lunes, 8 de agosto de 2016

La Gran Estafa

Si, he estado ausente. Si, se que no es bueno dejar mucho tiempo desatendido un blog si uno pretende ser seguido. Y si, se que mi letanía es cada vez más aburrida y obsesiva. Pero, para descanso general, es probable que no insista en el empeño, así que tampoco pasa nada por dar un último trago a la botella, ¿no?.

La vida es, básicamente, como una carretera secundaria gallega. Una buena dosis de curvas, más o menos cerradas, alguna que otra recta, aburrida y rápida, un par de cambios de rasante llenos de peligro. A mi me ha tocado la curva cerrada, peraltada al revés y con un firme lleno de baches. En ese penúltimo giro me ha tocado volver a un lugar que dejé por salud pero que recupero por supervivencia y dedicarme a algo que hace totalmente incompatible para mi cabecita escribir un blog sobre vino. Y en ese contexto he pensado que quizá sería bueno decir un par de cosas que merecen la pena quedarse escritas. Sobre el mundo del vino y sobre la vida, dado que a fin de cuentas ambas cosas son parte de lo mismo. Ese ruin y deshabitado lugar de la condición humana tan recurrido y triste: la verdad.

Vivimos una era de fraude. Fraude absoluto, profundo y necrosante. Fraude a todos los niveles, en todos los ordenes y para todas las personas. En esa ausencia de ética, robar está bien visto y dejarse robar es lícito, siempre que evite un mal mayor. Fraude en la política, en el deporte, en el arte, en la sociedad. Y fraude en el vino, claro. Fraude al hacerlo, fraude en la viña, en las DOs, fraude en sanidad, comercio y marketing. Fraude de tantas clases y a tantos niveles que alguno de ellos es ya ley por uso y costumbre. Cuando la acción fraudulenta es más común que la ética o moral se convierte en ley. Así de fácil.

En esta era desastrosa, hasta yo soy un fraude. Un fraude como empresario arruinado, como hombre reducido a la nada por su cabeza, como padre y como esposo. Un fraude material sobre todo, pero también inmaterial. Un fraude que se sustancia en la ausencia de amistades reales (mis amigos a distancia están eso... a distancia). Un fraude hasta para tragarse su propia mierda y no airearla a los cuatro vientos en redes como esta.

Fraude es la banca, que roba con la connivencia del gobierno al que sostiene vía créditos, prestamos y ayudas. Fraude es el gobierno y también la oposición, incapaz de hacer entender a necios e iletrados que da igual lo que crean, les roban aunque sea con su anuencia y permiso. Y que te roben es de necios y cretinos, más cuando lo sabes y no haces nada para impedirlo. Fraude en la administración pública.

Leo; "Ramón Iglesias, ingeniero agrónomo y promotor, necesitó tres años de gestiones, 10.000 euros en licencias, centenares de papeles y complejos trámites con más de 30 funcionarios de 11 departamentos pertenecientes a cuatro administraciones diferentes, para poder abrir su bodega ecológica.". Bravo. Hemos alcanzado el paroxismo absoluto de la estupidez humana. Nunca ninguna otra civilización en el futuro será capaz de alcanzar este nivel. Hemos logrado alcanzar a insignes humoristas como Miguel  Gila, Mario Moreno "Cantinflas" o la pareja Faemino y Cansado. El formulario amarillo, el verde, el rosa y el negro, por triplicado y en la ventanilla que no existe del ministerio que no está. Berlanga estaría orgulloso.

También debe estarlo en el cielo (orgulloso, digo) mi querido Braulio. El, enemigo acérrimo de las variedades foráneas y de la inversión "extranjera", como el llamaba a los inversores que compraban bodegas en Rioja desde Francia o los EE.UU., incluso cuando el capital lo ponía en BBVA o el Santander, estaría encantado con el último trío ganador en el celebérrimo concurso paralelo a la Festa do Albariño en Cambados, probablemente la excusa más grande jamas utilizada para cogerse un pedal de tres días y que pase por un evento de "profundas raíces culturales". Anywhere...
Braulio debe estar encantado viendo como el primer premio se lo lleva Vionta, un albariño elaborado en Meaño pero propiedad del Grupo Freixenet, el segundo Valmiñor, de la Cooperativa Valmiñor y el tercero Lagar de Cervera, que se hace en O Rosal pero que pertenece desde hace años (y se gestiona como sucursal) al Grupo Rioja Alta, responsable por ejemplo del Viña Ardanza.

