martes, 8 de marzo de 2016

Tempus Fugit

Cada cosa tiene su tiempo, es lo suyo. Hay cosas que llegan tarde y otras pronto y lograr la cuadratura del circulo es jodidamente complicado. 

Nunca me han dado un premio. Jamas. Lo normal, por otra parte, porque un premio (se supone) te lo tienes que merecer y yo no creo que merezca ninguno por nada en particular. Al no existir el "premio al mayor tocapelotas" o "al tipo con la peor puntería en los negocios del mundo", lo lógico es que no me den ningún premio. Otras categorías a las que podría optar como "premio al mas llorica" o "premio emérito al tipo que mas se queja" tampoco existen y es licito y hasta sano que yo no reciba premio alguno por nada. 

El argumento es valido desde el punto de vista de que los premios siempre son merecidos. Asumimos por defecto que quien recibe un premio lo recibe porque se lo merece y no hay nada ni nadie que mejore su trabajo o su resultado en el año en curso, o en todas las eras, según sea la categoría del premio. Pero cuando entendemos, al alcanzar cierta edad, que esto no solo es así sino que las razones para dar un premio van mucho más allá de lo razonable y se sumergen en el mar de intereses cruzados habitual, es cuando a uno se le saltan los plomos. Y no.

Hace unos dias leía esta noticia al respecto de un premio. 2 millones de euros le dieron para un proyecto basado en sus estudios y en 1994 recibió el galardón Career Development Award (Premio al Desarrollo Profesional) del Human Frontier Science Program. Alguien consideró entonces que sus investigaciones eran merecedoras de un premio que otros colegas no recibieron pero hoy, años después, se cuestionan abiertamente sus artículos en la web de análisis científico Pub Peer donde los que discuten sus resultados lo hacen de forma anónima. 
Curioso. Al poder hablar con la libertad (desde el punto de vista científico, ojo) que da el anonimato los científicos que revisan los contenidos de esa web discuten que la investigadora premiada es un puro fraude y sus análisis erróneos, como poco. 

Hace unos dias me trasladaban los contenidos de unas jornadas que se van a celebrar en Sober (Lugo) al respecto de la tecnología en el vino. Bueno, en realidad se titulan "Alternativas al vino tradicional" y las auspician los técnicos (lógico). Los mismos que luego deciden investigar sobre si una variedad es autóctona o no lo es, son los que ahora quieren defender el vino azul, el vermut y el "vino sin alcohol" (eufemismo, en realidad hablan de mosto) como "alternativa" a hacer vino. Los mismos técnicos que callan cuando el nuevo presidente de la DO Valdeorras los ningunea diciendo que va a Prowein a hacer turismo y que menosprecia la necesidad de llevar al director técnico de la DO con el, esos, ahora se van al corazón de la DO que discute la posibilidad de etiquetar con otra uva que no sea la Mencía a hablar a quien quiera oírles de vino azul y vermut. Aha.... si alguien pilla el giro surrealista que me lo explique.

Seguro que a muchos de los ponentes en estas jornadas los han premiado alguna vez. Y seguro que se lo merecían. Supongo que el premio a la coherencia no se lo habían dado, pero, quien sabe. Ahora que promocionar el vino gallego es ponerle un AAA+ en la calificadora de turno (seguro que este otro giro irónico tampoco lo pillan muchos) lo suyo es premiar a los técnicos por ofrecer alternativas a hacer vino como mejor camino para los pobres viticultores oprimidos por un mercado demencial que considera que lo que hacen es "más de lo mismo" sin admitir que ese "lo mismo" fueron vinos industriales totalmente abusados por la química y la intervención tecnológica.

La solución, ahora, (ya veremos la semana próxima), es hacer vino que no sea vino porque eso "nos acercara a los jóvenes". Mientras, en los EE.UU. la franja de población de entre 21 y 39 años es la principal consumidora de vino. ¿Y que beben?...¿vino azul?, ¿vino sin alcohol?...no. Beben mucho espumoso y no les gustan los vinos pesados y cargados de alcohol, pero beben vino. Básicamente vino. Jóvenes. 
Lo suyo, desde aquí, es decirles que no, que están equivocados y que deberían ya mismo, empezar a beber vino sin alcohol, azul o vermut. 
Pero vaya sarta de chorradas...

Yo no merezco, un premio. Seguramente ni siquiera merezco atención. Pero lo que si se y merezco es respeto, aunque se me niegue por sistema en determinados foros. Porque, por desgracia, tengo razón. Tengo razón y se acredita cada vez que se justifica que hay cosas que no tienen pies ni cabeza, pero son asumidas por el silencio complice de la mayoría. Tengo razón cuando digo que el cambio, la revolución, no son ni escritos ni posturas sino acciones. Acciones claras de quien puede y debe posicionarse a un lado o a otro de la trinchera, no con un pie a cada lado. Y tengo razón porque el tiempo me la da, cada vez que alguien decide, de nuevo, que es mejor subirse al tren que correr a su lado. Y de eso se han dado cuenta los que antes no querían ver ni en pintura ese tren verde que ahora recorre el mundo del vino. Antes, puntuamos vinos por ser mastodónticos y pesadísimos, ejemplos de la intervención tecnológica mas clara y ahora abogamos por la "vuelta al viñedo>" ya la mínima intervención. Ahora. 

Para que l,o entendemos, hay ocasiones en que dar un premio a alguien o algo es como darle un premio a Standard$Poor´s por la promoción de la cultura griega. 

Hablan mucho de ellos si, ¡pero hablan mal!





No hay comentarios: