viernes, 17 de octubre de 2014

La Peste.

La Peste es una novela de Albert Camus publicada en 1947. Cuenta la historia de unos médicos que, inmersos en una pandemia sufrida por la ciudad argelina de Oran, profundizan en esas cosas que a tan pocos interesan y que aún menos usan; la propia existencia del hombre y su condición en relación con el mundo y la humanidad.

La otra peste, la "Ypestis", sacudió Europa y el mundo conocido en el siglo XIV  llevándose por delante a millones de personas por una enfermedad que sin estar hoy en día erradicada no preocupa a nadie por razones evidentes; a saber; hoy nos lavamos mas a menudo que lo que se estilaba en el siglo XIV. La peste surge de un conflicto militar por razones comerciales y esto me da pie a un argumento que hoy quiero usar como eje de este soliloquio. La peste tiene muchas caras y no todas son tan evidentes como la enfermedad.

Las fuentes históricas y los estudiosos del tema coinciden en que la peste como tal surge en el año 1340. Lo que hoy es Crimea (la recientemente usurpada por Putin a Ucrania, si) estaba ocupada en aquel tiempo por diferentes tribus de Tártaros que mantenían intensas relaciones comerciales con Genoveses y Venecianos. Estos, a pesar de que hoy en día son solo italianos, por aquel entonces mantenían una dura pugna comercial por hacerse con el control del mediterráneo. Los Tártaros, aliados ya con los venecianos, acosan a los genoveses que se refugian en Caffa (lo que hoy es Teodosia o Feodosia, en Rusia, a orillas del Mar Negro). Entre los tártaros se van produciendo múltiples bajas por una brutal y fulminante enfermedad que aparece entre ellos y deciden lanzar con sus catapultas los cadáveres de los infectados por encima de los muros de la ciudad. Al terminar el sitio de Caffa los genoveses siguen a lo suyo, viajan por doquier y esparcen la Peste por toda Europa, ocasionando una pandemia descomunal que habría costado la vida a entre un tercio y la mitad de los habitantes de la Europa del siglo XIV.  

Es curioso que un conflicto comercial que acaba en guerra (como casi todos) sea el germen reconocido de la mayor epidemia registrada en la historia de la humanidad. Es una diferencia entre comerciantes del siglo XIV la que ocasiona las medidas extremas de los tártaros y es la habilidad para viajar y distribuir su mercancía de los genoveses la que esparce la bacteria por doquier. En el libro de Camus la peste es el vehículo y la excusa que inspira a lo mejor y lo peor de los protagonistas del libro.

Es curioso como el dinero mueve a muchos a lo mejor y lo peor, porque el vino es un frente de guerra real donde las conductas comerciales y la estrategia de tierra quemada al mas puro estilo tártaro hacen mella de un modo crucial. Si, lo se, un demagogo de libro. Así que haré aquí la apostilla habitual al respecto de que ni pretendo ni intento comparar con aquellos tártaros a nadie por querer vender de un modo algo que ni de lejos tienen la importancia de una vida humana. Pero creo sinceramente que los comportamientos humanos tienen la tendencia invariable de repetirse frenéticamente a lo largo de la historia, haciendo buenas las palabras de Ortega sobre la obligación de repetir la historia cuando no se conoce.

Creo también que cada época tiene su contexto y que La Peste no tiene porqué tomar forma de pandemia para ser y existir en un tiempo diferente al del siglo XIV.  La Peste puede muy bien tomar forma de corrupción político, o de crisis financiera, o de tecnología opresiva, quien sabe. La Peste es una de las caras del alma humana. La complejidad está en identificar la cara, la peste, y reconocer así que se necesita una solución para un problema.

Se, porque esto es así, que la mayoría estáis pensando en Ébola, pero no. Ni de lejos. Las técnicas y medios sanitarios a nivel mundial hacen muy difícil que ningún virus o bacteria se haga acreedor de tal cantidad de muerte y devastación. Puede haber grandes pandemias, pero un tercio de la población de la Europa de 2014, que hoy son 711 millones de personas, serían mas de 230 millones de personas. Ningún virus o bacteria puede hoy en día matar a tanta gente en 11 años. Ninguno.

Otra cosa muy distinta son las otras Pestes. Las otras matan a millones sin telediarios. El tabaco, la contaminación industrial, las drogas...son múltiples y variadas las maneras de matar gente. El hambre mata 3,1 millones de niños en todo el mundo cada año. Y nadie se preocupa del perro de esos niños, nadie se molesta por la declaraciones estúpidas de los políticos que deberían haber impedido la muerte de esos niños y nadie, nadie, usa políticamente la muerte de esos niños. O si. La usan en Intermon-Oxfam, en Médicos sin fronteras, en Amnistía internacional. Lógico, están hartos.

La importancia relativa de todas las cosas parte del hecho cierto de que nada es para siempre, pero menos que para siempre es pretender que algo tan nihilista y prosaico como beber vino tenga ninguna importancia ante hechos como los aquí citados. La gracia del asunto, si la tiene, es que nadie se ha parado a pensar, a la lectura de estas lineas, hasta que punto es importante la ética, la moral industrial y comercial, el respeto a la tradición y la tierra, el respeto al planeta y sus habitantes y a los consumidores en los países que pueden permitirse tener consumidores a la hora de actuar en comunidad, por ejemplo, vendiendo vino.

Ninguno de los que participan en eventos profundamente mal promocionados hoy en España es ni ligeramente consciente de su importancia crucial en una cadena interminable que es la responsable de hacer entender a la generación de mi hijo de 22 meses que hay cosas muchísimo mas importantes que vender mucho y vender barato.

Cada vez que me da por pensar en la magnitud enorme de lo que nos rodea y en lo insignificante de nuestras cuitas en este mundillo de mercaderes genoveses y tribus tártaras me asombro mas de lo mediocre y mezquino de ciertas actitudes. Ante la inmensidad del mundo algunos prefieren callar, no pensar, y asumir su miseria. Otros miran a las estrellas y suspiran.

A la espera de que definamos cual es la clase de Peste que nos asola y a la cual debemos combatir, prefiero pertenecer a los soñadores y ladrar. Mucho y muy alto. Y que me oigan.

Permitidme pues está reflexión totalmente extemporánea y poco meditada. Hay días en los que, escribir sobre vino se me queda enormemente corto.



   
*Fotos: Imagen de la bacteria causante de la Peste. Medico alemán ataviado con "mascara" protectora  del siglo XIV. Portada del libro "La Peste" de A. Camus.



7 comentarios:

Smiorgan dijo...

Nada que decir, sólo ponerse en pie y aplaudir.
Un abrazo.

Jose dijo...

Aquí o allá he comentado en varias ocasiones que si de mi dependiera los planes de estudio, desde la más tierna infancia, tendrían un número muy considerable de horas de filosofía y ética. Esas son herramientas para la vida, para toda la vida.

Saludos,

Jose

Sibaritastur dijo...

Muy buena reflexión J.L . Hablas de mi pero tu también eres un idealista ;)

Jose dijo...

¡Qué remedio Jorge! Todo lo que merece la pena es todo lo que no se puede comprar o vender; lo que no tiene que ver con el dinero.
Sólo (y todo) lo que merece la pena, es lo que no nos pueden quitar.

Saludos,

Jose

Sibaritastur dijo...

José me refería a Louzán ja ja ja. Tienes toda la razón en lo que dices em este comentario pero una de ellas es el vino y ese cuesta dinero ;)

Jose dijo...

¡Ouch! Vamos a tener que numerarnos, que lo malo abunda ;-)

Saludos,

Jose

José Luis Louzán dijo...

A todos gracias por las buenas palabras y los ánimos.

Es un texto duro porque es muy duro lo que pasa, a todos los niveles.
Espero no ser muy pesado...