofía e historia, sin hacer patente el trabajo en la viña, sin revolución, sin distinción, sin espíritu y disposición a la disidencia, sin rechazo al capital y al establishment, sin devoción al campo, sin frikismo y sin interés por conocer, por explorar, por aprender... sin todo eso un Goliardo Caiño del 2009 y una botella de Marques de Caceres son dos vinos tintos. La única diferencia son las matemáticas y, con ellas, uno cuesta 25 euros y el otro 13. Y uno de los dos, además, "es un reserva".

La distancia real entre lo que yo y otros pocos (cada vez menos) defendemos es banal. Para la inmensa mayoría de los consumidores de vino, desde los habituales a los esporádicos, el modo en que se hace el vino, la forma en que se trata al viñedo, la manera en que se comercializa, son cuestiones triviales, insustanciales, o de poco interés. Lo suyo es que aquello, al final, sea asequible y sepa a vino. Y, además, que sepa a vino bajo una serie de cánones claramente establecidos durante décadas y que marcan que el primero de los dos vinos que cito más arriba "no sabe a madera" y "no está etiquetado como reserva", así que: ¿por qué habría de ser más caro?, o aún más allá, ¿por qué habría de ser "mejor"?

Esto que antes decía del glamour es otra cosa jodida de explicar. En el mundo enofriki, el glamour lo tiene quien lo tiene. Por ejemplificar; pongamos un vino elaborado en Ribeira Sacra, de viña con más de 30 o 40 años, en un paraje de singular complejidad y belleza, por un enólogo/elaborador, hombre o mujer, con una historia personal lo más atormentada posible y que, además, ofrece un discurso medioambientalista, de defensa de lo propio, con profundos conocimientos de la zona y de la uva y que sabe vender esa supuesta imagen "outsider". Bingo¡, éxito seguro.
Se venderá como rosquillas.

Aún mejor, se venderá por el doble que los demás de la misma categoría, lugar de procedencia y uva, tengan o no contraetiqueta. Y, una vez el vino se venda, una vez logre clientes, logre posiciones en cartas de restaurantes más o menos prestigiosos y una vez se haga conocido para el universo enofriki, ya tendrá asegurada su subsistencia. Incluso podrá pensar en hacer más vino.

La banalización se supera asumiendo que, en este país, la televisión con mayor audiencia es Telecinco. "Mujeres, Hombres y Viceversa", "Salvados", "Gran hermano VIP"... fórmulas que arrasan. España es el mayor fabricante de ignorantes e indocumentados de Europa, mano de obra barata y una generación de pelanas y portadas del Interviú en potencia. Y en este contexto, o uno es del montón y pelea a ras de suelo o intenta levitar al menos a 3 centímetros de la tierra. Y ese glamour, esa banalidad, ayuda a flotar. Y a levitar, sobrevolándola, la estupidez imperante, también en el consumo.

Lo que me parece profundamente peligroso, y hay hoy mismo varios ejemplos que lo acreditan, es querer vender la moto de que para salvar al sector del vino hay que hacer que todo, todo, carezca de valor real para el gran público. "Lo importante es que beban vino", es un arma de doble filo que termina, en mi opinión, con la justificación precisa para que alguien pague, de buenas a primeras, más por una botella de Goliardo que por otra de Marques de Caceres Reserva. O ya puestos, pague el triple por un albariño Tricó de 15 euros que por un Protos verdejo de poco más de 5. ¿Por qué?. ¿Que razón hay, sin conocer a José Antonio Lopez, su viña y su especial testarudez, para pagar tres veces mas por su vino blanco seco que por otro que, además, vas a encontrar por doquier?. El Tricó es "rara avis", con poco más de 30.000 botellas frente a los 2 millones que Protos hace de su verdejo.

Sin filosofia, sin historia, sin hacer patente el trabajo en la viña, sin revolución, sin distinción, sin espíritu y disposición a la disidencia, sin rechazo al establishment, sin devoción al campo, sin frikismo y sin interés por conocer, por explorar, por aprender... sin todo esto, ¿qué nos queda?... las matemáticas. Y nada más.

