viernes, 24 de mayo de 2013

Bucaneros y Corsarios.

Hoy creo llegado el momento de hablar de la distribución en el mundo del vino.

Lo digo así, como con solemnidad, porque el tema es, para mi, uno de los pilares fundamentales en la actual situación de caída en picado del consumo de vino y de la endémica falta de conocimientos y difusión de eso que damos en llamar "cultura del vino".

La alusión a Bucaneros y Corsarios viene al caso por como adquirieron su condición. Los primeros, empujados por las circunstancia (la invasión española del siglo XVI de su lugar de residencia, la isla La Española), los segundos con amparo de la ley y por orden del rey o la reina, para hostigar y dificultar el comercio de la otra parte.

Unos pirateaban por necesidad, los otros por negocio.

En el mundo de la distribución existen dos claras vías, que a veces se entrecruzan pero que habitualmente viajan en paralelo. La mayoritaria  apuesta por el volumen, ignora la calidad mas allá de si se vende o no y menosprecia a la competencia ejerciendo una especie de "dumping" comercial realmente vergonzoso. Basan sus ventas en los regalos, las superofertas y las prebendas, en "acaudillar" en cierto modo al hostelero/cliente a base de saturación, ofreciéndole a un tiempo el agua, el refresco, el zumo y la cerveza y, a cambio, proponiendo a este vinos de dudosa calidad pero gran volumen y magnifico precio. Vinos da la Rioja, principalmente, aunque en este sentido el reciente Informe anual del mercado del Vino en España 2012 apunta a que el problema de "esquizofrenia" que padece el sector va mas allá.

La Rioja aplaudía en una reciente nota de prensa ser el "lider nacional" en venta de vinos, copando prácticamente el mercado nacional (un 61,2% del vino comprado en Hostelería y Alimentación proviene de aquella zona), sin pararse a analizar otros datos dramáticos y marcadores de una tendencia autodestructiva.
Y es que, a la vista de los datos, a la gente no le gusta el vino. Es mas, lo detestan.

Dos indicadores deberían, a mi entender, ofrecer una clara muestra de esto ultimo. En este mundo, en "nuestro mundo" hay máximas que, con sus enormes matices habituales, todos entendemos por ciertas. Una de ellas es que las regiones de Valdepeñas y la Mancha abandonaron hace tiempo la linea de los que queremos denominar "vinos auténticos" o de garaje, o de pequeña producción. Como sea. En su lugar se practica una suerte de agricultura extensiva, amparada en ayudas europeas y nacionales, que han llevado a estas zonas concretas, de grandes extensiones y difíciles condiciones, a ser productoras de millones de litros. En ese contexto, el mercado de la gran distribución en alimentación (Hipermercado) ha impulsado con claridad esa tendencia. Un 17,5% del vino consumido en supermercados, tiendas al por menor e Hipermercados provenía de estas zonas. No de la Ribera, ni de Campo de Borja, ni de Jumilla. El contraste con las ventas en Hostelería es brutal. En ese mercado a La Mancha y Valdepeñas los adelanta claramente la Ribera del Duero. La batalla por el gran consumidor está perdida antes de empezar.


Yendo al mercado hostelero (restauración y canal HORECA) el panorama no es mucho mejor. Mientras entre nosotros, los "del otro lado" triunfan los vinos del noroeste (Galicia y Bierzo, mas novedades en Asturias, León o incluso por nuevos vinos en la Rioja o la Ribera del Duero) las cifras marcan una linea bien diferente. La hostelería sigue consumiendo masivamente Rioja, un 76% del total. 3 de cada 4 botellas que se abren en un restaurante, bar o local de tapas son de la Rioja. Con esto no quiero decir que todos sean industriales, pero los grandes volúmenes apuntan a grandes productores, los ya conocidos y habituales, capaces de producir en una misma añada mas de 15 millones de botellas. Evidentemente la cifra incluye a otros vinos que nos gustan, seguro, pero al no poder apreciar el desglose deberemos interpretar que quien mas produce en esa zona (y sigue produciendo) debe ser quien mas vende.
Del noroeste, por cierto, ni rastro. Tal vez se encuentre entre el 0,8% de vino del Bierzo consumido en Hostelería o en el 4,5% del denominado "Resto". Que gran palabra resto para definir lo que "pesan" en realidad las grandes marcas gallegas en el mercado del vino. Lo recordaré la próxima vez que lea "Exito absoluto de ventas del Albariño en Madrid" como titular en otra nota de prensa de la DO Rias Baixas.

