miércoles, 23 de septiembre de 2015

La Duda

Al hilo de una declaraciones recientes del director de un cooperativa gallega sobre el futuro del viñedo en Galicia... me sorprende cada día mas que determinadas personas se arroguen la capacidad de ser voces autorizadas en un sector cuando ni lo entienden ni lo respetan.

Este dirigente habla de "acabar con el minifundismo" como mejor manera para que el sector vitivinícola mejore de su ya larga enfermedad. Y como está claro que habla, mas bien, de salvar su culo y el de sus jefes olvidando que la Borgoña o el mejor Burdeos son un canto al minifundismo (real y administrativo) no voy a abundar mucho mas en el asunto. Parafraseando a Upton Sinclair, "Es difícil conseguir que una persona comprenda algo si su salario depende de que no llegue a comprenderlo".


La viticultura puede ser, creo que no revelo nada, de dos maneras bien distintas. Por un lado, se pueden hacer vinos de un modo puramente técnico, tanto en el campo como en la bodega. El fin de elaborar así vino es puramente mercantil y las decisiones que se toman, tanto en la viña como en la bodega, se toman bajo un prisma económico. Se trata de producir el mejor vino al menor precio. Y punto. La toma de decisiones no cuenta con la calidad mas allá de lo necesario para cumplir la primera premisa, es decir, que el producto final sea lo mejor posible. 

La otra manera de hacer vino es lograr el producto más singular al precio mas aceptable. Y digo aceptable y no económico porque hay cosas que es necesario hacer para lograr un gran vino y que cuestan y encarecen ese vino. La viticultura realizada bajo estas premisas obliga a un transito complejo al filo de la locura económica. Uno poda en verde, desnieta y sacrifica racimos futuros. Uno vendimia después de un fuerte temporal porque prefiere esperar a un grado mayor o a que la acidez se estabilice y arriesga. Uno selecciona uva en función a su calidad aparente y no a su peso y elabora menos vino, encareciendo por necesidad el precio del que si hace.

Cuando una bodega decide hacer el mejor vino al menor precio también selecciona, por supuesto. Pero si ha de sacrificar, ¿que pesa más?. ¿Que es más importante?. Porque una selección que reduce el número de litros, aumenta exponencialmente el precio por botella. ¿Lo hará la competencia?. 

Hay una frase de un informe al que hace referencia Al Gore en su documental "Una verdad Incomoda" que me gusta especialmente. Es esta:  
"La duda es nuestro producto. Es el mejor medio para crear una controversia en la mente del público"
Este afinado del "divide y vencerás" es probablemente el principal recurso de los chicos de marketing de las grandes cooperativas en Galicia y, por lo que veo, en otros muchos lugares. Son dudas que se extienden de múltiples maneras y que, a veces de modo interesado y a veces por pura casualidad, dejan en el público un mensaje claro. La substanciación de ese mensaje es:
 "¿Porque habría de ser mejor ese vino que otro mas barato?"


Con "ese vino" se refieren a ese que defendemos aquí y en otros muchos lugares. Con "mejor" hablan de lo que entendemos por mejor a nivel elemental, a saber; que esté mas rico. Y con "que otro mas barato" hablan del que se hace en el super, aunque en realidad en muchas ocasiones sea más caro.


Este artículo de El País está dando la vuelta al orbe twittero y facebookero (esta me la invento porque yo lo valgo). Dice el periodista que no solo existen vinos mencionables por debajo de 3 euros la botella sino que además son "buenos" y hay más. A los que sabemos que esto no es cierto nos puede provocar risa, pero es un claro ejemplo de lo que he dicho más arriba. Es parte de una estrategia para defender que se puede producir algo por debajo de su precio mínimo de producción y que no existen razones para defender  que sea peor (o mucho peor) que otra cosa por encima de su precio.

Es la justificación de la estupidez. "Yo bebo vinos de 3 euros del súper porque no puedo pagar más pero, eh¡... los que pagáis más es porque sois idiotas, mirad, en El País me dan la razón". Más o menos es esto. Otro ejemplo.

Dice en este artículo un tal Javier Campo, sumiller, que "eres un vendedor y como vendedor debes ofrecer un producto en relación a la demanda del mismo. Si te piden muchas veces un vino de una determinada D.O. y no tienes, te recomiendo que incluyas aunque sea una o dos referencias, ya que estás perdiendo la oportunidad de contentar a tu cliente y puedes perderlo. Por vender un vino de otras D.O. regiones, comunidades, países o continentes no tienes porque perder tu identidad".
Acabáramos. Toda la vida sacando a pasear la puta dignidad y lo único que tenía que hacer para ganarme la vida era vender la basura que me pidieran mis clientes, cuando me la pidieron. Pienso en las botellas de Azpilicuetas, Terras Gauda o "Verdejitos" que podría haber vendido a gente que me pedía esos vinos sola y exclusivamente por falta de ideas, razones o conocimiento y me quedo loco. Rico podría ser. La de veces que me he parado a explicar el porqué de la ausencia en mis estanterías de estas y otras referencias que cualquiera puede encontrar en esos supermercados de los vinos a 3 euros. Que bobo fui. Gracias Javier por tu sapiencia y falta de escrúpulos.


No hablo de tontadas políticas, de memeces territoriales o manias del tipo "es que soy de tintos" en alguien que no ha bebido un blanco en su vida. Hablo de venderse al mejor postor porque, a fin de cuentas, aquí estamos para vender. Hablo de un Abastos 2.0 que, en su apertura, hubiera hecho caso a los que pedían denodadamente un Rioja o un Ribera. Ellos tomaron la decisión, por pura falta de espacio, de vender únicamente vinos gallegos. Y acertaron. Nadie hoy pide allí un tinto o un blanco que no sea gallego...ni en el viejo local ni en el nuevo. 

Este mensaje, el de que mientras sea para vender vale todo (o casi todo) es parte de lo que antes decía. La duda como producto. ¿Que diferencia hay entre esos vinos de 3 euros ensalzados por un crítico y publicitados hasta en diarios de tirada nacional y esos otros cuya producción los encarece?. ¿Acaso son mejores?... ¿Por qué?. 

Y ese es el quid de la cuestión. ¿Por qué?. Y es al mismo tiempo la insuperable barrera para los viticultores razonables, amigos o no. Que explicar la diferencia real exige saber de lo que estamos hablando, algo que al 99,99% de los consumidores de vino les importa un bledo. Que es muy difícil explicar a alguien cuyo interés real en el tema es, simplemente, "que esté rico" que si le pega un trago a una botella de suavizante de la lavadora igual se lleva una sorpresa, pero que no se iba a terminar la botella (por más razones que las evidentes vaya). Es muy difícil explicar el esfuerzo, las horas, el sueño perdido, las deudas, los viajes, los sinsabores y las cuitas de quien debe cuidar sus vi ñas, vendimiarlas, elaborar su vino, embotellarlo y etiquetarlo, transportarlo y finalmente si es capaz venderlo.

Incluso cobrarlo, al final. Es muy difícil defender que la calidad de un vino, a veces, está más en la calidad de los que lo hacen que en si mismo o en su precio competitivo o no. Es una pura cuestión de gustos, unidos a otra de salud, sostenibilidad y medio ambiente y futuro. Y lleva un rato explicárselo a alguien dispuesto a escuchar. Imaginaos lo que cuesta explicárselo a quien de por bueno que existen vinos de menos de 3 euros que valen para algo mas que hacer de comer. Aunque se beban.

Como decía hace unos días; "Los dogmas del pasado no sirven en el tormentoso presente". Que grande el Lincoln. Cuanta razón. 



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