Basquiat murió a los 28 años de sobredosis. Por uno de sus cuadros se llegaron a pagar más de 11 millones de dólares. La belleza intrínseca de sus obras, que para el gran público pueden ser únicamente garabatos infantiles, la ve con claridad un puñado de personas. Otros nos limitamos a tratar de ver que es lo que nos produce cuando los miramos. Inquietud, alegría, interés, desprecio. Es arte y, como tal, es la cumbre de la subjetividad. Mientras, una inmensa mayoría...mira el precio. Y aún para unos pocos, ese precio es el que es porque la estupidez humana no tiene límite. La belleza, la calidad o la técnica, incluso la pura subjetividad, carecen de sentido para ellos. Son cuadros caros porque siempre hay alguien dispuesto a aparentar. Y punto.

Igual que en el vino pero con una diferencia. A Warhol en el vino lo correrían a gorrazos y lo empujarían a exponer sus obras en el próximo reality de Telecinco.
"Puto viejo pirado", dirían, "a donde vas, pintando latas de sopa...será subnormal".

Lo importante es que beban vino. Que beban. la magia, la poesía, el glamour.... no venden. Lo que vende es Alimentaria y las ferias de Peñín....y el Gran Hermano.

A ver si así






*Fotos: de Basquiat, en la web, del Goliardo en Larpeiros en Cantabría y del Tricó en Enofílicos


martes, 12 de abril de 2016

Ich bin ein Berliner

Todo está bien.

El mercado textil es muy parecido a la jungla angoleña. Un enorme marasmo de marcas, plataformas, comercializadores e intereses cruzados, que lleva siendo así décadas. Existen, sin embargo, tres claras divisiones. Está, en lo más alto, el pret-a-porter, ropa hecha a medida y basada en el diseño de una gran marca o diseñador. Dior, Chanel, Versace, Tom Ford.... esta gente juega su propia liga, venden al precio que quieren y no consideran que el mercado sea un problema. De hecho ellos "son" el mercado. Lo que deciden, lo que diseñan, lo que eligen como colores y telas es aquello que todos los demás tomaran como referencia. Son una élite indiscutible y venerada y lo son porque aquello que hacen nadie más es capaz de hacerlo y nadie más lo valora como se valora a estos genios indiscutibles del diseño textil.  

Tras ellos, a una distancia considerables (aunque no lo parezca) están los "Majors" de la moda. Marcas consolidadas, con un pasado y un presente, que han tenido o tienen altibajos pro que se mueven con soltura en el mercado. Son los Benneton, GAP, Levis... empresas multinacionales con sus propias tiendas que han desarrollado un modelo y lo explotan. No incluyo aquí a Inditex, porque su concepto es la sublimación del tercer grupo y esta división que estoy describiendo no habla de facturar, habla de ser leyenda, de importar, de pesar. Nadie discute la fortuna de Amancio Ortega, pero lo que hace, a efectos histórico-artístico carece de ningún valor. Es un simple contador, que copia lo que hacen los demás porque, hoy en día, eso, si es barato, se valora. Pero ni es moda, ni es diseño ni pasará a la historia. Es solo una enorme maquina de hacer dinero.

Es por ello por lo que su negocio está a la altura de grandes grupos como H&M, Primark o M&S. Inditex es lo que es, pero moda no es. Lo que hace, lo que vende, está basado en las propuestas de los grupos superiores, que encabezan, como decía, los Pret-a-Porter.

En este contexto, la existencia de marcas que diseñasen su propia ropa y pretendiesen venderla en el mismo mercado que todos estos era una pura anécdota. Uno podía trabajar para los pequeños, los medianos o los grandes, pero bajo el paraguas de aquellos y dispuesto a renunciar a su identidad, a su creatividad y a sus ideas. Un puro/pura mercenario/a.
De esto salieron algunos que, inasequibles al desaliento, decidieron jugársela. A unos les fue bien (Desigual, Custo, Diesel...) y a otros mal, pero lo que primero hicieron fue buscar su propia identidad en todo. Vendieron por separado, ignoraron a las grandes marcas y se apoyaron en distribución de gama media-alta (El Corte Ingles, por ejemplo) para definir un sector, el de la moda "Street" o "Urban". Y claro, crearon su propia feria.