Por otra parte la culpa absoluta la tiene el publico, al menos en un alto porcentaje. A pesar de contar con uno de los mejores viñedos de España, en el noroeste el vino mas consumido, casi a la par que el resto de la oferta, es el Rioja. Solo se bebe mas Rioja que en el noroeste de España...en la Rioja.

¿Por qué?. Bueno, las lecturas pueden ser múltiples y variadas pero, sin entrar en profundidades yo hago dos. La primera, el nulo nivel general de capacitación y preparación de la hostelería. Si no se tiene ni idea de algo malamente se pueden pretender vendérselo a nadie. Y, al menos en Galicia, los hosteleros que saben lo que hacen cuando deben concebir y preparar una carta de vinos son minoría. Una irrisoria minoría. La mayoría son víctimas (de motu proprio) de la gran distribución, que les regala terrazas, barriles de cerveza, toldos o viajes a bodegas "con masaje incluido" a cambio de que vendan cantidades ingentes de vinos industriales, en carta o por copa, cortados todos por el mismo patrón y, por supuesto, Riojas. O Riberas, para los mas "aventurados". Hasta aquí los Corsarios. Pero, en las mismas procelosas aguas maniobran también, eludiendo las tormentas, los vendavales y los pillajes (la competencia desleal, día a día habitual en la hostelería en Galicia) los Bucaneros.


Estos últimos tienen aprecio por la diferencia, por la distinción. A veces ese aprecio se adquiere por pura supervivencia, al estar el mercado de los vinos industriales copado por los mas avezados "corsarios" de la gran distribución. Otras veces ese aprecio es propio del vendedor, al que le gusta el vino y que habitualmente es autónomo o gestor de una pequeña distribuidora. En Galicia hay (o había, no lo se bien) dos grandes Bucaneros. Uno, "Maria Fechoria", aglutina buena parte del mercado del vino gallego que mas llama la atención en este "mercado paralelo" en el que nos movemos una triste minoría. El otro bucanero es "LV Vigo", personificado en la figura de Antonio Torrado, una de las personas mas desconocidas del mundo del vino autentico y que mas sabe de el. Todo un personaje, honesto, capaz y trabajador como pocas personas que yo haya conocido. Testarudo y serio a rabiar, pero buena gente. Uno de los que mas sabe de vinos portugueses y que importa alguna de las mas interesantes bodegas en aquel país.

 Entre las dos empresas, Fechoria y LV, luchan a diario una batalla perdida contra los demás, principalmente otras dos grandes distribuidoras, con sede en Vigo y A Coruña, pero con tentáculos por toda Galicia, donde mandan y ordenan. Ellos, los Corsarios, copan el 75% del mercado del vino en Hostelería, a base de regalar, rebajar hasta el saldo o minusvalorar a la competencia en una estrategia claramente concebida para copar el mercado. En no pocas comarcas lo logran. Las ciudades son mas complicadas. El publico, aunque habitualmente desinformado, busca una mayor oferta acorde a su situación, quiere mayor novedad y mayor especialidad y eso implica una variedad que ni siquiera los mas grandes pueden ofrecer. Ese es el terreno en el que esta gente trabaja, peleándose a diario con hosteleros, clientes totalmente ignorantes, iletrados en vino pero ricos a base de ofrecer lo mismo que todos los demás, pero mas barato. O por monopolios propios del rural gallego, donde tener un bar daba de comer a una familia durante décadas por ausencia de competencia viable en quilómetros.

En ese terreno uno debe explicar  a alguien que piensa que en España no hay mas tinto que el Rioja, que existe un Mencia de Sober envejecido en barrica extraordinario o que los albariños no son tintos "¿Como que non?, pois eu vin un o outro día¡", "O que vería vostede sería un Rias Baixas tinto, ¿non?", "Bueno, eso, Albariño¡".  Y así a diario. Y así en casi todas partes.

En las procelosas aguas del particular mar Caribe de la distribución se vive y se muere cada día en cada esquina, en cada taberna, en cada restaurante, en cada supermercado. Entre ignorantes, millonarios por decantación o herencia y una nube tóxica de comerciales a comisión de los mas grandes, dispuestos a todo y mas por hacerse con la "pizarra" de aquella taberna nueva o con la carta de aquel restaurante de moda. Así es imposible.

En 2010 en España se consumieron en total 622 millones de litros de vino. El año pasado la cosa calló la friolera de 23 millones de litros y lejos de estancarse el informe afirma que de 2011 a 2012 se perdieron otros 5 millones de litros. Mientras, en la Rioja, los de siempre hablan de los nuevos prescriptores de vino presididos por un viejo prescriptor de 67 años prácticamente retirado.
Genial.

 

*Fotos en la web.

jueves, 16 de mayo de 2013

El alma y los males necesarios.

Tal vez sea solo cosa mía pero, de un tiempo a esta parte, me da la impresión de que cierta forma de descripción de un tipo de vino hasta ahora reservada a un submundo friki y denostado como aquel al que creo que muchos pertenecemos se está poniendo de moda. Y la moda, como casi todo lo efímero, es peligrosa.

Leo por doquier cosas sobre "el alma de los vinos" y me preocupo. No tanto por lo que tiene de positivo, que por una vez lo que es un hecho para unos pocos se vuelva normalidad para todos los demás, sino mas bien por en boca (o tecla) de quien leo esto de "el alma" de los vinos y a santo de que y en que contexto..etc.
No creo que el macroevento que el amigo Paco Berciano y su gente tienen previsto celebrar en Burgos ( y que algunos hemos preferido llamar de un modo mas prosaico como "la madre de todas las catas") tenga nada que ver en esta ola de sentimentalismo vinícola. Paco respeta profundamente la palabra alma y lo demuestra a diario, en su selección de vinos y en el modo en como se dedica en cuerpo y, precisamente, alma a ellos. No es una broma lo de Paco y el alma de los vinos únicos. Cosa muy seria. No todo el mundo dedica vida, salud y hacienda a algo tan voluble y cambiante como el gusto personal. Nadie. Salvo que esté loco o ame con pasión lo que hace. Yo creo que Paco es de los segundos.

Otra cosa es otra cosa. Me ha gustado algo en la lectura de este enlace a un articulo de Meritxel Falgueras para su blog en la pagina de la SER. No es mi estilo, no me mal interpreten, pero me ha gustado esta frase final "El vino perfecto no existe, aunque tal vez no nos gustaría. El vino, como las personas, nos gusta o no por lo que es, no por el análisis de sus propiedades si no por su autenticidad" Correcto para mi, al menos para describir al vino que me gusta. Y a las personas que me gustan.

Un tipo que parece sincero es mi tocayo Xosé Luis Sebio, enólogo de Coto de Gomariz. Sebio tiene buenos amigos en el colectivo bloguer y es por ello por lo que sus palabras en el blog que regenta (Viños de Encostas) deben ser situadas en el margen de la confianza en los que leen, bloguers la mayoría. No son, o al menos yo no las interpreto, como un ataque a este modo de opinión publica. Porque esto, para quien aún no lo haya entendido, es la opinión publica. Con mayúsculas.

Es opinión porque quien escribe lo hace desde su prisma, único y particular. Esto de la objetividad como medida del buen periodismo hace tiempo que está superado, ¿no?. Bueno, si pillo a alguno de nuevas en esto lo siento. Siento ser yo quien les diga que Papa Noel no existe (salvo si quien lee esto es menor de 12 años en cuyo caso debe ignorar estas lineas y dejar de leer, ¿que haces viendo blogs sobre bebidas alcohólicas rapaz?)
Así que, hecho este matiz, debo manifestar mi malestar (flojito eh) con lo de "La labor de los bloguers en el mundo del vino. ¿Necesarios o un mal del mundillo vitícola?. No. De mal nada.

Tal vez el prisma de algunos bloguers pase por su cuenta corriente y el de otros carezca de sentido critico (o de ganas de meterse en líos) pero que la opinión publica es necesaria y cuanta mas (y libre) mejor es impepinable. Otra cosa es el daño que ciertos bloguers puedan hacer a ciertos vinos, una afectación en la que por cierto estoy totalmente en desacuerdo. Estamos muy lejos, aunque algunos crean lo contrario, de ver que las ventas de tal o cual vino caen por la opinión que uno, cien o mil bloguers tengan sobre ese vino. Si algo así sucediese, tengan por seguro que volarían las querellas y las amenazas. Vamos, no lo duden ni un segundo.

Otra cosa es pedir que la opinión sea una opinión formada, que no se haga seguidismo o que se tengan criterios claros mas allá del gusto de un día. Vale. Pero puestos a ponerle pegas a todo, esos criterios, ¿cuales son?. ¿Los de Sebio?. ¿Los míos?. ¿Los de Nicolas Joly?. Serían tres visiones bien distintas, creo yo, de lo que es moralmente lícito o éticamente correcto en la elaboración del vino y el tratamiento del viñedo. Muy diferentes.

Y ya puestos, ¿quien estaría en posesión de "la verdad" (si tal cosa existiese)?. ¿El ingeniero, el periodista o el artista/religioso?. ¿O ninguno?.
A lo mejor, la verdad en esto del vino la tiene la levadura ML01, o la Y3079. O la D254. O las enzimas. O la ósmosis inversa. Quien sabe, la verdad suele ofrecer caras muy dispares dependiendo de quien mire. Abran la prensa cada día y verán tres países distintos. O cuatro, si leen La Gaceta.

Creo que se habla con mucha facilidad de alma sin dar nada a cambio. La salud, por ejemplo. Dar la salud a cambio de... nada. Solo por ser capaz de sentir lejanamente a que se refieren cuando dicen que un vino les cambió la vida. ¿Donde está el alma de un vino?. ¿En la viña, en la bodega, en las manos del viticultor, en la probeta del enólogo?. ¿Cuantos vinos tienen alma?, ¿todos?. ¿Solo los no comerciales, los de verdad?. ¿Un viticultor/vinicultor/enólogo sin alma puede hacer vinos que la tengan?. ¿Por qué?. Y lo mas importante, ¿le importa a alguien todo esto, o al final todo se resume en precio-valor-moda-merchandising?

Yo no me atrevo a decidir si algún vino tiene alma o si los bloguers son solo una banda de niños malcriados con mucho tiempo libre. Me conformo con que se acuerden de mi cuando me vean. Eso ya es un logro. Incluso cuando es para mal. Por algo será, ¿no?.



*Fotos de mi autoría situadas con animo puramente decorativo.

lunes, 6 de mayo de 2013

Microcosmos y una revolución pendiente.

Llevo enfrascado en un proyecto días y días y aunque siempre penando "en clave de vino", la verdad es que tengo esto algo desatendido.

Una visita este fin de semana a un viñedo ya conocido y la busca de otra información me han llevado a una de esas catarsis mentales en las que se me ocurre algo que creo que vale la pena compartir y por ello escribo estas lineas.

Tal vez nos estemos equivocando. Digo esto a efectos de nuestro modo de entender los grandes vinos pero, sobre todo, al modo en que tantas veces tratamos de transmitir a los demás como es que se encendió en nuestras mentes y corazones esta pasión desmedida por un tipo concreto de vinos, los que Joe Dressner llamaba "auténticos" en contraposición a otros a los que definía como "esperpentizados" (spoofulated en ingles. Traducción libre). Porque dentro de lo autentico es tal la amalgama de definiciones que pululan por el mercado que en ocasiones se hace difícil definir de que estamos hablando utilizando además únicamente la letra escrita y obviando lo importante de el lenguaje interpersonal, cuando uno puede sentir la inflexión de cada palabra y mirar a los ojos y a las manos a su interlocutor.

Yo creo que se trata de respeto. Un respeto interdimensional, basado en la sinceridad y en la autenticidad y carácter de cada uno. Respeto del viticultor a la viña, de este al resultado de cada añada, respeto al elaborar, hacia las uvas pero también hacia el consumidor, que no merece ser engañado, por muy legal que sea el engaño o por mucho que el consumidor desinformado ignore que está siendo engañado. Respeto al explicar el producto de cada vendimia, al no abusar del marketing y la publicidad para no tratar de hacer grande un vino pequeño o exclusivo un vino masivo. Respeto.

Por otro lado está el respeto que el consumidor debe al producto pero también al productor. Respeto para ser un consumidor informado, que sepa valorar y medir los esfuerzos, que entienda que hay cosas que cuestan tiempo y dinero. Que hay esfuerzos que merecen la pena y que determinadas cosas son exclusivas porque lo es su producción y su mera existencia, y no porque lo diga ningún Gurú. Respeto a que existe una industria que da trabajo a miles de personas, y que por lo tanto tiene un lugar. Respeto por lo tanto para no pedir a quien no es industria que se comporte como tal y para no pedir a la industria que no sea lo que es, autora de un producto de masas carente de especificidad y calidad pero barato y mayoritario.