Las tres máximas expresiones del Albariño Rías Baixas se gestionan  y deciden desde fuera de Rías Baixas. No me diréis que no es toda una declaración de principios, ¿No?.
Hace poco tuve oportunidad de toparme con uno de esos "Por-Para" de los que ya hablara en una columna anterior. Vino que alguien hace en su bodega y con su R.E., con uva comprada por un tercero a otros viticultores distintos y que finalmente este embotella bajo su denominación fiscal. Este en concreto era de los realmente malos, cargado de SO2 hasta las trancas, corregido en acidez y ausente de ninguna característica que te permitiese identificar de donde provenía, cual era su origen o como había sido tratado. No me lo bebí, entre otras cosas porque no podía, pero si me pregunté: ¿a que estamos jugando, en realidad?.

La realidad, triste o no, es que no existimos. Ni como colectivo ni como personas individuales. La crítica real, el verdadero escrutinio a las acciones de la industria alimentaria, sea esta para el vino o para las patatas, brilla por su ausencia pero es que, además, no se necesita. Ni se la espera. Nadie nos ha pedido nuestra puta opinión, joder. Y sin embargo aquí estamos/estoy, ¡casi ocho años después!, soltando la misma mierda y sin otro objetivo que contar cosas más que sabidas. Es patético.

Estoy cansado. Exhausto. Agotado psíquica y físicamente. Todo me cuesta horrores y si no escribo desde antes de celebrarse A Emoción dos Viños es, básicamente, porque esta edición, en la que prácticamente ni intervine, me ha dejado un sabor agridulce. No me malinterpretéis, creo firmemente en el certamen. Creo que el futuro del vino de calidad y auténtico pasa inexorablemente por A Emoción, está claro. Pero esta edición, llena de contratiempos y problemas, me ha puesto en claro algo que no había visto hasta ahora. Y es lo siguiente: ¿alguno entendéis que hacen juntos esos 75 elaboradores?. No me refiero a quien los invita, coordina o sitúa, no. El trabajo totalmente altruista de Marina y Antonio merece un homenaje que nunca tendrán, como suele pasar. No. Hablo de otra cosa. ¿Que hacen juntos ESTOS 75?. ¡Si no se pueden ver!.

Es público y notorio que hay roces y deferencias de criterio y concepto enormes, abismos brutales, tanto filosóficos como técnicos entre los presentes. Los hay naturales, que consideran que quien usa sulfuroso es poco menos que un delincuente. Los hay ecológicos, adheridos a la certificación y biodinámicos que otro tanto, que creen que los que se pasan el papeleo por el forro le echan mucho morro y los hay clásicos y de derechas que consideran que hay mucho "perroflauta". Hay enógolos de formación que critican los "defectos" de los vinos de los que no usan ni tecnología ni química en la bodega mientras estos últimos critican a los otros por intervencionistas y absurdos. Hay incluso quien critica a los que critican, por cansinos. Y esto lo hace mientras critica, claro. Y así "ad infinitum".

Pero, sin embargo, ahí están. Son la punta de lanza de una revolución que documenté pésimamente y para la que recibí la atención esperada. La del mismo grupo de frikis y descontentos que me jalean cuando escribo aquí mientras, en el mundo real, no significamos nada. No somos/soy nada. Otro "bocas" que, como afirmó aquí mismo no hace mucho alguien que no tuvo el coraje de identificarse, "rezuma hiel hediondo y amargura". Y tal vez sea así, porque la vida es dura e ingrata, pero no es por el vino que siento esa amargura. Es por mi. Así que cuando digo que hay personas que lo tienen más sencillo que otras para cumplir sus sueños porque cuentan con medios económicos que otros no tienen, hablo de hechos, no de suposiciones. Si digo que alguien contrata a unos jóvenes y emergentes enólogos con "pedigrí" para un proyecto que no se ajusta, ni por volumen ni por filosofía, a sus postulados, lo digo porque lo sé. Y no lo digo para acarrear problema alguno a nadie, entre otras cosas porque no creo que pueda acarreárselo. Lo digo porque me parece que eso es marketing y así debe ser identificado. No es ni bueno ni malo, es marketing.

También creo que se entiende mal el mensaje general que ciertos viticultores recientes han planteado. Porque, a fin de cuentas, lo que estos/as personas pretenden es hacer vino. Hacerlo y venderlo, que para eso se hace. Y si sobrevuela en sus proyectos cierto aura místico es, en muchas ocasiones, por culpa de otros. La primera vez que Raúl Pérez sumergió botellas de Sketch en la Ría de Arousa dudo que lo hiciese por marketing. Pero estoy seguro de que, al poco de hacerlo, descubrió que, para los medios tradicionales, esto tenía mayor importancia que todo lo que había tras aquel albariño. El hecho de tratarse del primero en barrica (consciente, ya se que hubo otros), el hecho de hacerse desde unos parámetros y una filosofía diametralmente opuesta a la mayoritaria en la zona, la poda en verde, la selección en la viña, la vendimia seleccionada... esto  a "La 1" de TVE le importa un bledo. Pero que un enólogo regordete se vaya enfundando el traje de neopreno para sumergir vino en la gélidas aguas del atlántico gallego, ¡hombre, eso es otra cosa!

No me gusta la frase, pero la usaré. Tenemos lo que merecemos. Cuando aceptamos pulpo como animal de compañía, cuando nos pareció bien que se discuta el capitalismo para el vino pero no para el pan de molde, cuando aceptamos que un tipo es un gran empresario porque gana mucho dinero vendiendo vino (algo que ya debería hacernos sospechar), aceptamos que nos engañasen.
Y yo ya no estoy para estos pertrechos. Nunca creí que este espacio sirviese para mucho más que un descarado uso del mismo para mi goce y disfrute pero siempre albergué un sentimiento pequeñito y mío, de cierta capacidad para la reflexión de los demás. Siempre creí que alguna de las 236.580 páginas vistas en estos ocho años, que alguna de las 293 entradas (con esta) publicadas, habría servido para que alguien que entró al blog pensando que el vino es algo que mejor cuanto más barato y que "la calidad no es cara", cambiase de opinión. Y hoy, ocho años después, se que no es así. El mundo no funciona así.

Xurxo Alba es el paradigma del vino real. De la revolución real. Un tipo en los 40, dispuesto a jugársela en una inversión en fudres de roble francés ensamblados en Austria, en depósitos de acero y en barricas de segunda mano para hacer lo que quiere porque, en esencia, es así como quiere ganarse la vida. Un tipo que arriesga a echar menos sulfuroso del que le garantizaría una plácida elaboración porque cree en algo más. Pero que echa SO2, claro que si, porque no está loco. Un tipo que vendimia en familia, que elabora en familia y que vende casi en solitario. Y que además es buena persona. Hay que joderse...
Xurxo jamas se hará rico. El lo sabe y lo asume porque así es el. Pero que alguien como el, que hace lo que hace y como lo hace, nunca llegue a millonario debería hacernos pensar en si es razonable aceptar que los que deben decidir el futuro del "gran viñedo español" sean todos ricos de tomo y lomo. De los de club privado, casoplón y Mercedes en la puerta. De los que levitan tres centímetros sobre el suelo cuando los entrevista Iñaki o Pepa Bueno. De los que citan a Voltaire o a Rousseau. De los que llevan bata blanca y tienen las manos como un pianista. De los que compran bodegas en Meaño o O Rosal para después llevarse el concurso del albariño en el que participan solo aquellos que hagan, como mínimo, 3000 botellas de albariño. Los demás, por lo que se ve, no son representativos de la zona. La Rioja Alta y Freixenet si. Aha.

Demagogia barata, ya. Lo se. Estoy harto. Harto y aburrido. Y no tiene remedio.

Nunca he sido de morir. Nunca me ha dado por salirme del camino, de repente, como el emboscado que huye para saltar cual guerrillero a por el enemigo. Siempre me ha dado más por desaparecer entre la bruma, como Humphrey y el Capitán Renault al final de "Casablanca". Hacer mutis por el foro y despedirse con una reverencia. Y por si no os veo luego, buenos días, buenas tardes y buenas noches.



 * Fotos: De "Bienvenido Mr Marschal" de Luis G. Berlanga, del programa "España Directo" que recogió por primera vez la existencia de botellas de Sketch en jaulas en el mar de Arousa y de Humphrey Bogart, Rick en "Casablanca".