Bread&Butter es un salón para el textil algo extraño. Su principal evento tiene lugar en Berlín (ni en Paris ni en Roma ni en Madrid) y lo celebran en un Aeropuerto, el de Tempelhof.
Bread and Butter es mucho más que una simple Feria de Moda. Nació como concepto en Colonia, dio sus primeros pasos en Berlín y alcanzó su dimensión Internacional en Barcelona, para volver a Berlín, la ciudad de sus orígenes, y seguir reinventando el sector de la moda.

Feria internacional especializada en Street- y Urbanwear, el BREAD & BUTTER diseña una plataforma de marketing y comunicación para empresas, marcas y diseñadores de los ámbitos Denim, Sportswear, Street Fashion, Function Wear y Casual Dressed Up y también para los distribuidores de la fase previa de la industria textil. Y en 2013 sorprendió al sector cuando aseguró que cobraría 500 euros a todos aquellos visitantes que no fueran compradores y que vetaría la entrada a los gigantes de la distribución, empresas como Inditex, H&M, Primark o Esprit, entre otras.

¿Acaso la Feria no quiere vender?...¿quizá los organizadores no están por la labor de ganarse la vida, vender, obtener beneficios?. No, claro. Si en un sector importa más el dinero que casi todo lo deja´s es el textil. Una jungla, como decía.
No. Lo que pretenden es no quedar marcados. Para vender la ropa que hacen H&M, Inditex o Primark se celebran en el mundo docenas de ferias. Cientos, si me apuráis. Para vender ropa para señoras mayores, caballeros maduros y demás hay muchos eventos. Faltaban los que dieran valor a una marca tras la que hubiera diseño, identidad, calidad y contexto.

Para vender vino como en Alimentaria, como en Fenavin o en el Club del Gourmet hay no solo estas tres ferias. hay muchas más. Para vender vino como lo hace Peñín hay decenas de eventos. para vender como en A Emoción dos Viños solo hay un evento.... A Emoción dos Viños. Los demás sectarizan, dividen o definen microcosmos difíciles de defender para el mercado más allá de la neura de algunos o el valor tribal de otros. A Emoción buscó desde el primer día un valor concreto, uno difícil de definir, pero cuantificable y "medible". La emoción de un trabajo, un pasado, una idea, un proyecto y el resultado final del mismo, dentro de unos parámetros ampliamente difundidos: sostenibilidad, respeto, cantidad. Sostenible en el mercado y en el campo, respetuosos con el consumidor y con la viña y para pequeñas cantidades en función del lugar de elaboración.

Pero, en lugar de valorarlo, de quererlo y de animarlo, instituciones, organismos públicos y privados y hasta los propios protagonistas, los elaboradores, lo ninguna e ignoran o lo tratan muy por debajo del nivel que se merece. El nivel del único evento que, a día de hoy, mantiene intacta su credibilidad. Ni se debe a lo que cuesta ni se debe a ninguna marca ni al mercado. Es libre e independiente y abierto, algo que nadie más puede decir a partes iguales.  

En Febrero y Septiembre se celebra en Madrid la feria MoMad, de moda en textil. Este evento ocupa miles de metros cuadrados en IFEMA y va a el todo el mundo. Todo aquel que puede pagar lo que cuesta el stand va. Y aquellos que van allí a buscar algo saben lo que hay, que duda cabe. Grande o pequeño y sea cual sea su mensaje, el que va al MoMad es porque hace lo mismo que los deja´s. Aunque gaste en marketing lo indecible para definirse como "una nueva propuesta en el mundo de la moda" o aunque se nombre como "Fulanito Desing" o "Menganito by Menganito".... el solo hecho de estar en un stand del MoMad lo marca para siempre. vas allí a vender lo mismo y a los mismos porque, sino fuera así, estarías en Berlin.

En 2008, Bread&Butter logró 80.000 visitantes, 800 expositores de un centenar de países y un impacto económico cercano a los 100 millones de euros.

"Ich bin ein Berliner" (Yo soy Berlinés) rezaba el slogan de la primeras Bread&Butter que se celebraron en Berlín tras la primera en Colonía en 2001. Esta frase, dicha en alemán, con la que Kennedy cerró aquel mítico discurso al pie del muro, es todo un mensaje. Yo no soy cualquiera, dice, yo soy uno de vosotros. Ni este muro, ni los intereses creados que lo motivan me van a cambiar. Yo estoy de vuestro lado y os siento como a hermanos. Yo soy berlinés.

Ich bin ein Berliner.