Y por ultimo respeto al comunicador, que debe discernir, en base únicamente a la comparación (tan denostada y tan necesaria) y a la pura comprensión de lo evidente que hay cosas que son lo que son y otras que, aunque lo pretendan, jamas serán nada especial ni memorable.

Leyendo este post de Terroaristas me asalta otra cuestión no menor. Porque existe una administración que ha demostrado, por activa y por pasiva, no estar dispuesta a asumir la calidad como un objetivo claro a ningún plazo. Ya no por la nula gestión y adaptación a la revolución pendiente de los vinos auténticos fuera del circuito de la industria, sino por su absoluto inmovilismo y parálisis a aceptar que 2013 no tiene, hablando de vino, nada que ver con los años 60. Es por ello que la pregunta al respecto de la división, indudablemente mas acertada, de las DO`s en pequeños microespacios donde realmente quede reflejado el terroir en toda su extensión se vuelve hoy casi urgente.

No se si alguien se ha dado cuenta pero perdemos una batalla que ni siquiera ha comenzado. Hay un camino que andar en los próximos 25 años y alguien debería decidir, cuanto antes, en que dirección quiere que vayan los vinos españoles. O bien hacia una competencia perdida de antemano con otros lugares donde hay mas medios, mas mano de obra a menor precio y mas superficie donde plantar viñedo, o bien hacia una especialización real y manifiesta, que prime criterios claramente restrictivos y escrupulosos en cuanto a selección, cuidado al viñedo y atención a procesos de elaboración libres de intervención, mas allá de lo estrictamente necesario (SO2 y poco mas) . O Rolex o setas, para entendernos.

Este otro post del gran Antonio Portela (Viticologo) es en parte el culpable de esta reflexión. Castrelo, en Cambados, es hoy en día la punta de lanza de algo que no somos capaces ni de medir. Algo que, o bien es el futuro, o está condenado a morir aplastado por la masa. Hacer vino contra el sentido mercantil imperante desde hace décadas. Hacer vino contra el sentido común y a favor del sentido de lo autentico que muchos defendemos. Castrelo es el puerto de Boston en diciembre de 1773. No estamos de acuerdo con los impuestos del te. Dejando de lado todas las evidentes dificultades que la comparación tiene, la idea es la misma. Hay un modo establecido de hacer las cosas que todo el mundo, todo, acepta como el correcto y adecuado. Unos pocos, equivocados o no, sabemos que no es esa la manera y queremos la independencia.

Una independencia que se basa en ser distintos, como ya son, como ya somos. No queremos vinos "esperpentizados" así que de alguna manera habrá que describir a estos, que sea distinta totalmente, diferente a nivel administrativo, a todos los demás. E inviolable. Hacer vino al nivel de Albamar o Nanclares, u otros muchos que nosotros conocemos pero los demás no, debe ser difícil. Difícil, pero no imposible, y debe ser recompensado, siempre que sean capaces de mantener en sus vinos la emoción que nos transmiten cuando los abrimos. Y eso debe tener un nombre, oficial, reglado y defendido por el texto de la ley y por las instituciones y totalmente diferente a lo que hacen todos los demás, que está bien, por supuesto, pero que no es lo mismo. No es lo mismo por razones que todos sabemos, que la industria sabe, y que por supuesto, la DO y su organismo rector sabe.

No es ni una acusación ni una disculpa. Es un hecho. Alguien debe determinar si España y sus viticultores auténticos van a tener armas y herramientas legales suficientes para definir su esfuerzo como diferente al resto de la industria o si deben seguir enfrascados en una batalla desigual donde solo pueden morir o unirse al grupo (con enormes esfuerzos económicos que para nada es el momento de asumir, aunque se sea capaz de ello). De momento, y me disculparan si soy así de franco, tengo la sensación de que seguiremos siendo el hazme reír del mundo del vino de calidad y gran prestigio.

Así lo veo.




* Fotos del viñedo de Nanclares en Castrelo (Cambados) extraidos de su propia web. Litografia de Sarony&Major de 1846 que historicamente ilustra el "Motín del té" en Bostón que dio lugar a la Guerra de la Idependencia de los EEUU.